Una sola palabra –okupas- nos basta y nos sobra para definir la actual situación de España. Podríamos hablar de los tres mil problemas que azotan a nuestra sociedad pero, si somos capaces de analizar la cuestión con el rigor que la misma merece, muy pronto entenderemos que todos los males de la sociedad giran en derredor de tan nefasta palabra que, por cierto, en tiempos pretéritos no sabíamos ni que existía en el diccionario. Lo supimos el día que se puso de “moda”, entró en acción y a partir de aquellos momentos, hablar de okupas es mentar al diablo que, para mayor inri, okupas los tenemos hasta en los lugares más insospechados; no hace falta nombrarles, porque todo el mundo lo sabe.

De que España en su conjunto se resquebraja de una forma alarmante, eso lo sabe y afirman hasta los niños de pañales, basta con ver la actitud de nuestros mandatarios que, en vez de ocuparse de los problemas de los ciudadanos, puesto que se les llena la boca cuando hablan de una sociedad progresista, lo único que hacen son baladronadas al más alto nivel.

Nuestros gobernantes compiten para ver quién es el más necio, el que dice la horterada más grande, el que lucha para conseguir la estupidez elevada al cubo, caso de un tal Alberto Garzón que antes de ser ministro seguramente antes de ostentar dicho cargo trabajaba en el alambre, la prueba de lo que digo es que el muy necio critica todo lo que huela a España, ya sea la carne vacuna, el turismo, el mismísimo chocolate y cualquier cosa que tenga que ver con el progreso de España con sus empresas. ¡Y el tipo es ministro! Claro que, como miles de veces he dicho, en España, para ser basurero hay que opositar pero, para ser político, con tener el carnet de mala persona es más que suficiente. ¡Sálvense todos los que sean buenas gentes!

A tipos como el tal Garzón y demás gentecillas que viven de nuestros impuestos, a todos ellos me gustaría verles ganándose la vida en empresas privadas y, con toda seguridad, cambiarían de actitud, se comportarían como personas normales porque, de lo contrario estarían en la puta calle que es el lugar que les corresponde.

No es honesta nuestra política, la que nos enseñan a diario porque, entre todos, quieren romper las tradiciones más ancestrales de nuestro país como pueblo y tenemos miles de pruebas que lo constatan. Tener un gobierno que, para poder tomar una decisión tienen que pactar con afines a los criminales, a los separatistas que prohíben que se hable la lengua de Cervantes en Cataluña y a toda esa basura humana pestilente que, como único logro, insisto, éste no es otro que la destrucción de todo aquello que huela a humanismo y, por ende, a concordia entre los seres humanos. Lo he dicho y lo repetiré mil veces, que alguien me muestre un solo logro de la izquierda que haya favorecido a sus “descamisados” como diría la inolvidable Evita Duarte de Perón. Eso no lo verán mis ojos, ni mis hijos, ni siquiera mis nietos.

Vivimos el tiempo del terror, del miedo, las prohibiciones de todo tipo; digamos que, estamos sujetos a todo aquello que propicia una dictadura puesto que, el hecho más sangrante, de los miles que tenemos, no es otro que desde las altas esferas del poder se aplauda a los okupas. Y así debe ser cuando nadie hace nada por remediar esa lacra, un mal endémico que ha tomado fuerza y, para mayor escarnio, es vitoreado por nuestros políticos. ¿Habrá crimen más grande que le ocupen a una persona una vivienda y que no haya ley alguna que le proteja? Lo dicho parece de ciencia ficción pero, es una realidad que aplasta. Miles de testimonios vemos a diario en que, personas honradas que se han comprado una segunda vivienda con el sudor de su frente y, de la noche a la mañana, la misma ha sido ocupada por unos hijos de puta, sabedores de que no existe ley que les obligue al desalojo.

Al respecto, a diario nos desayunamos en los noticieros de toda índole cuando nos hablan de este problema y, cualquiera rompe a llorar ante la impotencia de los damnificados y, lo que es peor, ante la pasividad de nuestras leyes que, a tal efecto no existen. Hemos visto casos de un dramatismo espectacular, como el de aquella señora mayor que vivía sola, la ingresaron en el hospital y, al volver su casa estaba ocupada y no pudo entrar en la vivienda de su PROPIEDAD. Y esta crueldad es aplaudida por Ada Colau y demás gentes izquierdosas que, con tal de que la gente robe, se apropie del bien de los demás, con ello ya están todos contentos porque, según ellos, de esta forma reparten justicia. Claro que, son sus casas, las de estos personajes nefastos las que deberían de ocupar todos los desalmados de este país que, en ocasiones, hasta nos han hablado de mafias que se ocupan de dicho menester, es decir, de entregar las viviendas deshabitadas a los okupas de turno.

Hoy, sin ir más lejos, Pilar García Muñiz, entrañable periodista ha entrevistado a un damnificado porque le ocuparon su casa y, ante aquella conversación, se ha emocionado Pilar, ha roto a llorar el entrevistado al confesar que, lleva dos años de juicios, abogados, pleitos, disgustos, quebraderos de cabeza y todo, sin logro alguno, es decir, sin poder recuperar su casa y, mientras todo eso sucede, el pobre vive en una pensión que apenas puede pagar. Como digo, en España, a diario, tenemos cientos, miles de casos de esta magnitud pero, insisto, nadie hace nada por remediarlos. Y es que la política bolivariana hace milagros ¿verdad? Lo digo porque, ser honrado en España es una estupidez al más alto nivel, sencillamente porque a diario desde los púlpitos más altos nos enseñan a diario que delinquir es la tarea más sencilla del mundo y, lo mejor es que no tiene condena. ¡A las pruebas me remito!

En las imágenes vemos distintos pasajes de los okupas y, como adalid de la «noble causa» vemos a la indeseable de Ada Colau que, gracias a la democracia es la alcaldesa de Barcelona.  ¡Échale hilo a la cometa!