Ramiro fue tenaz sirviendo a una causa contra moldes de chiste y tutores anacrónicos.

El viboreo taurino siempre dio sitio “grasioso” al lance despectivo coreado por babosos, al eufemismo chapucero y a la expresión manida, indocumentada y sin dato histórico de precisión. Cuentan que a Camará padre, tenido por modelo legendario  de apoderado y que con aciertos tuvo errores, le propusieron “llevar” un novillero y preguntó si tenía padre. La respuesta afirmativa frustró el proyecto. La “casa” mítica apoderó varios toreros con padre pues sin él no existirían hijos toreros.

La “fábula” se escucha con actores varios a la hora de ajusticiar progenitores  de primerizos que a veces entorpecen, otras evitan abusos y muchas “invierten”. En ocasiones no aciertan a “taparse”, en otras no están o se apartan a tiempo…Puede haber de todo. Como sucede con los papás de futbolistas, cirujanos, tenistas,  encofradores, músicos, putas, políticos, estafadores, palanganeros y obispos ¡Suponiendo que todos conozcan y convivan con el autor de sus días! A veces difícil.

Considerando el ambiente social, ascendencia, bienes terrenales de tocar, y morales, y otros aspectos, cada padre y cada hijo son un mundo. Padres de ilustres conozco sin instituto o universidad. Ni supieron dónde ir para “matricular” a sus hijos y justitos anduvieron con la guita “pa los papeles”. Otros eran colegas y cencerros trajineros de los profesores. Padres y papás, son y fueron necesarios a no ser que el niño sea reprobado,  hijo de puta de carrera e ignore hierro y encaste.

Figuras del fútbol surgieron en barrios marginales y otros fueron hijos de internacionales. Novilleros hay, y hubo, hijos, sobrinos, nietos de históricos matadores, criadores de bravo y hogar acomodado que ya tienen lidiado el primer tercio o al menos la atención respetuosa, y a veces lagotera, de zampatortas y alzafuelles a reemplazo y pollabobas oportunistas. Gozan de placidez ambiental.

¡Vamos al turrón! Puedo anotar una lista larga, con nombres y apellidos, unos solventes y otros sablistas y “vivendis”, a los que se escuchó que Ramiro Urdiales debiera apartarse de su hijo torero cuando este no era nadie o fue Dieguito, Diego Valor, El Diego, Diego de Arnedo…¡Y después también!. Es fácil piarla. Pero hay que mantener  la querencia filial, poner los medios para desplazarse, el avío y sustento familiar, adquirir trastos, pedir cancha, lidiar pluriempleos…antes “de”. Ocurrió con miles y cito al poderoso Miguel Mateo “Miguelín” que me lo detallaba.

Muchas mañanas invernizas, Ramiro madrugó para acercar al chaval al punto de partida, 70 kilómetros, y que asistiera a tentaderos lejanos para prepararse y seguir viviendo “en torero”. No del toreo. A la vuelta, esperaba de noche para acercarlo a casa. Sin perder el tajo y el buen son. Es solo una muestra del esfuerzo de un jornalero que tuvo que soportar aclaraciones despectivas, hirientes…en su barrio, en su pueblo y en “su” ruedo donde también las lidió el que esto firma. A veces de prendas bípedos con menos visión que una picha con flequillo.

Diego está a punto de culminar un gran ciclo profesional. Por eso escribo lo anterior ya que ni ahora ni antes uno ha sido de cobas rastreras. Y Ramiro lo sabe. Pero quiero dedicarle a este leonés de Arnedo, humilde migrante rural como millones, unas líneas porque padres así los necesitarán toreros, y no toreros, que se formen como Diego. Y los necesitaron. Han hecho mucho bien y mucho tiempo en funciones de ermita humilde. Más que los fresquetes, cobistas  ridículos, oportunistas, disminuidos, adanidas papanatas, incensarios y untuosos con liturgia de catedral.

