Desde hace unos años, la moda, entre los toreros es que todos tengan el llamado gabinete de prensa, algo que entendería yo entre los que mandan en el toreo por aquello de ser reclamados por distintos medios pero, que todo el mundo tenga el gabinete aludido me parece una insensatez tremenda. Eso sí, viste mucho que cualquier muerto de hambre te diga: “Eso tiene que tratarle usted con mi jefe de prensa”. La horterada no puede ser mayor y así les va a la mayoría de los que dejan sus asuntos en manos de otros que, al final, todo es puro fracaso.

Visto como en realidad se debe ver, eso de tener un gabinete de prensa no es otra cosa que un gasto añadido a la débil economía de los pobres diestros que torean por lo que les quieren dar pero, repito, lo del gabinete, imagino que debe ser un modismo actual, que todo el mundo lo tiene asumido; otro gasto más sin saber los ingresos que puedan haber. Imagino que, en el caso de los chicos que torean poco, igual algún amigo les echa una mano al respecto pero, como fuere, me parece una memez tremenda.

Lo cuento y lo digo sin rubor, el año pasado tras el triunfo de Colombo en Madrid me ilusionaba entrevistar al muchacho por todo aquello que le había visto hacer en Las Ventas y, tras muchas idas y venidas logré comunicarme con su jefe de prensa, el que me dijo que me llamaría para poder entrevistar al chico. Siete meses después todavía sigo esperando la llamada que, por otra parte no me hace falta alguna puesto que, el problema por la difusión de Colombo lo tiene él, yo solo quería, como digo, difundir su imagen por la que tanto me había convencido tras verle en Madrid. Si su jefe de prensa hace con todos lo que hizo conmigo, ya puede despedirle que, en realidad, le está haciendo mucho daño. Nosotros no hacemos milagros pero, en una publicación que el pasado año tuvo diez millones de visitas, que te hagan una entrevista para un medio como el nuestro, siempre es una buena publicidad y, encima gratuita y honrada.

Hasta los mismísimos novilleros tiene su gabinete de prensa. No son más tontos porque no entrenan puesto que, de hacerlo, lo serían todavía mucho más. ¿Se imagina alguien a Juan Belmonte con un gabinete de prensa? Son los modismos actuales que, como se sabe, lo único que logran es llevar a los toreros al más aberrante precipicio puesto que, lo que faltan son contratos y lo que sobran son gabinetes que en realidad solo sirven para que la “imagen” del torero sea más solvente; si todos logran lo que Colombo consiguió conmigo, repito, que cierren todos los gabinetes y que se dediquen a otros menesteres.

Hay muchos “vivos” que pululan en derredor de los toreros y, como quiera que todos son muy fáciles de convencer, les hacer creer que los burros vuelan y, lo que es peor, encima se lo creen. Si encima de que hay poco dinero, a veces nada, y para colmo hay que mantener a tanta gente, ¿cómo se arregla todo eso? Y no contentos con lo del gabinete, una gran mayoría de toreros no se conforman con un apoderado que, sería lo lógico; algunos, hasta tienen un triunvirato de apoderados para que, lógicamente, si queda una peseta se la lleven entre todos mientras el memo del torero se ha jugado la vida.

¿Será que los toreros no miran las experiencias de los demás para tomarlas como lecciones? Pues no, no lo hacen. Todos tropiezan en la misma piedra que sus compañeros que han fracasado. Ahí tenemos el ejemplo del pasado año en que Paco Ureña estaba apoderado por Simón Casas y, como acompañante, tenía Juan Diego. ¿Quién tenía que pagar semejantes dispendios, el obispo de Alcalá? No. Lo pagó todo el diestro lorquino que, como se sabe, le costó una factura carísima. ¿Se creen acaso los toreros que todos los que les rodean lo hacen por amor? Nada de eso. Salvo esos apoderados románticos que he conocido algunos, dichas estas excepciones, los demás son gente carroñera que lo que pretenden es llevarse el sudor y la sangre de todos los que se juegan la vida. ¿Me quiere explicar alguien para qué necesita un torero tres apoderados? ¿Verdad que es inexplicable? Pues sigue sucediendo todos los días y, si a todo eso le añadimos los gastos del gabinete de prensa, apaga y vámonos. Encima de que hay poco dinero, el poquito que queda lo dilapidan de mala manera. ¿Será que los toreros no fueron a la escuela cuando eran pequeños? Lo digo porque no encuentro otra explicación.