La sociedad española ha perdido el norte en todos los sentidos de ahí que vayamos sin rumbo fijo pero, que nadie lo dude, llegaremos al precipicio más pronto que tarde. Y lo más sangrante de la cuestión es que nadie lo quiere reconocer y si todavía queríamos más lo hemos logrado porque ya la damos normalidad a asuntos criminales que nos atañen a todos pero que, visto lo cual, tenemos los días contados si de paz y armonía hablamos.
Tras las elecciones todos hacíamos conjeturas al respecto de Pedro Sánchez y, la mayoría sensata de este país, en aquellos instantes todos dábamos por bueno que, Sánchez, en un ataque de humildad y cordura convocaría nuevas elecciones porque el resultado que había sobre la mesa no era para tirar cohetes y, lo que es más grave, para gobernar. Recordemos que, para desdicha de Sánchez y sus malditos adláteres, las elecciones las ganó el PP, razón de peso para que Sánchez se hubiera apartado de la primera línea de la política o, como digo, que hubiera nuevos comicios.
Pues no señor, ahí nos equivocamos todos, desde los expertos en política como los que aplicamos la lógica de la vida, erramos todos. Nadie podía creer que Sánchez diera el paso que dio; no era normal, no era de recibo, no era lógico, tenía un tufo asqueroso todo aquello que, para colmo, había tintes criminales en todo aquel contubernio para que, su sanchidad nos mintiera de nuevo y pactara con la escoria que circunscribe al mundo de la política; es decir, esa parcela barriobajera que se les legalizó nadie sabe los motivos pero, a su vez todos sabemos que, esa izquierda radical de todos los partidos comunistoides, lo único que pretenden, y así lo han logrado, es la destrucción de los entes de la justicia, que los delitos sean perdonados como si no hubieran existido y todo lo que les ha venido en gana teniendo cogido de lo cojones al miserable de Sánchez que, como única salida, para seguir siendo presidente solo tenía la opción de arrodillarse ante los enemigos de España para, a su vez, convertirse en el enemigo número uno de nuestra nación.
Todas las tropelías que se le han pedido, a todas ha claudicado porque, era lógico; si te buscas unos socios criminales tú no tienes otra opción que actuar de tal modo. Insisto que, Sánchez está en manos de gentes barriobajeras, con instintos criminales pero, por encima de todo, su carrera política está en manos de un delincuente, algo gravísimo pero que, como decía, le hemos dado caracteres de normalidad, hasta el punto de que el hijo de mil padres llamado Puigdemont, le pide a Sánchez que multe a las empresas que de Cataluña se marcharon cuando el hijo de puta dio el golpe que tres minutos más tarde se arrepintió, quiere que las más de mil empresas que salieron huyendo por su culpa quiere que regresen. ¿Se puede ser más descerebrado porque eso no lo entiende ni un mal nacido? Eso sí, Sánchez calla y da por buena la idea; como la tal Mónica García que, pese a ser médica, es incapaz de solucionar el problema de la sanidad, dice que nos apliquemos la autobaja de tres días y de tal manera no colapsamos los hospitales. Y se queda más ancha que larga, al tiempo que sale en la televisión ese burro llamado Patxi López y, ante la negativa lógica de Feijóo en apoyar a Sánchez, por dicha razón, según el asqueroso vasco, sigue siendo el PP el culpable de todos los males de España. O sea que, el hijo de puta de su socio, Puigdemont, no apoya al guapo de la Moncloa y tiene que ser el PP el que le saque las castañas del fuego.
No sigamos, entendamos y suframos, todo a la vez, que España está en manos de una pandilla de criminales esquizofrénicos que, su único afán es trincar la leña de un país al que odian, de ahí que todos tengan el calificativo de mal nacidos, ruines y criminales. Odian a España, su bandera, sus fuerzas armadas, sus leyes, al Rey pero, en su cobardía por aquello de ser unos gandules que por su actitud deberían estar todos a la sombra, pese a ello, se llevan una fortuna del presupuesto de España, al tiempo que siguen odiando a los empresarios que, según ellos son el cáncer de un país. Y se quedan tan tranquilos. ¿Qué sería de tanto hijo de puta gandul sin la aportación de miles de millones al Estado por parte de los empresarios? Comerían mierda y, lo peor es que no habría para todos.
Como imagen, valga la del trincherazo memorable y eterno de Rodolfo Rodríguez El Pana que, con su arte y ahora con su recuerdo, nos hace olvidar a tantos hijos de puta que viven a costa de nuestros impuestos y, lo que es peor, gobernándonos cuando, hasta los nidos de pecho saben que, el amo de España es un delincuente fugado de nuestra justicia pero que, otro delincuente de su calaña le ha dado cuartelillo para que decida sobre el pueblo español.