La metamorfosis que ha sufrido la fiesta de los toros en los últimos años ha sido de un cambio tan radical como inexplicable. Ya no sirve para nada jugarte la vida, pero de forma literal, tal y como se escribe. Lo digo porque las imágenes que hemos podido ver sobre la actuación de Adrián de Torres en Madrid frente a un toro de Cuadri fue algo espeluznante, dramático con tintes de auténtica epopeya, hasta el punto de la cogida, de la que se salvó de puro milagro, pero De Torres sabía que se estaba jugando la vida; era, claro, la plaza de Madrid en la que no cabía la menor broma, hasta el punto de la heroicidad comentada.

Hace muy pocos años, una actuación como la del diestro de Linares en Madrid y frente a un ejemplar de Cuadri –o de cualquier ganadería parecida, Javier Castaño entre otros– aquello de arrancar de cuajo una oreja a su enemigo, el premio estaba cantado. Los hechos demostraron que la gente se asustó en los tendidos, no cabía otra opción porque, en general, si los toreros siempre se juegan la vida por pura lógica, lo de este muchacho rayó a una altura insospechada porque una cosa es ponerte frente a un toro con el consabido riesgo y, otra muy diferente es que ese riesgo cale en los tendidos, que la gente lo perciba y que todos sientan escalofríos ante lo que el torero es capaz de hacer.

Claro que, tras esa épica, la pregunta es obligada. ¿Sirve de algo que un torero se inmole en Madrid? Absolutamente para nada. ¿En cuántas ferias está anunciado Adrián de Torres? Recordemos que, por no torear, no lo hará ni en Linares y bien sabe Dios qué quiero equivocarme. Como antes decía, con este tipo de corridas, muchos toreros, sin el relumbrón de las grandes ferias, toreaban su buen número de festejos enfrentándose al toro de verdad que, por otro lado, no estaba nada mal porque aunque fuera de semejante modo, se les impartía justicia pero, ¿ahora?

Esto ha cambiado para mal porque, como es notorio, priva la estética antes que la épica, razón de todos los males de la fiesta. Ahora se lidia el toro dulzón para toreros empalagosos mientras que, todos aquellos héroes que se enfrentan al toro auténtico apenas son tenidos en cuenta. Adrián de Torres es el último ejemplo de todo lo que venimos contando. ¿Acaso pretendemos que a esas fieras indomables se les haga el toreo bonito? ¿No basta con poner tu vida al servicio del destino dado el toro que se tiene delante?

Qué pena tan grande que, en la actualidad, el toro haya quedado en una mera caricatura de sí mismo y, para mayor desdicha, que en algunos pueblos veamos toros más encastados y bravos que en las grandes ferias, el asunto es muy preocupante y, dicho lo cual, será muy difícil que ese héroe que torea como los ángeles co su mano izquierda, será muy difícil que le den el trato que en verdad merece porque, insisto, le hemos visto en su faceta de artista y, como el domingo en Madrid, jugarse la vida como pocos toreros lo hacen en la actualidad. Si esa actitud no merece un respeto desmesurado, que baje Dios y lo imparta.

En las imágenes de Andrew Moore vemos a Adrián de Torres, ese bravo torero linarense jugándose la vida en Madrid.