El titular del enunciado será la pregunta que se hará a diario el diestro Manuel Escribano que, una vez más ha sido ninguneado como en tantísimas ocasiones. Claro que, en estos momentos está todavía muy reciente su triunfo en Madrid en la corrida que apertura la temporada madrileña y, verse desplazado de la feria de otoño de la capital de España, imagino que le habrá sentado como una puñalada por la espalda. Eso digo yo, ¿para qué sirven los triunfos? Y, en el caso de Escribano, se da la curiosa circunstancia de que el diestro de Gerena lleva siempre la verdad como bandera si de toros auténticos hablamos.

En Madrid, Escribano no ha tenido opción, ni con la de Victorino ni con la de Adolfo, toda una falacia en el peor sentido de la palabra. Es cierto que, dada su verdad como torero, lógicamente, no le iban a incluir en los carteles de las figuras en que, ellos se lo guisan y se lo comen. Pero cuando sale el toro auténtico al ruedo, Manuel Escribano es de los pocos diestros que no puede faltar a esa cita con la grandeza del toro. Y, como digo, en este caso, puesto que hablamos de Madrid, la traición que se le ha hecho a este hombre es de época. Recordemos que se jugó la vida épicamente con los Victorino Martín en la primera corrida que se celebró en Madrid en la presente temporada y, ese ha sido el premio, ningunearle y dejarle en la calle.

Eso sí, Antonio Ferrera, con la anuencia del empresario mata la corrida de Adolfo Martín que, sin duda alguna, se trata de rebañar hasta el último euro que quede por ahí sin importarle para nada, tanto a la empresa, como al avaricioso de turno, que Manuel Escribano que es santo y seña con los de Albaserrada. Ferrera está abusando mucho de matar seis toros que, para mayor desdicha, es algo que no se lo pide nadie y, por la avaricia de la que hablo, se quedan en la calle toreros como Manuel Escribano que, lo poco o mucho que tenga, se lo ha ganado jugándose a vida en los ruedos. Lo de Ferrera es digno de estudio porque un hombre que se ha hecho rico jugándose la vida, nada es más cierto, pero que ahora actúe como individuo como si solo él fuera el único matador de toros en el mundo, me parece de una desfachatez monumental.  Y, por si fuera poco, nos tenemos que tragar, de su parte, esa puesta en escena que cada tarde nos muestra que, más que en una corrida de toros tenemos la sensación de que estamos en un circo.

Tras lo dicho, pongámonos la mano en el pecho y respondamos a la siguiente pregunta, ¿quién ha roto una lanza a favor de Manolo Escribano tras su ausencia de Madrid? Los turbios manejos de algunos empresarios a la hora de repartir justicia apenas son de broma comparado con lo que los informadores podemos hacer, en este caso, hasta en las hojas dominicales debería de haber salido el nombre de Escribano y esa lamentable ausencia de una plaza que le respeta y admira y, lo que es mejor, la que triunfó hace pocas fechas y, como digo, nadie ha dicho esta boca es mía para favorecer a ese hombre honrado que se juega la vida sin trampa ni cartón.

Es cierto que, en estos momentos, plumas, plumillas y asalariados del poder empresarial, todos están muy ocupados cantando las gestas de Morante, entre ellas la del pasado domingo en Huelva que mató la corrida de Torrestrella que, por cierto, no regaló casi nada a sus lidiadores. O sea que, todavía no ha empezado Morante con sus heroicidades y todo el mundo le pondera como si fuera el dios del toreo. Vamos a ver, seamos serios. Un hombre como él, con cinco lustros de alternativa, como se comprenderá es un tipo preparadísimo para enfrentarse a la clase de toros que tenga delante, otra cosa es que quiera o deje de querer; por cierto, hasta la fecha nunca ha querido.

Digo todo esto porque me estoy asombrando de todo lo que dicen de este hombre como si en sus manos se hubiera inventado el toreo. Como dije, se pone heroico Morante y todo el mundo lanza las campanas al vuelo como el día que Colón descubrió América; hombre, que la diferencia es ostensible. No seamos infantiles que Morante puede con todo lo que le echen, su profesionalidad está por encima de todo, amén de su arte. Que ahora se apunte a algún que otro hierro más encastado, se le agradece, por supuesto, pero nunca para entronarlo como si hubiera resucitado Joselito.

Corridas encastadísimas las ha matado siempre Manolo Escribano a lo largo de su carrera y, nadie se ha rasgado las vestiduras por la emoción que el diestro de Gerena haya podido producir en los tendidos. Y es que, lamentablemente, en los tiempos que vivimos, para ser figura del toreo y que te alaben a diario, ante todo, hay que matar toros desvalidos, santificados, aborregados, tontos y si salen, como casi siempre sucede, muertos de toriles, alabado sea Dios. Y a esa farsa, muchos le llaman grandeza. Si alguien lo entiende le rogaría que me lo explicara.

¿De verdad cree alguien que le sirvió para algo a Manolo Escribano indultar aquel toro de Victorino Martín, “Cobradiezmos” en la plaza de toros de Sevilla? Vamos que, ese suceso, lo protagoniza Morante y los periodistas se cortan las venas de la felicidad que pudieran sentir. ¿Será que Manolo Escribano no es de carne y hueso?