Lo que se entiende por cultura taurina no cuenta en la taquilla, en la afición ni el toreo. ¡Ni se le espera!

Se viene diciendo, de toda la vida, que la fiesta de toros sin las facetas culturales con las que se relaciona  sería un circo. Nadie puede negar que el toreo y sus protagonistas han inspirado a músicos, cineastas, pintores, escultores, poetas, ensayistas, historiadores, novelistas… y hasta a filósofos. Muchos para enaltecer y otros para reprobar y desacreditar ¿A quién le preocupa en España la cultura o su cultura? Pocos se acuerdan de Goya, Picasso…¿Quién lee a Lorca? La mayoría de españoles no sabe quiénes son.

Ahora mismo, en plena crisis general de información escrita, se editaban dos semanarios taurinos (“Aplausos” y “6Toros6”), una publicación trimestral (“Cuadernos de Tauromaquia”), una lujosa revista mensual (“Els Bous la Nostra Festa”) especializada en festejos populares, dos libros anuales de importantes artículos y cientos de páginas que se titulan “Revista de Estudios Taurinos”, la impagable edición de “Quites” que estampa gratuitamente la Diputación de Valencia…Y mil publicaciones más de índole local y regional… que se han parado con la COVID 19.

Se editan libros diversos, hay exposiciones pictóricas, tertulias, conferencias, premios literarios, pictóricos…y son escasos los que se aprovechan. No tienen obligación y cada uno toma lo de aficionado como le place, acude cómo y a lo que quiere y para lo que le gusta. Pero afición es militancia, defensa y exigencia taurina y política del patrimonio. Sobran  silencio, lamentos, prudencia o cobardía ¡Ahora faltan corridas! Y hay demasiadas obstrucciones para que se programen ¡Pienso!

Bilbao es ciudad agradable y atractiva en la Semana Grande. Su feria taurómaca es muy visitada, los restauranteros tratan de ponerse a tono y centro neurálgico de la villa es el hotel Ercilla y su zona, aunque hace años está tomando protagonismo el Carlton por “culpa” del  Club Cocherito que organiza comidas, tertulias, presentación de libros y entrega de premios. En 2020 no habrá corridas.

Al Ercilla, mi hogar de feria hace cuarenta años, llegaba del Museo de Bellas Artes, que está a cinco minutos, y coincidí con un grupo de parejas conocidas, como pudieron ser otras, que arribaron en 2019 a ver a un torero y pasar un buen día. Serían entre las once y las doce y tras saludarnos les dije, entre ingenuo y espontáneo: “Vengo del Museo, que está al final de esa calle y hay una gran exposición de Zuloaga con numerosos cuadros taurinos que conocía solo por los libros. Una ocasión única. No os lo perdáis”. Consejo inoportuno e innecesario.

La más despejada de la partida saltó como un tiro: “¿Museo? ¡Nos vamos a tomar txacolí!”. Coreando la juiciosa salida dije: “ ¡Ole! Es pronto. Hay tiempo para todo”. Reprochó con gracejo natural: “¡Quita, quita de museos!”.

No me sorprendí porque eso mismo, o similar, me hubiera contestado toda mi familia y la casi totalidad de los asistentes a las plazas. Pero hasta la boleta de entrada a la galería era una pintura de Martín de Vox con hermosa figura femenina, sin ropa, agarrada a los cuernos de un “toro” albahío, cornicorto, mogón y cornipaso.

En preciosas y solitarias salas admiré “El Coriano”, “El picador gitano”, “La víctima de la fiesta”, “Torerillos de Turégano”, “Juan Belmonte”, con quien mantuvo gran amistad, “Corrida de toros en Eibar”, “Domingo Ortega”, “El Chepa”, “Manolete”, “Toreros de pueblo”, “Víspera de corrida”…y casi un centenar más de obras, la mitad no expuestas hacía 75 años. Escribo admiré porque mi capacidad de análisis, formación pictórica, distinción de escuelas, estética, simbolismo…es nula.  Sé que Zuloaga destacó con panoramas y estampas costumbristas de estilo muy palpable  y naturalismo popular por lo vivo y realista. Dejó paisajes y menesterosos, trotamundos, pobres, marginales, deformes, rurales, cofradieros…como reflejo de un tiempo de miserias sociales o algo así.

También me interesó su inclinación por los rasgos de etnia gitana en su obra. De ellos dejó unos 40 lienzos decantándose por la familia de los Albaicín. Por el  1892 aprendió caló en Sevilla, tuvo su estudio en una corrala, alternó con bailaoras y cantaores y fue el precursor de promocionar internacionalmente la cultura calé. Practicó el toreo en una escuela taurina de la Puerta de la Carne y debutó como novillero con el nombre de “El Pintor”. Escribió un crítico: “El Pintor, por ahora, no pintará nada en la tauromaquia”.

