Como quiera que vivimos a caballo entre las idioteces más absurdas, algo muy propio de los políticos, pero lo que no podíamos sospechar es que, a tales tonterías se sumaran los toreros, caso de Miguel Ángel Perera que pretendía que la obra del torero fuera propiedad intelectual, algo que nos parece de una nimiedad escandalosa. ¿Cómo se hace eso, amigo? Una faena tiene un tiempo, se graba o se deja en el corazón de los que han sido espectadores de la obra y ahí muere todo. No existe propiedad intelectual más grande que la que albergan en el corazón todos aquellos aficionados que han visto una faena y no han logrado olvidarla.

Me preocupa que Miguel Ángel Perera se ocupe de nimiedades sin sentido puesto que, cualquiera, en su caso, debería de prestar atención a otras muchas cuestiones, entre ellas, a llevar mejor su propia contabilidad y no salir en los “papeles” en calidad de defraudador al fisco de España. Perera, como todo artista que se precie debe de salir en los medios en calidad de lo que es, artista, pero jamás como chorizo que ha burlado la ley para evadir pagar impuestos, algo que le marcó para siempre desde el pasado año en que Hacienda le pilló en “bragas”.

Es cierto que el diestro extremeño pagó más de dos millones de euros y se puso al corriente como lo estamos todos los españoles de ley que pagamos nuestros impuestos sin necesidad de artilugios raros porque, como dice un dicho popular, se coge antes a un mentiroso que a un cojo y, Perera mintió como un bellaco en su momento y, como quiera que le pillaron con las manos en la masa no tuvo más remedio que pagar pero, ¿y de no haberle pillado?

Para cualquier artista, no es saludable mentir, y mucho menos en torno a lo que uno ha ganado; las leyes debemos de cumplirlas todos y el que se pase de listo, para eso está las cárceles. Claro que, si de defraudadores hablamos y tuvieran que ser encarcelados todos los encausados habría que construir prisiones por doquier. Que sepa Miguel Ángel Perera que, para mentiroso y ruin ya tenemos a Pedro Sánchez. Espero, confío que el diestro haya tomado buena nota y como hace su suegro y cientos de miles de personas honradas, siga tributando a Hacienda sin necesidad de ser investigado.

Quiero pensar que Miguel Ángel Perera, con su pretensión de la llamada propiedad intelectual de su obra haya querido echar una cortina de humo sobre su pasado pero, amigo, los hombres solo somos pasado y éste es el que nos delata. Insisto que, si el diestro es capaz de reconocer, como lo ha hecho, lo que fue su error o fraude hacia todos los españoles, con eso ya nos damos con un canto en los dientes porque, el que roba o lo intenta a las arcas públicas, llámese Juan Carlos I, Luis Bárcenas, Ana Duato, Imanol Arias, Rodrigo Rato, Francisco Granados, Urdangarín, Sarkozy, Bertomeu, Miguel Ángel Perera y una larga lista interminable de presuntos defraudadores, nos están robando a todos los españoles de buena voluntad que pagamos religiosamente nuestros impuestos como nos manda la ley.

Posiblemente, Miguel Ángel Perera que es un buen torero, eso no lo puede negar nadie, su único problema es que muy pocos aficionados recuerdan una faena suya en concreto y, como sabemos, ha hecho muchas de enorme calado pero, aquello de que una faena viva eternamente en el corazón de los aficionados, eso ya es otro cantar. Él, como autor de las mismas, seguro que recuerda muchas, pero no las tiene que recordar él, las tenemos que recordar los aficionados y eso es lo único que cuenta. Para su desdicha, Perera ha logrado que no recordemos faena alguna de su autoría y, para infelicidad de todos, nadie olvidaremos que en su día nos quiso joder a todos los españoles por aquello a tratar de eludir impuestos que le correspondían.  Esa es la deferencia de que a un hombre le recuerden como a un gran torero o como un gran estafador. Yo me inclino por lo primero. ¿Qué quieren qué les diga?