El gesto de Javier Cortés con Miraflores, y a su vez con la residencia de ancianos del Perpetuo Socorro es uno de los gestos más bonitos y altruistas que podremos ver en la temporada 2020. Una corrida sin ánimo de lucro que se ha montado con la mayor de las ilusiones, pero que ha sido encontrado diferentes muros y trabas. Hoy os contaré algo, que deja a la altura del betún a un ganadero con aire de caudillo.

Para conformar la corrida se llegó a un acuerdo con 4 ganaderías, se les preguntó si querían participar, y todas dieron el visto bueno, la asociación cultural de Miraflores de la Sierra también quiso participar con un toro de Victoriano del Río. Todos pusieron su granito de solidaridad, Zacarías Moreno, Baltasar Iban, José Vázquez y Victoriano del Río. Hasta el momento todo bien. El problema surgió el martes, día de ver el ganado. El reconocimiento se haría el mismo sábado a las 8h la mañana.

La prepotencia y desatino de un ganadero pasó por encima de la sinrazón, de la solidaridad y de los aficionados. Don Victoriano del Río, el mismo que sacrifica la bravura en detrimento de la nobleza ha rebasado los límites de la inmoralidad.Una gran falta de valores, de moral, de compromiso, de humanidad. Le da igual tirar por tierra el trabajo de los demás. Juega con la ilusión de un torero. Con sus ganas de hacer algo diferente.

En ningún momento ha mostrado la actitud de una persona que quiere ayudar a dar un espectáculo. Imagino que la solidaridad va por barrios, y a Guadalix no llega. En ningún momento tuvo intención de mostrar el toro que iba a salir al ruedo de Miraflores. Es decir, el toro no se pudo ver hasta ayer. También era consciente que su toro tenía defectos, y que no pasaría un reconocimiento.

¿Por qué sería? Pues muy fácil, porque el toro era indigno de una plaza con público. Con un absceso o bulto en la zona de la mandíbula, que en el mundillo se conoce como «galápago»  y totalmente de deshecho. Es como si yo, voy a donar ropa, y les doy toda la ropa que tengo rota o para tirar a la basura. Vaya bajeza. Para eso es mejor decir NO quiero participar. La palabra es una cualidad que vale mucho en cualquier parte del Mundo.

Cuando llegaron ayer jueves para cargar el toro, se encontraron un toro que dejaba mucho que desear, algo impropio de cualquier plaza, hasta de una de pueblo. El susodicho “ganaduros” dijo palabras literales… “Este toro o ninguno”.  Para más tarde montar en cólera al saber que la corrida era televisada. Y bajarse el mismo del cartel. «Si se televisa no voy». Imagino que no quería que nadie viera ese toro.

Cómo no hay toros en el campo, imagino que el hombre no encontró otra solución, entiéndase la ironía.  ¿Ustedes creen que es normal?

Luego dejo unas perlas, para hundir la sensibilidad de cualquiera, y poner en entredicho su humanidad, intentando menospreciar a un torero, que ha querido tener un gesto con la afición madrileña  “Yo no tengo nada con Javier”  “Mis toros solo los lidian las figuras” «Quien es Javier Cortés».   Eso está muy feo, una falta total de sensibilidad, respeto, moral, civismo y educación. Cualquier insulto le va bien, ante semejante salvajada. Es cierto que Javier Cortés aún no es figura, pero también es cierto que es uno de los toreros más puros del escalafón, que se enfrenta a cualquier tipo de toro, y que lleva su toreo perfumado con la verdad. Un ganadero que lleva subido al carro de las figuras 15 años y se cree por encima de los demás. Ver para creer. ¿Dónde está la humildad?

Vergüenza el ganadero madrileño Victoriano del Río.  Se cree que tiene derecho a pisar al pequeño, a ningunear al más débil, a juzgar a un torero. Con su actitud se ha retratado. Tal vez, algún día, los millones se esfumen, y las figuras se vayan. Cambie la moda, y no se acuerde nadie de él. Porque la vida da muchas vueltas, y nunca sabes dónde vas a estar o que vas a necesitar.

El toro de Victoriano del Río ha sido sustituido por un toro de Sánchez Arjona. Para cualquier aficionado, mucho más atractivo, donde va a parar. Y demuestra la clase de torero que es Javier Cortés.

Por Juanje Herrero