Estos retrasados mentales que nos rigen, su único logro no ha sido otro que el cambio de nombre de muchas calles en pueblos y ciudades; cambios a su gusto, claro. Porque las calles que actualmente tienen nombres republicanos esas no se han tocado para nada. O sea, una maldad en toda regla pero que, ellos, los dirigentes creen que con esas zafiedades han cumplido con su electorado y, lo que es peor, hasta se creen que con las aberraciones aludidas han solucionado los problemas de España.

Lo dicho, cambiar el nombre de una calle no es otra cosa que joder a miles de personas cuando se trata por ejemplo de Madrid como hiciera la innombrable Carmena, Dios la tenga en su gloria política; y si es en un pueblo exactamente lo mismo, con menor relevancia, pero el daño sigue siendo el mismo. No quiero ni que me venga a la cabeza todos aquellos que han tenido que pasar por ese trance macabro por aquello de todo el trabajo y gestiones que han tenido que hacer para decirle a los suyos, a Hacienda y al mundo entero, que ellos ya no viven en la calle que reza en todos sus documentos.

Como digo, estos insensatos disfrutan por aquello de cambiar los nombres de las calles que a ellos no les gustan cuando, por ejemplo, problemas sangrantes como el de La Palma, cuando miles de isleños lo han perdido todo, hasta el cementerio que ha quedado sepultado por la lava, los apestosos que decían que gobernarían para ayudar a los pobres todo ha sido otra mentira cruel porque aquellos canarios desdichados siguen sin la menor ayuda, como les sucediera a los lorquinos cuando el terremoto asoló la ciudad que, por cierto, Zapatero se hizo la foto, prometió todo tipo de ayuda y diez años después, siguen esperando.

Trabajo, gastos, molestias, gestiones de todo tipo e incluso trabas que les han puesto a muchos a la hora de solucionar un problema que antes no existía pero, como dije miles de veces, estas gentuzas con capaces de eso, de crear problemas donde no existen y donde hay problemas auténticos se hacen los locos, miran hacia otro lado, caso de los parados, la problemática de todos los sectores en que, por unas y otras razones hay cientos de miles de personas en la miseria, empresas que han cerrado porque se les ha hecho imposible continuar pero, todo por culpa de unas gestiones nefastas de un gobierno que, reitero, su único anhelo no es otro que cambiar el nombre de las calles y, como sucede ahora mismo, dejar a la fuerzas de seguridad del Estado con pistolitas de agua para que prolifere la delincuencia. Esa es la democracia que estas gentuzas quieren, la que aniquila el orden, la paz, la convivencia y el propio estado de derecho.

Cuando recuerdo que, en la época de Felipe González jamás se le ocurrieron dichas aberraciones, al pensar en estas gentuzas me derrumbo por completo. González, un socialista de pro jamás reparó en dichas veleidades porque aquel hombre sabía de los problemas que tenía España, justamente los que trató de solucionar durante muchos años pero que jamás se preocupó de nimiedad alguna porque aquel hombre, con sentido de Estado, sabía que lo primero era España y los españoles.

Ahora todo ha cambiado, hasta el nombre de las calles que es la gran prioridad de estas gentes apestosas. Primero empezaron con las calles que les sonaban como franquistas y, de repente –yo no me he alarmado para nada– ahora le toca el turno al Rey de España y todo lo que huela a monarquía hay que borrarlo por completo, hasta conseguirán la expulsión de España del Rey Felipe VI al igual que hicieron con su padre. Incluso, hasta el Valle de los Caídos ahora se le denomina Cuelgamuros. Lo que no entiendo es cómo a estas alturas de la vida no le han cambiado el nombre a El Escorial y le han puesto Basílica de Pablo Echenique, pero todo se andará.

La última parida al respecto del cambio del callejero ha tenido lugar en Cádiz porque esa lumbrera que tienen como alcalde que se llama Kichi –con el nombre ya está dicho todo– ha aprovechado la coyuntura de las huelgas del metal de su provincia y, al margen de manifestarse junto a ellos como un trabajador más –menuda falsedad e hipocresía de semejante gandul- ha aprovechado para cambiar el nombre de dos calles que olían a la monarquía.

Todo gira sobre ruedas, por ejemplo en Cataluña que se han cambiado decenas de nombres de sus calles, ahora se prohíbe rotundamente que se enseñe a nadie en español o castellano. Pobres generaciones venideras porque cuando sepan lo que se encontrarán en el camino querrán morirse todos sin haber recibido antes la extremaunción. Y a todo ese aquelarre le llaman democracia. Yo no entiendo nada. Debo ser un extraterrestre despistado que no sabe de la grandeza de la democracia y, sin duda, de todos aquellos que la rigen.

Lo verdaderamente criminal es el hecho de que todos nos encojamos de hombros y que aceptemos dichas canalladas como si todo transcurriera por la vía de la normalidad. Insisto que, lo del cambio de nombres de nuestras calles no es ninguna broma porque miles y miles de personas han sido laceradas al respecto por toda la puta burocracia que esa broma maldita les ha supuesto en sus vidas. Seguramente más de un afectado al respecto, por sociata que sea, seguro que se está acordando de los muertos de aquellos a los que votó. A lo hecho, pecho, amigos.