Algo se muere en el Alma

 

Como dice esa sevillana cantada por el taurino dúo sevillano «Los del Rio» «Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va, y va dejando una huella que no se puede borrar.» pues  si la versionamos podríamos decir «Algo se muere en el alma, cuando el bombero torero se va, y va dejando una huella que no se puede borrar.»

No se podrá borrar la historias de unos grandes cómicos, muy toreros, que nos abrieron las puertas para que muchos nos acercáramos a la tauromaquia y a otros los que gozan del privilegio del valor para ponerse delante, no podrán olvidar esa cantera de sacar torero como era la parte seria de este genuino espectáculo taurino.

La parte seria del espectáculo vio nacer a toreros como Antonio Chenel “Antoñete”, Paco Ojeda, José María Manzanares, Juan Antonio Ruiz “Espartaco”, José Ortega Cano, Dámaso González,  Emilio Muñoz, Enrique Ponce y Pepín Liria, entre otros muchos.

Rafael Celis, es la cabeza visible de la tercera generación de esta saga de toreros cómicos,  que hace 89 años, cuando su abuelo se sacó de la chistera una función que tuvo su germen en un festival celebrado en Madrid en 1928 a beneficio de niños rusos afectados por la Primera Guerra Mundial. su  abuelo Pablo afinó el espectáculo y tan solo dos años más tarde, en 1930, llegó a actuar en 118 ocasiones.

Han sido tres generaciones y cinco Bomberos Toreros, pues si fue su abuelo Pablo quien comenzó la saga, a éste le sucedió su hijo Eugenio. Más tarde tomaría el relevo Manuel, también vástago de Pablo, y a continuación Carlos, nieto del fundador. Ahora, Rafael, también nieto de Pablo, será quien ha puesto el punto final profesional a esta dinastía  el pasado viernes 15 en Almodóvar del Campo.

Con este adiós se van 89 años de gloriosa historia para la tauromaquia, 89 años en los que muchos hemos disfrutados, pero nos quedamos huérfanos ya que muchos no podremos llevar a nuestros hijos/as a estés inigualable espectáculo taurino, nos quedara de hacer de abuelo cebolleta y contarle  que había una  Banda de Música, dirigida por Pablo Celis, tras la que iban Eugenio este también vestido de Bombero, Manolín con la gran eme en su camiseta seguido de los dos hijos de Pablo, el célebre Arévalo con su disfraz de Charlot que en otros momentos hacia de Cantiflas  y por último la cuadrilla de enanitos encabezada por Miguelín, que hacía las veces de matador.

Volviendo al principio, a la sevillana de Los del Rio, «Ese vacío que deja el amigo que se va, Es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar» si la versionamos podríamos decir «Ese vacío que deja el Bombero Toreo que se va, Es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar.»