Los hombres, en ocasiones no sabemos aceptar la realidad que nos toca vivir y, sin duda, ante ello, cometemos un error inmenso. Es el caso de El Cid que, el pobre, otro año más, sigue llorando por las esquinas -con razón- porque apenas nadie ha contado con él puesto que, solo Sevilla se ha acordado de su inmensa mano izquierda. Nadie le negará a El Cid su tremenda categoría como torero, su capacidad lidiadora ante los fieros toros que siempre se enfrentó pero, a su vez, como les ha ocurrido a tantos, debe de saber que el tiempo no pasa en vano y, en la actualidad, a los únicos “viejos” que se les consiente todo son las figuras, caso de Morante, Castella, Talavante y Manzanares, el resto, pare usted de contar.

Por mucho que nos duela, hay que renovar el escalafón y, con más dolor todavía si cabe, El Cid jamás fue figura; es cierto que, dada su gran vitola como torero arregló su vida para siempre en los ruedos pero, jamás tuvo la categoría de imprescindible, de ahí que tras tantos años en activo, en la actualidad, como ocurriera el pasado año, sigue siendo ninguneado por las empresas que, para colmo, tienen donde elegir entre los “viejos” citados y un gran número de jóvenes que prometen que, por norma o regla general, serán los que reemplazarán a las figuras ahora consentidas.

Las empresas, ante los toreros que han cumplido más de veinte años de alternativa, salvo Diego Urdiales que es un gran torero y adorna muy bien cualquier cartel sin molestar a nadie, el resto sobran casi todos. Pero es que resulta lógico que así sea. El crimen es lo que le hicieron el pasado año a Fernando Adrián que, tras salir dos veces consecutivas a hombros de Madrid se pasó todo el verano sentado en su casa. Eso si que es de reprobación total, pero, que toreros como El Cid, Ferrera, Perera y otros más se quejen por las esquinas me parece una insensatez monumental porque, los citados, ya han hecho su carrera, organizado su vida, al tiempo que han recogido laureles habidos y por haber. ¿Qué quieren ahora?

Y, cuidado, sin faltar a la verdad, El Cid tiene más capacidad lidiadora que las figuras antes nombradas, ha matado las divisas de las que huyen despavoridos los señoritos del toreo pero, Manuel Jesús no tiene vitola, en este caso, el glamur suficiente como para ser contratado. A su vez, sigue siendo un crimen que contraten a Cayetano que jamás le llegará a El Cid a la suela de las zapatillas, pero, tiene glamur, justamente de lo que carece el diestro de Salteras que, el pasado año estuvo muy bien en Sevilla con los toros de Victorino, indultó un toro creo que fue en Tarifa y, las pocas corridas que toreó las saldó con éxitos.

¿Solución para acabar con todos los males que se queja El Cid? Quedarse en su casa, disfrutar de todo lo que ha ganado y saber que ha dejado una gran leyenda como torero poderoso y auténtico, lo demás es embarrar lo que ha sido una carrera hermosa porque, no es menos cierto que, antes de que se retirara, Manuel Jesús Cid, arrastró miserias en las tres últimas temporadas que estuvo en activo. ¿Volver? Para qué. Ya dijimos el año pasado que, salvo Sevilla, no le llamaron en ninguna parte y, así sucedió. E, insisto, lo poco que toreó lo hizo saboreando el triunfo pero, a su edad y en sus condiciones, todo eso no cuenta para nada. ¿Qué pensarán los toreros jóvenes que saben que tienen condiciones para triunfar y no pueden entrar en los carteles porque no se marcha nadie de los veteranos? Imagino que mucha desesperación, la misma que sintió El Cid cuando empezaba y veía que nadie le daba un pitón. La historia se repite, es irremediable. En la vida todos ocupamos un espacio y un tiempo y el que no lo comprenda será siempre un frac