Como es notorio, días pasados se presentaron en Madrid los carteles de su feria isidril con el beneplácito de la Comunidad Autónoma que, como se demostró, no han objetado nada, absolutamente nada en lo que a los carteles se refiere, sabedores de que la empresa ha confeccionado una feria con encefalograma plano, sin el menor relieve en lo que a los carteles se refiere puesto que, la gran mayoría de las tardes priva en encaste Domecq, tan del gusto de las figuras y sus adláteres y, como contrapunto, han contratado a Victorino, Escolar y Adolfo y, para usted de contar.

¿Cuántas ganaderías existen en España? Son incontables pero, en Madrid aparecerán las de siempre porque, claro, la feria la montan los toreros; dicho en cristiano, los empresarios, en dicha feria, se arrodillan ante las figuras con la finalidad de llenar la plaza, algo que lograrán varias tardes, no me cabe la menor duda pero, ha habido demasiadas lagunas que, en este caso, si son de pesares como bien diría el gran José Alfredo Jiménez.

¿Es una gran feria de cara al gentío del clavel? Seguro que sí. Están todos los que son pero faltan los que, siéndolo, se les ha ninguneado, todo ello si de toreros hablamos. Y no hablemos de las ganaderías que, entonces sí que nos entra un síncope. Todo discurrirá con una absoluta normalidad porque, lo que se dice un evento que sobresalga por encima de todos, eso no existe. Desdichadamente, la lectura que entresacamos de lo que ha sido la presentación de dicha feria es que, los políticos responsables de la plaza de Las Ventas se han lavado las manos y han dado como bueno aquello que les han presentado sin la menor objeción a la empresa que, lógicamente, ha campado a sus anchas.

Y digo yo que, para llegar a lo más alto, algún día habrá que empezar, lo digo en el sentido de tantísimo diestros jóvenes como tenemos y, como se ha demostrado, apenas ha entrado nadie en dicha feria puesto que, la gran mayoría de los puestos han sido copados por los “viejos” espadas que, ni el triunfo ni el fracaso les lacerará en nada. El cuento de siempre que, como es notorio, tan difícil se torna para tantísimos toreros que, ilusionados siguen al pie del cañón.

Allí, en la presentación de los carteles estaba la flor y nata del toreo, de los políticos y de toda la gente “guapa” de Madrid pero, como se demostró, faltó la gran rueda de prensa para que los periodistas preguntaran y la empresa respondiera. No pudo ser posible porque los pocos periodistas que estaban presentes eran invitados de piedra por parte de la empresa, pero sin voz ni voto. Fijémonos que, el evento daba para todo; hasta para que los empresarios, al menos Simón Casas que tanto humo vende, se hubiera sometido a las preguntas de los periodistas pero, como eso no sucedió, se dio toro por bien empleado y todos tan contentos, los políticos, los toreros, la empresa y demás claveleros que así se juntaron.

Como miles de veces dije, tenemos que tomar muchas lecciones en el toreo de lo que sucede en el mundo del balompié. Lo digo porque tras un partido de fútbol, el que fuere, jugadores y entrenadores se someten al juicio de las preguntas por parte de los periodistas que, dicho sea de paso, para el equipo perdedor, debe ser un trago amargo pero, lo hacen. Todo un ejemplo de dignidad hace los aficionados. En los toros, caso de la empresa de Madrid, emulan a Pero Sánchez y allí no preguntó ni Dios. Es decir, sabedores de que podían caerles preguntas muy incómodas optaron por la ley del silencio y quedaron como reyes. Claro que, esa es la lectura que la empresa ha dado, la nuestra es muy distinta. Oiga, señor Casas, ¿por qué no ha contratado usted a Rafaelillo? Por citar una pregunta interesante. ¿Por qué no ha comprado usted una corrida de Pedraza de Yeltes para Morante y Manzanares? Se me ocurren mil preguntas pero, como sucedió, por nada del mundo se podía permitir que un “justiciero” les estropeara la fiesta que, glamur lo tuvo al máximo.