Cuando Diego reventó el cinturón de hierro taurino de Bilbao se rompió llorando en el estribo. Lloraba el padre, el apoderado, los hermanos…Todo duro, emocionante, peleado y merecido. Yo me fijé en Ramiro y removí en mi mente un puñado de escenas de este hombre …que también “debía” ser culto, oportuno, prudente, burgués y de alguna divisa con alcurnia y “varilla” ¡Como si los requirentes lo fueran!

Ramiro, desde los dos meses huérfano de madre, nació en Cifuentes de Rueda y fue criado por los abuelos en Villanófar, pedanías leonesas de Gradefes muy cercanas y a orilla del Esla entre Mansilla de las Mulas y Cistierna. O por allí. De arrapiezo ayudaba en el campo y pastoreando  vacas de la familia como otros zagalillos. Entre ellos, José Manuel Sánchez García, comisario y presidente de Las Ventas hasta el 2006, que me refrescó aquella época con Urdiales I. Un año “lo trajeron” a Logroño  para valorizar la plaza…¡Un petardo!. Conocido por “el presidente de las pajaritas” pues las usaba en vez de corbata. Fundador, en el 76, del sindicato policial, clandestino, colaborador  de radio “puesto” en el argot del hampa, agregado de embajada…negó una oreja a Diego, pedida con fuerza, en Madrid ¡Parientes tengas!

Ramiro tomó aire viviendo con su padre un tiempo, en León,  pero la convivencia con la madrastra hizo que  con 16 años saltara a “buscarse la vida” en el mundo de “la feria” trabajando en una atracción de “autos de choque”. Hizo “la mili”, como caballero legionario paracaidista en Alcantarilla y Alcalá de Henares, y aterrizó en Arnedo por el año 70 como empleado  en la Compañía de Teatro Eslava (Comedias y variedades). Recorrían España con un repertorio diverso acercando las artes escénicas a todos los públicos con cambio diario de programas y siguiendo una tradición cultural de siglos.

En Arnedo se casó: Tres hijos. Tiempo de fácil empleo para el proletariado. Trabajó 40 años en “Ruiz Alejos” alternando con huerta, silbato de fútbol en tiempos de El Planos, pintura, corrales de la plaza, callejón, embestir a los curas el día de san Marcos…Si había una peseta allí estaba Ramiro  con Dieguito, “en el bolsillo”, que empezó a calentarse con el ambiente. Llevarlo y traerlo a mil pueblos, poner trajes camperos, de luces, rogar…sacar el hogar adelante… y mil cosas más que suman todo tipo de servicios por “la causa”, hasta el de chófer y asistente del furgón de cuadrilla, que no valoran los dervirgaburras taurinos y sabios de rebote y oídas.

Por eso, y mucho más, el lloro de Ramiro me tocó. De luchador total y discreto que en trance de palparle las pelotas o disminuirlo recordó que tuvo huevos para hacer  saltos del avión de combate y los puso encima de la mesa en una reunión clave negándose a que Diego se instalara, tan joven, en Salamanca, que le impusieran cuadrilla torera, apodo y otros detalles. Las revancha fue dura. Pero con tres  salidas a hombros, 18 tardes y 16 orejas  en  Bilbao, las 31 corridas y 31 orejas en  Logroño con “mil” puertas grandes, las 36 tardes en Madrid, con 7 orejas y una puerta grande y los homenajes mundiales a su concepto torero, tengo para mí que se ha hecho con  un lugar especial en la Tauromaquia de la reputación. El resto, Donostia, México, Sevilla, Francia, Perú, Arnedo… es añadido para analizar con tiempo el mundo del toreo que  gime y explicotea cuando debiera razonar más sus arbitrarias decisiones de programar toreros como la mercadería en grandes superficies. Aún quedan los que prefieren de pie un tomate con sal a langosta de rodillas. Con esto, los clanes exclusivistas a tres bandas y un taurineo mohoso en un  momento crítico de la historia del toreo, de público orejero y del toro, no hay autónomo libre que pueda.

Pero Ramiro, paraca taurino a contra pelo y usuario de callejones de cosos históricos, sigue en acto de servicio paternal y permanente.

En la imagen, los Urdiales, padre e hijo.

Pedro Mari Azofra.