La historia del toreo se ha venido alimentando a través de los siglos de personajes legendarios que han ido haciendo las delicias de los aficionados que los vivieron, y también de los que posteriormente han escuchado sobre ellos. La celebridad ha recaído sobre toros, ganaderos, toreros tanto de pie como de a caballo y tanto de oro como de plata, mayorales, críticos, escritores… Gente del toro que en su día se ganaron el perfecto derecho de figurar en la historia de la tauromaquia con letras de oro.
Por supuesto, aunque su papel a veces pueda parecer relegado a un segundo plano (que en realidad no lo está, pues también son importantes en el desarrollo de la lidia y cuentan con sobrado lucimiento todas las tardes) lo son también los subalternos. Ha habido, y hay en la actualidad, grandiosos banderilleros que, por trayectoria y andanzas en la cara del toro, pueden ser considerados en pleno derecho grandes toreros de plata. No creo que sea exagerado decir que José Antonio Carretero (Madridejos, Toledo, 11 de agosto de 1967), es uno de esos grandiosos toreros de plata que hoy engrosan el escalafón de banderilleros.
Pero ¿quién es José Antonio Carretero, y qué ha supuesto y supone en el toreo? Como tantos otros, este torero comenzó en el mundo del toro con ideas e ilusiones de convertirse en figura del toreo vistiendo el bordado en oro. Para ello se inscribió en la Escuela de Tauromaquia Marcial Lalanda de Madrid contando con apenas 14 años de edad, y consiguió abrirse paso como novillero con mucho esfuerzo y paciencia. Por ello fue novillero puntero de los años 80, y el 22 de mayo de 1986 le hizo matador de toros el Niño de la Capea nada menos que en Madrid, en plena feria de San Isidro, cediéndole la lidia del toro Peluquero, de Baltasar Ibán. Los años pasaban y su número de festejos menguaba conforme pasaban las temporadas; a José Antonio Carretero le costaba cada vez más entrar en las ferias y su situación se tornaba más complicada conforme pasaba el tiempo. En su día a día en la Escuela seguramente leería mil veces en famoso lema «Ser torero es muy difícil; ser figura, casi un milagro», y él llegó a conseguir la parte difícil, pero el milagro no. El milagro de ser figura del toreo quizás no haya sido conseguido por el José Antonio Carretero matador de toros, pero sin duda sí por el banderillero. Y es que no tardó mucho en convertirse en uno de los mejores subalternos tras cambiar en el año 1995 el oro por la plata y azabache.
Desde entonces y hasta la fecha, ha toreado a las órdenes de Rafael de Paula, Joselito, Curro Vázquez, Fernando Cepeda, Manuel Caballero, Pedrito de Portugal, El Juli, Cayetano, Morante de la Puebla, David Mora o Jiménez Fortes, entre otros muchos a los que ha acompañado yendo por libre.
Hoy, con 52 años de edad y casi 40 de profesión, sigue en activo y haciendo el paseíllo en todas las ferias, donde aún se sigue permitiendo el lujo de dictar cátedra como buen maestro de los banderilleros que es.
Por Luis Cordón