Yo me quedo perplejo con todo lo que voy leyendo por ahí respecto a Morante, sinceramente, me quedo anonadado. Todo el mundo pondera sus faenas –sin el toro, claro- las que nadie discutirá pero, es curioso que todos los que utilizan el botafumeiro a favor del amigo de Santiago Abascal, nadie pronuncia la palabra TORO. Me sigue sorprendiendo que le dediquen epítetos maravillosos al diestro de La Puebla pero, es altamente preocupante que nadie repare en los animalitos que lidia. Este año, a su favor, hasta se nos ha vuelto trabajador y constante cuando, un torero de su arte, de vez en cuando debería de dejar que arreciara la bronca al más puro estilo de Cagancho.

Vamos a ver, trataremos de explicarlo para que todo el mundo lo entienda. ¿Qué sentido tiene que, Morante, o cualquiera de sus compañeros, estén media hora delante del toro aburriendo a Dios y a su padre? Esas corridas que todos denominan triunfales, en honor a la verdad, están revestidas por un hastío incontrolable porque, lo diré millones de veces, si el torero no tiene enfrente un toro con casta y peligro, todo queda en la parodia que nos ofrecen a diario.

¿Es Morante un artista? ¡Sin duda alguna! Negar su arte sería tan grave como negar la existencia de Dios. Este hombre está en su derecho de matar las corridas que le plazcan pero, a su vez, si algún aficionado, como pueda ser mi caso, no está de acuerdo con semejantes animalitos que salen santificados de toriles, barrunto que nos asistirá el derecho a expresarnos libremente.

Claro que, como somos muy pocos los que defendemos la dignidad del toro, los raros parecemos nosotros porque, reitero no caben ya más botafumeiros en la prensa escrita para venerar al genio de La Puebla. ¿Será que nos hemos acostumbrado al fraude y lo vemos todo como muy natural? Se han acostumbrado los pesebreros de la prensa porque, los auténticos aficionados no tragamos con dicha caricatura.

Cierto es que, Morante podría replicarnos diciendo que de fraude nada, que lidia toros con pitones, orejas y rabo y, no estaría faltando a la verdad. Eso es pura apariencia, lo que en verdad vale es lo que el toro lleva dentro que, él lo sabe mejor que nadie, de ahí que se enfrente a las ganaderías bobaliconas que no aportan la más mínima emoción al toreo. Pongámonos la mano en el corazón y respondamos honradamente la siguiente pregunta. ¿Se les puede considerar toros a esos animalitos de las ganaderías que todos conocemos que, carentes de la más mínima emoción, ni siquiera podemos palpar el peligro que un toro pueda tener junto a un torero? Pero amigos, en el toreo pasa idénticamente como en la política, triunfa quien más miente. ¡Qué mundo hemos forjado!

Ahora, tras casi cinco lustros como matador de toros se anuncia con los de Prieto de la Cal en El Puerto de Santa María en una corrida en solitario. ¡Ya era hora, por Dios! Ya era el momento de que, tras tantísimos años matando “borregadas” se anunciara Morante con una corrida encastada que, como triunfe –que todo es posible- se convertirá en el ídolo de todos los tiempos emulando, con su gesto, según él, a José Gómez Ortega. Claro que, mientras Morante anuncia la “machada” de rigor después de tantísimos años de comodidad, como sabemos, Joselito El Gallo mató innumerables corridas de Miura, amén del resto de las ganaderías encastadas del momento.

Lo que sí está claro es que Morante lidiará la corrida aludida sin mayores problemas, lo que evidenciará que nos ha tomado el pelo durante toda la vida matando el “burro” adormilado e indefenso porque, en honor a la verdad, lo que cursimente llaman algunos ganaderías comerciales, no son otra cosa que los toritos “amaestrados” en que, por ejemplo, si empujan a un torero y se cae frente a la cara del toro, los animalitos, como si estuvieran domesticados, se quedan parados hasta que el artista se levanta.

Lo que me sigo preguntando es para qué coño llevan picadores para esos festivales con traje de luces. En contrapartida, cuando sale el toro auténtico y con raza, si coge a un torero es muy raro que no le hiera que, por otro lado, es la obligación del toro, algo que nadie queremos pero que, inevitablemente, el toro tiene que salir al ruedo para vender cara su vida, nunca para ser comparsa de los toreros que, en algunas ocasiones hasta se ponen épicos como si tuvieran enfrente los toros de Miguel Reta.

Como el toro que vemos en la imagen, a partir de ahora, Morante matará toda la camada de Saltillo, entre otros encastes emblemáticos.