Hoy, la vida nos ha sacudido con un mazazo tremendo, algo que suele ocurrir muchas veces pero, como es el caso, cuando se trata de un amigo, a cualquiera se le parte el corazón en mil mitades. Ha muerto Teddy García, amigo querido, comunicador excepcional, buena gente donde los hubiera y, por encima de todo, un ser humano de una categoría excepcional, algo que dije alguna que otra vez cuando ambos gozábamos de la vida y de nuestra amistad.

El destino me obsequió con el regalo maravilloso de su amistad, su cariño, su ternura y, como dije, su extrema bondad. Teddy García era argentino y llegó a España hace unos años en la búsqueda de un mundo mejor. Su talento era grande, único en su género y su palabra era su fuente inagotable del saber; una palabra que cautivaba, que emocionaba y, como algunos años demostró en TV-12 de Alicante, su talento era excepcional. En dicha emisora pasó unos años maravillosos en que, como era notorio, la entrevista era su punto fuerte de cara a sus  espectadores. Doña Rosa, Don Paco, los personajes figurados a los que él se dirigía eran la fuente de su inspiración.

En dicho programa tuve la suerte de comparecer para deleitarme con un hombre tan singular como Teddy García que, cual sabio que era, su cultura no tenía fronteras, razón por la que entrevistaba a un cirujano, un torero, un periodista, un político; cientos de personajes pasaron por su “confesionario” y, a todos les sacó lo mejor que tenían porque, insisto, Teddy era un hombre de concordia y, como diría su paisano Facundo Cabral, un mensajero por la paz.

A dicho canal me llevó Teddy García para que hablara de un argentino irrepetible como era Facundo Cabral, justamente, a los pocos días de haber sido asesinado el astro argentino al que, Teddy, lógicamente, quería conocer su obra sabedor de que quien suscribe era amigo de Cabral, de su obra, de sus letras. Digamos que, entre argentinos, Teddy quiso rendirle tributo de admiración hacia Cabral y, para mi fortuna, fui el hombre puente para dar a conocer al mundo las innumerables virtudes de Facundo Cabral, las que conocía Teddy como cualquier persona culta, pero me eligió a mí por aquello de saberme el “lazarillo” de Cabral para que difundiésemos su obra. Me consta que, dicho programa fue un éxito porque, amigos, hablar de Facundo Cabral era algo de una trascendencia fantástica.

Muchos fueron los encuentros que tuve con tan genial personaje que, de forma irremediable, aquellos encuentros sirvieron  para que ambos sellásemos un pacto de amistad que ha durado hasta el día de hoy en que, aturdido, me he sobresaltado con la noticia de su muerte repentina. Dentro del dolor que supone perder a un amigo, gracias a su generosidad, a diario podré escuchar su bella y particular voz puesto que, debido a esa amistad a la que aludo, el gran Teddy García me grabó con su espléndida voz dos de mis últimas obras, dos regalos sagrados que vivirán dentro de mi corazón eternamente. Documentos que los podemos gozar desde cualquier parte del mundo gracias al milagro de Internet.

VA POR TI y SE LLAMABA SOLEDAD, los dos libros que me narró, documentos que, sin duda, desde el primer día tenían un valor incalculable para mi humilde ser, a partir de estos momentos, aquellas narraciones son estigmas que vivirán eternamente en mi corazón. Los libros citados podían ser de cualquier manera pero, les aseguro que, en la voz de Teddy, ambos quedaron impregnados de su talento, hasta el punto de poder considerarlos como auténticos documentos; la voz de Teddy hacía milagros, lo digo que tuve el placer de disfrutar a su lado y, como digo, de admirar sus obras.

Él sabe cuánto le quise y la forma con la que le agradecí aquella labor maravillosa de sus grabaciones en mi honor. Nunca aceptó en lo más mínimo ningún agradecimiento material, pero si me acogió en su ser como un amigo del alma. Tuvimos, Dios sabrá porque, esa empatía entre dos amigos que han gozado del cariño mutuo hasta que la muerte nos ha separado. No puedo evitar unas lágrimas al pensar que, hace apenas unos días me llamó para preguntarme cómo estaba y, ante todo, para que me cuidara mucho porque, ya se sabe, en estos tiempos de pandemia, apenas nadie podíamos vernos, pero sí llamarnos para desearnos salud unos a otros, algo que hacíamos de forma periódica.

Si estas líneas alcanzan a las retinas de Santi, su hijo, que las mismas sirven para reiterarle mi gratitud a la memoria del que fuera su padre que, como es notorio, qué solo ha quedado el bueno de Santi, un modelo de hijo al que Teddy García le había enseñado su mejor lección, su talento y su honradez. Ambos, padre e hijo luchaban a la par, trabajaban en la emisora que habían creado y, el uno junto al otro eran puntales decisivos para alimentar sus ilusiones. Santi ha perdido a su padre, un hombre excepcional y los que le quisimos hemos perdido un amigo al que difícilmente encontraremos reemplazo.

Mientras que, los que le quisimos, seguiremos gozando de su obra, la que nos legó, sus narraciones en distintos libros, sus cientos de videos con sus entrevistados, es decir, con toda su obra, seguiremos rezando para que Dios le tenga en su gloria.

La fotografía de Pepe Tébar delata nuestra amistad y cariño desmedido.