Así nos lo recordaba el maestro Facundo Cabral cuando sentenciaba que lo mejor de uno mismo son siempre los demás y, su axioma venía a reflejar la verdad de la vida que, ciertamente, no es otra que la voluntad y el deseo que los demás tengan para contigo. ¿Qué trato de decir con todo esto? Muy sencillo. Que nos sentimos muy orgullosos que, en nuestro caso, hayan sido ustedes, es decir, los demás, nos sigan apoyando cada día con sus muestras de afecto para que sigamos por el sendero que siempre nos marcamos, es decir, caminar junto a la verdad.

Suena milagroso que, en nuestro caso, una Web taurina, algo que apenas le interesa a “nadie”, que el pasado año tuviéramos casi diez millones de visitas, algo que fortalece el alma de cualquiera, pese a las voces discordantes que también tenemos puesto que, entre todos, unos y otros, han logrado que gocemos ahora del refrendo popular que antes decíamos puesto que, como todo en la vida, los demás nos siguen dando lecciones y, lo que es mejor, nos siguen marcando la pauta de todo aquello que quieren saber, algo que para nosotros no supone esfuerzo alguno puesto que, sabernos como esa ventana que mira al mundo en la que, millones de ojos ven tras dicha mirilla, la dicha no puede ser mayor.

Como quiera que un alma sola ni canta ni llora, a Dios gracias hemos formado un equipo compacto en el que todos caminamos en la misma dirección que no es otra que la meta hacia la verdad. El éxito es algo que compartimos todos juntos, puesto que, para nuestra fortuna, personas de altísimo nivel, mujeres y hombres, formamos un equipo fantástico en el que todos nos sentimos orgullosos los unos de los otros. Se trata, amigos, de ese orgullo sano basado en el respeto el que nos ha granjeado una amistad hermosa.

Nadie de los que aquí trabajamos podríamos sospechar que, un día, desde París, junto al rio Sena se montaría la redacción de nuestra Web para que desde cualquier confín del mundo, los aficionados pudieran sentirse identificados en sus ilusiones. Pero esta es la magia de Internet que, el medio ha conseguido que aquel dicho que nos decía que el mundo era un pañuelo chico, ello se haya convertido en una realidad hermosa. Ya somos todos para uno y uno para todos. Como les digo, no caben individualidades entre nosotros porque nuestra meta es común, como a su vez esa manera de pensar que, sin duda, son los aficionados los que nos marcan la pauta para sentirse identificados en sus corazones.

¿Tenemos enemigos? Seguro que sí. Pero eso no nos preocupa en lo más mínimo porque tiene más valor contar la verdad antes que ejercer una cobardía silenciosa. Las noticias, como se sabe, las da todo el mundo pero, periodismo no es contar una noticia, más bien analizar el contexto de la misma. Es ahí, precisamente ahí donde nosotros nos sentimos dichosos puesto que, sin faltar jamás a la verdad, tratamos de ennoblecer el corazón de cuantos nos secundan que, sin duda tienen razones más que sobradas para seguirnos.

Nuevamente me aferro al testimonio del maestro Cabral cuando nos decía que, si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque fuera por negocio. En el toro, como en cualquier faceta de la vida, a muchos les cuesta mucho entender el axioma de Facundo Cabral pero, si lo analizamos con detalle, seguir su norma es el detonante del mayor de los éxitos. Sí, porque la bondad siempre te lleva hacia el puerto del éxito. Podría contar miles de ejemplos al respecto. Ser malo no conduce a nada y, ejercer como tal, eso ya es el dislate más grande del mundo porque podrás tener éxito un rato, es decir, mientras engañas a los primeros, pero los segundos ya no se dejarán engañar, por tanto, certificarás tu propio fracaso. Es decir, la bondad siempre tiene premio.

Valgan estas líneas como prueba de gratitud a tantos miles de lectores que tienen la bondad de pasar a diario por nuestra casa ávidos de emociones para llenar sus corazones, algo que si de verdad logramos, nos sentiremos los más dichosos del mundo y, así debe ser cuando las estadísticas nos dicen con gritos desgarrados que nuestras ilusiones no caen en saco roto. Y, a su vez, un abrazo muy grande a todos los compañeros/as que formamos este equipo de personas que, unidos por el cordón umbilical de la verdad, trabajamos con denuedo para la salvación de la fiesta.