Aficionados de una docena de Peñas y Clubes visitan ferias de España, Francia y América.

Sin echar cuenta de que Movistar, muchas gracias, nos pone en el salón de casa las 80 corridas más importantes de la temporada española, ser aficionado en Iberia resulta fácil para quien tenga un poco de lo que significa afición y no digamos para los “entendidos”…que brillan por su ausencia.

Uno se centra en Logroño, por no ir lejos, y puede darse un baño, comer a la fresca, reponer con una cabezadita, y en coche y llegar con tiempo para asistir a los toros en Burgos, Soria, Zaragoza, Bilbao, Donostia, Pamplona, Bayona, Santander…y un puñadito de plazas de tercera. A la mayoría por autopista  y a varias en una hora mal contada.

Por aquello del alcohol, y los saludos imprevistos de los del “verde manto”, no conviene aprovechar el viaje para cenar ya que la liturgia no es total sin un vinito agradable y “algo” para remate.

A estas ocurrencias les doy puerta por dar importancia a los aficionados norteamericanos que cada año veo en las ferias españolas, especialmente en las de verano. Este año los he visto en Pamplona,  Bilbao, Madrid, Salamanca, Logroño…y sé que también los hubo en Sevilla, Valencia y  plazas de Francia. Los pobladores de California se relacionan, y “torean” en festejos, con plazas mexicanas como Monterrey, Tijuana y otras que no están en los mejores momentos de oferta.

A veces, organizan la romería juntando yanquis, hispanos y de otras procedencias pertenecientes a varios colectivos. En ocasiones hacen la peregrinación por libre o vuelan en pequeños grupos de amigos. Lo cierto es que no llegan de mochileros, “invierten” y son muy correctos.

Es admirable cómo están al tanto de la temporada española por las publicaciones y libros que aquí se editan, pero es más llamativo cuando uno pasea New York y comprueba que hay numerosos libros de tema taurino, en inglés, y que la mayoría son aquí desconocidos cuando se editaron hace décadas.

No incluyo a los clásicos aborígenes de Hispania que saben la guía telefónica de Illinois de memoria. Pongo un caso sencillo: “In the presence of death” (Antonio Ordóñez by Shay Oag). Debió editarse por los años 60, tiene cientos de fotografías y está dedicado a Antonio Ordóñez, su familia y en recuerdo del Niño de la Palma.

He comprado “todo” lo publicado sobre el Maestro de Ronda y pegué saltos cuando encontré ese libro o algún otro de Barnaby Conrad, o la novela de los años cincuenta de Tom Lea con ilustraciones, creo que del autor, a plumilla, y las doce estampas esenciales del toreo de capa y muleta repetidas en las dos primeras y últimas páginas que cubren las tapas duras del libro. Digamos que son las páginas de cortesía o anteportada y la que suele contener el título de la obra…que viene después. Diré que de diseño, anatomía de libros y cosas así sé lo mismo que de casi todo lo demás: ¡Nada! Pero me gustan los manejables, atractivos desde que salen del chiquero y confortables. Hace tiempo que no los releo pero los tengo en mente.

Hace años colaboré con la publicación “Los aficionados de Los Ángeles”. La editaba, en inglés, un club de Hollywood que presidía la gran aficionada Jimee Petrich. Importante su contenido y un calendario taurino en el que estaba todo lo sucedido en cada día del año desde hace ”siglos”: Alternativas, nacimiento, “Q.E.P.D”…de toreros, banderilleros, ganaderos, picadores…¡Muy curioso!

Personalmente he estado en New York, hablando de toros, en dos ocasiones: Una en 1998 y otra en 2008. En la primera, Navidad y viaje familiar, acababa de morir Antonio Ordóñez, “mi torero”, que tuvo muchos seguidores en EE. UU. En ello influyeron  sus relaciones con Orson Welles y Ernest  Hemingway  que lo  vio algunas corridas en Pamplona y otras en varias plazas de España.

Estaba de incógnito y el presidente del Club Taurino of New York, Imre Weitzner, neuroradiólogo,  me localizó en el hotel por informe de Jimee Petrich. En New Rochelle tenía una inmensa biblioteca James J. Nieto, hijo de toledano, con miles de ejemplares entapados en cuero, cuadros de Roberto Domingo, García Campos…Y allí, de forma llana hablé de AO ¡Quién iba a pensar que dos años más tarde daría en Ronda el pregón de la corrida Goyesca en su homenaje!

