Cuando aparecieron los carteles de Valencia, al ver este festejo que ha tenido lugar en el día de hoy me posicioné frontalmente contra lo que bauticé como un auténtico bodrio y, para mi desdicha así ha sucedido. Según la empresa, todo estaba preparado para el gran festín y, la realidad nos ha dicho todo lo contario. Un esperpento en toda regla porque, esa corrida mixta, sin regusto a nada, ha dejado indiferente al público. Eso sí, los toros del rejoneador eran de El Capea, los de Morante de Juan Pedro y, para mayor dicha, los del chaval, Nek Romero, de Talavante. No se podía pedir más pero, ha habido una realidad importante, apenas tres cuartos de plaza para ver al rejoneador más importante de la historia del toreo a caballo en tu temporada de despedida., para presenciar la actuación del artista más grande que gozamos en la actualidad si de toreros hablamos y, ante todo con la ilusión de ver al novillero prometedor de la actualidad como es Nek Romero. Hombre, para el novillero, ves tres cuartos de plaza le habrá sabido a gloria pero, para las máximas figuras del toreo, tanto a pie como a caballo, el fracaso no ha podido ser mayor.

Hermoso se ha despedido del coso de la calle de Játiva y en su primero, un animal rajado y sin querer saber nada del jinete, Pablo lo ha matado y aquí paz y allá gloria. En su segundo, un toro bravísimo le ha permitido estar a la altura del que nos tiene acostumbrados, ha estado sensacional, ha matado un soberbio rejonazo y le han dado una oreja. Claro que, se marcha Hermoso de Mendoza del toreo con más de tres mil corridas de toros sobre sus espaldas, habiendo sido, como dije, el caballero en plaza más importante de los últimos treinta años pero, como a cualquiera si de pecados mentamos, su único pecado no ha sido otro que no querer competir con el que debería de haber sido su máximo rival, Diego Ventura pero, el navarro no ha querido entrar en esa guerra.

Acudía Morante a Valencia con la máxima aureola pero, a su vez, sabedor de que tenía que lidiar dos toros de Juan Pedro y, del mismo modo, Morante sabe que, lo de Juan Pedro embiste en un diez por ciento de la camada y, si esperaba que esta tarde le saliera el toro soñado demuestra que no es muy listo. Su primero ha sido el auténtico borreguito que ha embestido con dulzura pero, un burro hubiera dado más emoción. Tragedia para Morante que, insisto, se ha engañado a sí mismo y, a su vez, nos ha pasado la pelota a todos. Debo de confesar que mí no me ha engañado, ahí está mi ensayo del día que me pronuncié diciendo que el festejo sería un bodrio y, como decía, acerté. Su segundo era bonito de lámina, sin apenas trapío, como su hermano anterior y, en esta ocasión el toro no ha sido ni bueno ni malo, un mulo, un buey de carreta como decían los revisteros de antaño. Morante ha tirado por la calle de en medio y, los valencianos no han tenido ánimos ni para abroncarle que, la bronca debería de ser compartida por Morante y Juan Pedro, dos listos de la tauromaquia que, a diario intentan que cuele el fraude y, lo siguen consiguiendo.

Nek Romero ha tenido como primer enemigo un novillo de bandera; bueno, no exageremos en las definiciones, un animal bondadoso que iba y venía, vamos, el toro que esperaba Morante, en este caso, un novillito de Talavante que ha permitido al chico de Valencia estar muy a gusto; yo diría que su faena ha sido completa, perfecta por ambas manos, una de esas faenas que siempre sueñan los toros pero, algo ha pasado porque, tras matar de una estocada monumental solo le ha pedido una oreja, la que ha concedido el presidente. Su segundo era otro cantar. El animal ha tenido cierto genio y no ha permitido al diestro ponerse bonito como ha sucedido con su primero. Le han aplaudido su voluntad pero, cuidado, que nadie se equivoque, Nek Romero es un torero más de muchos y buenos novilleros que tenemos en el escalafón y, como siempre dije, como él los tenemos a pares, lo que quiero decir es que triunfarán en lo sucesivo los que los demás decidan.

Y lo peor del asunto respecto a Valencia es que, la cuestión no ha hecho nada más que empezar porque si de toros hablamos, a lo largo de la feria nos llevaremos muchas sorpresas y ninguna buena. Al tiempo.