Dentro del partido socialista, como hemos podido comprobar ha habido una competición para ver quién era el más tonto que, siendo así, quizás hubiera sido lo menos grave. Lo peor es que, además de la tontuna, a su vez competían para comprobar el grado de maldad de sus individuos y, el premio se lo ha llevado un tal Óscar Puente, el que fuera alcalde de Valladolid que, en su momento hizo correr ríos de tinta sobre sus paseítos en barco por el Mediterráneo, podía haberlo hecho en El Pisuerga pero, era muy arriesgado.

El citado Puente, con un pinta de chulo de putas que asusta, ha entrado en el gobierno por méritos propios, nada es más cierto, pero lo que no sabía Pedro Sánchez es que, además de malo, el alcaldín era tonto de remate. Seguro estoy que, en Petit comité, el amo del partido le habrá dicho. “Oye, tú además de tonto eres muy tonto, ¿cómo se te ocurre hacer público lo que sabe todo el mundo, acaso no te das cuenta que nosotros tenemos que disimular ante esa pandilla de retrasados mentales que nos han votado?” Y tiene razón Pedro Sánchez, por encima de todo, había que disimular, pasar silbando por la esquina como el que no quiere la cosa y todos tan contentos.

Pero no, Puente ha pisado la raya prohibida y no me extrañaría que Sánchez tomara represalias contra él. Llega el tipo y una vez nombrado ministro dice que la amnistía por parte del gobierno para los criminales de Cataluña era imprescindible para que obtener los siete putos votos de Puigdemont y de sus adláteres criminales. Lo dice y se queda más ancho que largo. Si, seguro que el disgusto de Sánchez es de época pero, por si faltaba algo, Puente dijo que, de no haberlo hecho ahora se hubiera hecho a lo largo de la legislatura. ¡Qué legislatura, imbécil, de no haberlo hecho ahora no hubiera  habido legislatura, subnormal! Y, de momento sigue siendo ministro. No sé por cuento tiempo pero, ahí le tenemos. Claro que, lo realmente sangrante es que dentro del partido socialista no ha habido una voz discordante, en este caso sensata, que hubiera dicho a los suyos: “Mirad, subnormales, ¿no os dais cuenta de que con esta acción le estamos entregando España a un delincuente, un prófugo de la justicia? No hemos escuchado esa voz, lo que nos hace llegar a sospechar que estamos en manos de una pandilla de rufianes –no estás solo Gabrielito- que destruirán lo poco que queda de España.

Lo realmente sangrante de la política de izquierdas, en este caso del apestoso gobierno que tenemos es que, hace “cinco minutos”, todos, sin distinción, decían que traerían a España a Puigdemont para entregárselo a la justicia para ser juzgado. Eso es lo que decían y, al final, como todo es una puta mentira por parte de estos delincuentes, lo traerán, pero bajo palio y, para que la cosa sea más grave, ese criminal será el dueño de España porque ese Sánchez hará lo que a este criminal le pase por los cojones. ¡Todo por siete putos votos! Y a este conglomerado de delincuentes le llaman democracia. Coño, que eso no se lo creen ni los niños de pañales. Fijémonos que, antes de las elecciones, conforme estaba el panorama, todos los analistas políticos decía que habría nuevas elecciones puesto que, era inviable el proyecto de Sánchez. Ahí lo tenéis, guardadlo en alcanfor que mucha falta os hará.

Eso sí, el día de la toma de posesión de esta cuadrilla ante su majestad El Rey, aquello parecía un funeral de tercera, especialmente en la cara del Monarca que, por su silencio al respecto estaba comprobando que sus días en España están contados. Ante semejantes tropelías, ¿acaso el Jefe del Estado no puede pronunciarse y decirle a Sánchez, oye, ese no es el camino, convoca nuevas elecciones que lo que quieres hacer es la locura más grande jamás habida en el mundo? Al parecer, El Rey, ante semejante locura tiene que quedarse mudo que, el hombre está en su derecho pero, si cuando regrese Puigdemont éste le dice a Sánchez que eche al Rey, al presidente del gobierno de unos cuantos no le quedará más remedio que hacerlo.

Si con semejante panorama esperamos que España progrese en cualquier sentido, lo tenemos clarísimo. El Rey se queda mudo, un ministro gilipollas dice lo que tenía que callarse, Sánchez, sin escrúpulos le vende España a un prófugo de la justicia y todos sus ministros haciéndole la ola, especialmente la saga comunista que, como sabemos, se llevan como si fueran hermanos con los sociatas. Eso sí, todos juntos pretenden acabar con la justicia, erradicar las leyes y hacerles solo para su gusto y conveniencia y, por si fuera poco, acabar con los empresarios de España que son los que mantienen a estos golfos gandules que han encontrado un filón en el ejercicio de lo que antes entendíamos como política; y digo que antes porque ahora es un antro de corrupción y ya no queda nada de aquellos hombres y mujeres con sentido de estado.

En la imagen, Óscar Puente, no hace falta decir nada, lo dice todo él con su mirada. Que cada cual saque sus conclusiones.