Valencia, como decenas de ferias de España, ha montado sus carteles falleros y, no falta nadie; es decir, toros y toreros están todos; todos los que figuran en el listín de las llamadas figuras para lidiar, como no podía ser de otro modo, toda la rama Domecq en sus distintas versiones, nada nuevo bajo el sol. Es humillante que, por ejemplo, Finito de Córdoba, que hizo una de las faenas más bellas de la feria, este año no haya sido invitado al festín de Valencia.

Ese elenco de ganaderías que se lidian en casi todas las ferias de España han dado la medida de que, algo mediocre lo han convertido en lo más grandioso del mundo cuando, como se sabe, en dichos festejos, a lo máximo que podemos aspirar no es otra cosa a que salga un toro medio muerto, que meta bien la cabeza debido a la santidad que tiene encima y que su lidiador, el que fuere, haga las “delicias” de miles de ignorantes que, llevan la estocada en todo lo alto y no se han percatado.

Está claro que Valencia no ha apostado por el toro, las pruebas son evidentísimas y, a lo sumo, para cerrar la feria, han contratado los toros de Fuente Ymbro como si los pupilos de Ricardo Gallardo fueran los parientes pobres de Eduardo Miura.

En el ignominioso mundo de los toros todo lo que no sea favorecer al poder establecido, todo resulta baladí para los organizadores puesto que, aquello de apostar por la verdad del espectáculo sigue siendo una quimera inalcanzable. Ricardo Gallardo es la prueba de todo lo que digo. Se trata de un ganadero que lleva muchos años logrando éxitos por doquier gracias a la casta y bravura de sus toros, digamos que es todo un estigma referencial ante la verdad que siempre abogamos y, tanto esfuerzo ¿para qué? Y eso que sus toros llevan sangre Domecq, de llevarla de Santa Coloma, vamos, no lidiaba ni un solo toro.

Como sabemos, Gallardo ha sido contratado en Valencia para que maten sus toros Juan leal, Jesús Duque y David de Miranda, justamente en el cartel más pobre de la feria puesto que, como sabemos, el día de San José nadie quiere ir a los toros y, lo que es peor, nadie nos ha explicado los motivos cuando, otrora era la fecha emblemática por excelencia.

O sea que, la casta de los Fuente Ymbro asusta a todo el mundo. Casta y bravura, todo a la vez, que se lo digan a David Mora y Diego Urdiales y ellos responderán, cada uno por una causa distinta. Pensar que hace unos años, los toros del señor Gallardo se los quitaban de las manos las figuras y, cómo ha cambiado todo ¿verdad? Ahora, el cartel es Ricardo Gallardo, en este caso sus toros que, para su dicha, es candidato a llevarse una mayor porción de gloria en los ruedos.

Hastiado como estoy de denunciar a tanto mal nacido dentro y fuera de los ruedos, encontrarme con la figura y obra de Ricardo Gallardo no deja de ser una auténtica bendición. Un ganadero romántico, que cría el toro para aficionados y toreros auténticos, un tipo extraordinario al que los aficionados tanto le debemos. Un ganadero que, sus acólitos no son precisamente las figuras del toreo pero que, de todos es sabido que le sobra personalidad para lidiar todo lo que tenga en la dehesa puesto que, entre Francia y España, sus aficionados cabales reclaman sus toros por aquello de sentir la adrenalina de la bravura en su más pura acepción.

Como sabemos, Ricardo Gallardo se hizo ganadero por afición puesto que, su pan, se lo ha ganado honradamente en otros menesteres, es por ello que le rinde culto al toro bravo y mantiene su esencia, justamente de la que huyen todos aquellos que van por la vida de figuras del toreo; sencillamente, los mismos que le mataban sus toros en sus primeros años como ganadero pero, Gallardo, como es notorio, cometió el tremendo “error” de darle vida a su toros, de rociarlos de casta, de autenticidad y, lo que ganó de gloria en aquellos años, pese a todo, lo ganará ahora en eternidad puesto que, dentro de muchos años, cuando Ricardo Gallardo ya no esté entre nosotros, si es que se nos adelanta en el camino hacia donde iremos todos, siempre le recordaremos como un ganadero ejemplar, un tipo espléndido que se hizo ganadero por el placer de tener una ganadería de toros bravos, con casta, con motor, con todo eso que no se percibe a priori pero que define al toro de lidia en su auténtica grandeza.

En la imagen, el señor Ricardo Gallardo, ganadero por afición….a las pruebas me remito.