En su estancia en París contagió de gitanería al poeta checo Rilke, uno de los punteros en la literatura universal, que por el 1912 visitó Toledo, Córdoba, Sevilla… y vivió unos meses en Ronda alternando con zincalós de la ciudad torera.

Con motivo de la exposición, y debido  a los historiadores y comisarios de la misma, Novo y Lertxundi, me entero de antecedentes curiosos que en nada disminuyen mi admiración por el pintor vasco pero complementan el conocimiento.

Resulta que Ignacio Zuloaga se puso al servicio de la publicidad franquista que recompensó su activismo a la obra con más de tres décadas en un lugar especial del mundo artístico. Antes del franquismo su éxito ya era internacional. Veinte días pasó el gran Ignacio pintando al dictador Franco de falangista, envuelto en la bandera de España,  con camisa azul, el yugo con flechas y la boina roja. El cuadro se pintó en la primavera de 1940. Fue la pauta para exhibir en el extranjero la victoria de las tropas sublevadas y como un contraste con el “Guernica” de Picasso como lo fue para los fascistas italianos “El Alcázar en llamas”, también de Zuloaga. Dos antítesis y dos genios del pincel en malos tiempos para todos ¡Qué lástima!

El cuadro de la boina solo se expuso en 1941 y despareció  siendo publicado por primera vez en color con motivo de la exposición bilbaína al ser localizado en el Pazo de Meirás por los comisarios ¿De quién es el pazo? Ya veremos.

Zuloaga se integró en el franquismo como artista y propagandista, sin ningún cargo oficial. Franco regaló a Hitler tres “zuloagas” que recibió en la cancillería. Pero al Führer le gustaron tanto que los mandó colgar en su residencia. Todo a través del embajador en Alemania y ministro de Exteriores, señores Magaz y Gómez Jordana que se disculpó con Meissner, ministro del Reich, de no tener a mano algún “velázquez”, “ribera” o “goya”, que los republicanos conducían en 70 camiones a Suiza, para quedar mejor con Adolf el exterminador nazi.

El despotismo franquista no sabía cómo halagar a los matadores nazis que tanto le ayudaron. En 1940 visitó España Heinrich Himmler, 16 años jefe de las SS, “gerente” de los campos de exterminio, no de concentración, donde calcinaron 6 millones de judíos, 500.000 gitanos, 5.200 de españoles y millones de “civiles”, defensor de la “superior” raza aria y con cara de lego en cenobio pobre.

Le dedicaron una corrida de toros con Marcial Lalanda, muy significado luchando en las milicias falangistas, Rafael  Ortega “Gallito” y Pepe Luis Vázquez que confirmaba la alternativa. El cartel con esvástica, yugo y flechas. “Caso de inutilizarse los 8 picadores no podrán exigirse otros”. Tras el tercer toro se suspendió por lluvia el festejo. Todo Madrid y Las Ventas colgaban  esvásticas del III Reich, saludo brazo en alto de público, toreros y areneros y el tal Himmler, animalista que condenaba la montería con animales y cazaba personas para esclavizar y quemar, comentó en el palco que se mareaba y estaba a punto de vomitar viendo “un espectáculo cruel” ¡Qué ganao y qué conductas!.

Me viene al recuerdo la obra “Don Juan en los ruedos” de Salvador Távora, una ópera popular con coreografía de caballos, cante y lidia de dos toros, a pie y a caballo. Cultura diversa implicando el toreo. Se dio en la plaza de Vitoria hace un par de décadas. Trataron de impedirlo una asociación animalista y en Barcelona lo prohibió por maltrato animal la Generalitat. Esas largas películas de “ciudadanos” despedazando y quemando mobiliario urbano, ultrajando a personas, obstruyendo y cortando la circulación urbana y en autopistas, el comercio y el transporte de forma brutal es, despilfarro dinerario, maltrato a bípedos racionales y la Generalitat no “puede” impedirlo o moderarlo y para colmo el “varas” Quin Torra, desde la retaguardia, animando: “Apretad, apretad”.  Tiene cojones la cosa.

Ignoro si esos grupos revolucionarios tienen compensación económica y escasas o inseguras obligaciones laborales. Si así fuera, podrían solventar el problema de recolección hortifrutícola en Cataluña, con un sueldo digno, palmas, evitando temporeros sin control y  asentamientos de escasas garantías sanitarias.

Pedro Mari Azofra.