Uno de los artistas más ninguneado de los últimos diez años es Curro Diaz, que nadie lo dude. Y, cuidado que, si hablamos de diestros artistas tampoco andamos muy sobrados que digamos puesto que, con los dedos de una mano quizás nos sobren apéndices para definirlos y, Curro Díaz es uno de ellos. Es un caso curioso el de este hombre en el que tenemos que incidir en calidad de aficionados. Y, lo que es mejor, para que nadie tenga la menor duda al respecto de lo que decimos, nunca hemos tenido el honor de cenar con él, creo que con esto está dicho todo. Pero no es menos cierto que, Curro Díaz siempre ha saciado mi sed del alma con su arte.

Sospecho que, el único pecado que ha cometido este artista no debe ser otro que cortar aquella oreja al toro de Ibán en la pasada feria del 2019 en Madrid; un triunfo que nos supo a gloria a todos por la grandeza de todo lo que allí ocurrió. Un éxito que, como todo el mundo sabe, venía precedido de innumerables triunfos en distintas plazas del orbe taurino. Luego, vino la pandemia, nos arruinó a todos y, una vez entrados en la normalidad, Curro Díaz fue aparcado del circuito de las ferias y, en los últimos tres años ha tenido que lidiar lo que le han ofrecido, eso sí, con el baluarte del éxito como premio.

Lo que le están haciendo a Curro Díaz no es otra cosa que frenarle a costa de lo que fuere porque, como es lógico, el arte del linarense puede dejar al descubierto la farsa de muchos de los que torean todos los días sin otro argumento que las recomendaciones de rigor.  La gran verdad es que, nunca fue bien recibido por el poder establecido el diestro citado que, como debería ser lógico, por sus años de alternativa, ahora mismo podría abrir mil carteles con la elegancia que le caracteriza y, cualquiera de los triunviratos de figuras, con Díaz como cabeza de este podría ser un hecho relevante de cara a los aficionados.

Nunca dejaron llegar a que fuera figura Curro Díaz porque, el miedo a que ridiculizara a más de uno es lo que les corroyó a los empresarios que no le han contratado y, acto seguido, a esa saga de mediocres que huyen despavoridos de toda competencia y, sin duda, de tener que hacer más esfuerzo del que están acostumbrados. Curro Díaz lleva varios años, demasiados, ausente de Sevilla y hasta podríamos entenderlo porque allí, con la media docena de señoritos del toreo van más que sobrados y, para colmo, Curro no es de Sevilla, es de Linares y eso les dice muy poco a los maestrantes.

Pero que este mismo torero que ha triunfado repetidas veces en Madrid, con dos puertas grandes, con faenas de auténtico idilio para con los aficionados en muchísimas ocasiones, en los últimos tres años ha tenido que conformarse, como ha sucedido este año, en una corrida de prefería para cerrarle la boca que, seguro que se la cierran, pero nunca lo harán con nosotros que, alejados de toda cuestión crematística, siempre diremos lo que nuestro corazón nos demanda que, sencillamente, no es otra cosa que ponderar la torería inmensa de este diestro artista desde que su madre lo parió. Es demasiado sangrante ver en Madrid a Cayetano mientras que Curro Díaz verá la feria desde el tendido. Esa es un sacrilegio en toda regla, pero, salvo nosotros, nadie ha roto una lanza por este artista.

Luego, para llenarnos de convicciones y, lo que es mejor, de razones para enaltecer su figura, fueron sus últimos éxitos en la pasada temporada que, al margen de las seis orejas que cortara a los toros de Victorino Martín en Daimiel y Linares, lo grandioso vino después en las ferias de Úbeda y Jaén en las que bordó el toreo, arrebató a los aficionados presentes y ausentes puesto que, los que le vimos mediante las cámaras, de igual modo seguimos henchidos de placer por todo lo que contemplamos.

Como decía, ya resulta sospechoso que los medios de comunicación taurinos que, como sabemos, los tenemos por doquier, nadie ha dicho ni una sola letra para defender a dicho artista singular, lo que viene a demostrar que, a los medios de comunicación les corroe el miedo porque Curro Díaz está fuera del sistema establecido y, cualquiera, de asumir la defensa de este artista puede quedarse sin las prebendas de rigor. O sea que, si la podredumbre vive dentro del sistema, no digamos fuera del mismo que, lleno de miserables son incapaces de comportarse como auténticos aficionados y clamar justicia en el desierto de la desesperación a favor de uno de los grandes artistas de la actualidad.

Al margen de las distintas fotos que mostramos de Curro Díaz, contemplamos con agrado el bello dibujo que Héctor de Castro le hizo al diestro de Linares.