Nadie podíamos sospechar todo lo que estamos pasando por culpa de la pandemia que nos azota, algo que está sufriendo el mundo entero lo que nos hace recordar la epidemia cólera del 1415 o la gripe mortal y devastadora de 1918; es decir, la historia se repite al correr de los años. Ocurre que tenemos poca memoria, que hemos leído muy poco de historia y, lo que es peor, nos creíamos por encima del bien y del mal.
España es un desierto, por no decir una tumba muy grande. Si analizamos las imágenes que nos muestran, es todo un solar desmantelado. Sufrimos por todos nuestros compatriotas de toda índole y condición, un dolor que llevaremos prendido dentro de nuestro ser durante el resto de nuestra vida. Claro que, metidos de lleno en el tema que nos subyuga, los toros, comprendemos la desgracia que nos asola que, no es ni más ni menos que la de cualquier sector que, muchos de estos, si se me apura, cuando pase la tormenta, si es que pasa, podrán recuperarse pero, lo de los toros es más grave de lo que nadie imagina.
Un amigo me decía que, los toros es lo más importante dentro de lo menos trascendente y entiendo que tiene razón. Pero la realidad que azota a nuestro mundillo no tiene parangón. Seguro que, muchos sectores de las industrias en todas sus vertientes, pasado el tiempo se recuperarán, pero serán industrias que no tengan nada que ver con el ocio puesto que, las que de ello dependan están condenadas al abismo de la indiferencia.
Los toros, como es notorio, es una cuestión de ocio, de diversión, de entretenimiento, por ello, muy alejado de la realidad en que vivimos puesto que, si no tenemos para pan difícilmente podremos pensar en diversiones. Y el pan se acaba, no hace falta ser muy listo para que comprendamos la miseria en la que no ha sumido esta maldita pandemia que, para nuestra desdicha, no tenemos un destinatario al que echarle las culpas. Ha sido el destino el que nos ha elegido para el dolor y, como siempre, esa pena la sufrirán mucho más los humildes que, como es lógico, somos la inmensa mayoría.
La hecatombe que esta pandemia ha llevado a cabo en el mundo de los toros –y esto no ha hecho nada más que empezar- no tiene parangón. Cientos de toros se quedarán en las dehesas o, en su defecto, serán llevados al matadero que, a precio de carne, los ganaderos jamás levantarán cabeza; es más, no podrán ni seguir comprando pienso que alimentar el resto de la camada. Y no hablo de los toreros que, como puede adivinar cualquiera, soportan la parte más amarga de la cuestión puesto que, este colectivo no tiene derecho a paro ni ERTES ni nada que se le parezca. Lo digo para que tomen nota esos desaprensivos que nos gobiernan y aborrecen nuestro mundillo, ahora resulta que, un colectivo como el taurino, al asqueroso gobierno de España no le costará ni un solo euro; se morirán de hambre, nada más cierto, pero están dejados de la mano de Dios, en este caso del gobierno que algunos hasta les votaron.
Las pérdidas que esta desgracia ha ocasionado, en el mundo de los toros son incontables; repito que, cualquier colectivo será atendido –si es que les atienden- por el macabro gobierno que nos ha caído encima pero, los toreros, a esos que les parta un rayo puesto que nadie hará nada por ellos. Y es un dislate lo que les está sucediendo a los hombres de oro y de plata que, sin más ingresos que sus actuaciones en las plazas de toros, como quiera que no hay festejos y dudo que los haya este año, ¿cuál es el futuro que les espera? Y digo que es toda una locura porque como dije miles de veces, los toros no le cuestan un solo euro al gobierno de España, todo lo contrario puesto que gracias a esta fiesta, solo en concepto de IVA, el Estado español recauda cientos de millones para sus arcas. Y digo yo, ¿cómo es posible que de tanto recaudado durante tantísimos años, en este momento no haya un céntimo para este colectivo? Así de crueles pueden ser la decisiones de unos políticos hartos de sopas que jamás supieron ver la realidad de la vida y mucho menos atender las necesidades de un colectivo tan diverso como hermoso, cuales son los personajes del mundo de los toros.
Pensemos que, por ejemplo, mientras el gobierno siembra de millones al colectivo del celuloide porque eso dicen que es cultura – cualquier guarrada la denominan cultura los mal nacidos- los toros jamás han tenido la menor ayuda y, repito por millonésima vez, han sido los toros los que han dejado miles de millones para todo el colectivo español en todos los órdenes. Y, llegada la hora de la verdad, pobres toreros, nadie les atenderá, por eso desde aquí clamamos la injusticia a las que se les somete porque se han quedado sin su profesión, tan digna como la de un letrado, un fontanero, un banquero, un celador, un médico, un alfarero y, mientras se atiende – o se atenderá- a todo el mundo, ¿qué será del mundo de los toros? Insisto otra vez.
La crueldad de la pandemia ha sido devastadora pero, si se me permite, ha devorado por completo a un sector que nadie lo atenderá y mucho menos ayudará. Nadie podía imaginar que esto sucedería de la forma que ha ocurrido pese a que, si en el mejor de los casos, se pueden seguir celebrando festejos taurinos –cosa que dudo mucho- ¿quién tendrá dinero para comprar el boleto? Nadie. Recordemos que, la fiesta de los toros no es un espectáculo para los señoritos como pueda ser la ópera; los toros son del pueblo y para el pueblo, pero mientras tengamos lo bolsillos vacíos, solo nos quedará rezar; y mucho, rezar para ese colectivo que tanto amamos y que comprobamos con estupor que nadie hará nada por ellos. Que Dios nos coja confesados a todos.