La complejidad del mundo del toro en ocasiones nos hace recapacitar para pensar que, más allá de la justicia que pueda ser acreedor tal o cual torero están las organizaciones taurinas que, para muchas de ellas, un torero es apenas un bulto sospechoso que, si les apetece lo utilizan o, si lo consideran oportuno, le dejan tirado como una colilla en el basurero, como le sucediera hace pocas fechas a ese gran torero llamado López Chaves, al que dejaron tirado en Bayona porque, tanto Carlos Zúñiga, como su poderdante Luque, para ellos, López Chaves era un peligro. ¿Solución? Vetarle para que no toreara en dicha plaza.

Siempre dije que, respecto a los toreros, éstos triunfarán si los demás lo consideran oportuno y, pese a todo, los triunfos no son garantía de nada porque más adelante citaré un ejemplo clarísimo que nos pondrá a todos los pelos de punta. Triste vida la de estos hombres que se juegan su pellejo, alcanzan éxitos por doquier y tienen condiciones más que sobradas y constatadas para ser toreros y……..

Tienen que querer los demás o, en el peor de los casos, que estén convencidos de que están haciendo un gran negocio contratando a tal o cual torero, algo que apenas tiene importancia porque, en realidad, en los momentos actuales, da la mismo que actúe uno que otro, va la misma gente a la plaza porque ese fenómeno de masas no existe; es decir, nada tiene trascendencia y todo queda en manos de la suerte, si así se le puede llamar al hecho de que te llamen y o te dejen sentado en casa.

Por ejemplo, si nos adentramos en lo que podríamos llamar la segunda división del toreo, en la misma, se queja amargamente Rafaelillo del trato que le dispensan, y tiene razón. Pero la razón no es un argumento defendible en el mundo del toreo en que, en ocasiones, priva más la amistad, el amiguismo, el quedar bien con terceros, antes que la valía de muchos toreros que, como antes decía, con méritos más que sobrados están sentados en su casa a la espera de que suene el teléfono que, casi siempre, no tiene cobertura.

Este año, entre otros, les ha caído simpático a los empresarios ese chico llamado Juan Ortega que es un torerazo. Pero, ¿acaso no lo era años atrás desde que se doctoró? Era el mismo, es el mismo que viste y calza pero, en esta ocasión, sin que nadie sepamos las causas, ha caído de pie en las organizaciones taurinas y le dan cancha en todas las ferias. Es cierto que, dada su calidad como torero siempre es apetecible verlo por parte de los aficionados, algo que los empresarios se han dado cuenta y, como quiera que el caché del chico es ínfimo, ya tienen un hombre para rellenar un hueco que les viene como anillo al dedo.

El hombre al que antes me refería y que han dejado en el olvido no es otro que Paco Ureña que, apenas ha toreado desde que actuó en Vistalegre, si acaso le vemos anunciado en Santander y, para usted de contar. Al respecto de este torero, ¿no habíamos quedado que era una figura del toreo? Eso decían sus adláteres, pero la triste realidad que vivimos nos afirma todo lo contrario. Ureña, no lo olvidemos, ha dado tardes épicas en el toreo, siempre con el toro auténtico porque con la “burra tonta” es uno más del montón. ¿Será acaso esa triste circunstancia la que le ha relegado a un oscuro sitio en su profesión? Aquí nadie entiende nada y, lo que es peor, se sacrifican a muchos inocentes que, su única culpa no ha sido otra que haber triunfado.

¿Qué pasa con ese artista consumado de Linares llamado Curro Díaz? Se han montado todas las ferias y nadie ha contado con él y se ha tenido que conformar con algunas corridas en los pueblos y para usted de contar. ¿Qué le podemos imputar a este diestro que ha sido capaz de triunfar con toda clase de ganaderías? Con el tipo de toro al que se enfrentare, apenas que un animal le permitiera una docena de pases, muy pronto entendíamos que estábamos frente a un artista genial e irrepetible. O sea que, suerte que tengas que el saber poco te vale.

Sobre Curro Díaz, son muchos los triunfos que podríamos enumerar al respecto de su carrera pero, éxitos de ley, faenas de enorme calado, tardes irrepetibles en las que, el diestro de Linares ha dejado constancia de que su toreo no es ninguna broma; más bien, toda una causa artística en la que ha dejado páginas imborrables en los ruedos.

Está claro que, siempre será cuestión de los demás porque si éstos no quieren por mucho que un torero se esfuerce, todo ello no sirve para nada. Es lamentable escribir todo esto porque duele hasta para el que lo narra. No se trata de defender a chicos ilusionados, estamos hablando, en este caso concreto, de un torero cabal y auténtico que, para mayor satisfacción personal, ostenta el título de artista. ¿Para qué sirve dicho título si luego no te lo convalidan en los ruedos?

En la imagen, Curro Díaz, el artista al que este año han sacrificado las empresas por el artículo 33, es decir, por sus cojones.