Imre preparó el acto y asistieron el pintor, y escritor sobre el arte de fumar puros, Kevin Gordon, el guionista Thomas Weitzner, recién llegado del entierro de AO, con muchos años de rodaje en Pamplona y desde los 50 pasando medio año en España. Desde New Jersey llegó Salvatore Miliziano. Quinto del que esto firma, en  el año 61 se estableció en la Costa del Sol. Debutó de luces, como El Romano,  en Vélez Málaga y me enseñó carteles con su nombre en La Carlota, Ubrique…En el 63 se fue a México donde siguió con su afición. Hoy es un importante empresario de restauración. Recordaba, de aquellos tiempos, a Curro Conde, compañero de aventuras, Terremoto de Málaga, Manolo Acevedo, El Pireo, los Ortiz…y a José María Recondo que nos habló muy bien de El Romano. Sal es muy católico y pensaba organizar festivales, anunciándose como El Misionero, a favor de unos indios nativos que tenía localizados.  Tras la tertulia volvió a New Jersey.

James Nieto me obsequió con “Fiesta in Pamplona”, en inglés, una joya que desconocía, editada en 1956 por Dominique Aubier con cientos de fotografías de Inge Morath, esposa del dramaturgo Arthur Miller. El concejo pamplonés compró esas fotografías por más de 8 millones de pesetas.

La segunda visita, planeada también por Imre, con lujo y folletos, en el centro de NY. Gran restaurante “Costa del Sol”. Llevé la conferencia escrita en inglés…casi me la aprendí de memoria. Conocí a Iñaki Astondoa, pamplonés del conjunto “Los Iruña´ko” y vicepresidente del CTNY. A Paco Juanas, guitarrista que actuaba con Sabicas en los tiempos que hubo 6 tablaos flamencos en NY, y acompañó a Chinín de Triana, cantaor de Santo Domingo de la Calzada. Repitieron Kevin Gordon y Sal Miliziano, llegaron varios instrumentistas de la Sinfónica de NY, numerosas damas y desde Brewster, se acercó  Arlene Sáez, americana, de padres bilbaínos, que ya tenía encargado el abono para los Sanfermines. Me acompañó en el viaje, y los días de estancia, mi amigo sevillano Antonio Casas que lo mismo deja huella de bonhomía y estilo en las tabernas de Sevilla que en las barras de lujo neoyorkinas.

Tras la charla, en la que manejé a menudo “I´m very pleased to meet you” y “I want everyone be happy” , hubo coloquio, también en inglés, una gran comida,  fandangos y sevillanas ¡Lo difícil del jondo!  También solía repetir: “Excuse me if completely slipped my mind”. En “caló”: “Discúlpeme si se me va el santo al cielo”.

Y viene lo serio. Asistió vestido como un modelo de Armani, Gautier o Valentino, pero con sombrero, el torero Jorge Carrillo “El Chavalillo”, de Jalisco. Mediados los 60 le dio la alternativa Raúl Ochoa Rovira en La Paz, Bolivia, en presencia de Enrique Vera. Cantó por fandangos y su compañera, la famosa pintora Bianca Huizard, bailó sevillanas con Antoñito Casas ¡ Enormes!.

“El Chavalillo” se anunciaba en Sudamérica con 4 toros. Estoqueado  el segundo se quitaba la chaquetilla, iba a la orquesta y cantaba coplas de Estrellita Castro, Concha Piquer, Lola Flores…y volvía a lidiar los otros dos. Cuentan de sus buenas cualidades musicales.

Ha inventado un toro mecánico que bufa, escarba, embiste…y con banderilleros, cantantes, bailarinas…organiza “corridas” en teatros. Tengo carteles de Florencia, Lyon, Bélgica…Este amable torbellino está en la balda hace tres años.

Disfruté con tapas y comidas en el “Solera Manhattan””, que el gallego José Rufino López atendía y… vi casas muy altas. En los dos viajes aguante un frío ártico que no conocía y conocí un capítulo taurino ignorado.

Pedro Mari Azofra.