Hace unos días acompañe a mi hija a la plaza de las Ventas.

Como saben han puesto como 2.500 abonos gratuitos para los más jóvenes.

Al llegar vimos que la cola era interminable y que no llegaríamos a conseguí nada. Llegamos tarde.

Prometí a mi hija que la compraría un abono.

El paseo mereció la pena.

Uno además de aficionado a los toros está en el mundo y escucha, ve lo que se publica y reflexiona.

De la misma manera que los portales taurinos pesebreros mienten.

Y dicen que está corrida bien presentada. Que este torero anda bien y que buen empresario es fulano la gente no es tonta.

Existe un sector de gente que no son tantos pero chillan mucho que atacan a la fiesta sin piedad  pensando que lo que ellos dicen va a misa.

La realidad es otra.

Esos cientos de jóvenes que hacían cola en busca de una entrada no son bárbaros, ni asesinos, ni antiguos.

Se acercan a un espectáculo grandioso, ordenado, legislado, y sobre todo democrático.

Se puede aplaudir, pitar, decir ole, dar tu opinión con un pañuelo en la mano.

Que se pasa del bullicio al silencio en un segundo.

Que te levanta del asiento y sales a la calle toreando.

Cuando esté espectáculo se hace con verdad y sin trampa no es comparable con ningún otro.

Pero ojo los jóvenes no son tontos. Saben informarse.

No les demos gato por liebre.

¿Por qué ha perdurado la fiesta?

Por el Toro que sea toro. Que de respeto, miedo al que está arriba en el tendido.

Incluso en Madrid y ya no digamos en otras plazas el toro sale ya sin fuerza. Y un picotazo y al suelo.

Los toreros no compiten entre ellos no quieren juntarse y se quedan fuera de los carteles porque no son apoderados por los que montan las ferias.

El ejemplo lo tenemos en esta próxima.

No están todos los que han hecho méritos.

Cuando yo me aficione a los toros los toreros estaban 8 o 10 años como mucho y se marchaban, salvo muy pocos, contados.

Ahora están 25 y 30 años ¿por qué?

Porque pueden con el borreguito que han diseñado para que no moleste.

Hay muy pocas  novedades, el que no entra en el redil se le aparta y no se le pone.

Basta ver el encaste que más se repite en 30 tardes de San Isidro y quienes se anuncian.

No nos equivoquemos con los jóvenes.

Hoy hay mucha más oferta de espectáculos de todo tipo, más baratos y más cómodos que una plaza de toros que hace 40 años.

Lo de regalar a los jóvenes está muy bien. Si les emociona y dan valor y mérito a lo que allí sucede  volverán y pagando.

Si no es así no volverán.

Lo acabamos de ver en la pasada feria de Valdemorillo.

Una plaza de menos de 5.000 almas. Las entradas a precio de risa, los toreros todos menos uno anunciados en la primera feria del mundo y no han sido capaces de llenar.

Algunos aficionados que asistieron al encierro y vieron los ejemplares ni gratis asistirán.

Por cierto ¿y la autoridad y los veterinarios?

Eso para otro día.

POR CIERTO ALGÚN AMIGO QUE HA LEÍDO MI ARTÍCULO ANTERIOR AQUÍ PUBLICADO ME HA PREGUNTADO POR ESE POLÍTICO QUE SE SIENTA EN UNA CONTRABARRERA  A COSTA DE LA CAM.

SE DICE EL PECADO PERO NO EL PECADOR. DE ESE ASUNTO NO PIENSO DECIR NI PIO.

Rafael Ortega

En definitiva, como mostramos en la foto, el toro tiene que ser el auténtico protagonista.