Sorpresa la mía cuando en el día de hoy he visto que, el diario El País, en su sección taurina permite que podamos deleitarnos con la pluma de Antonio Lorca respecto a la crónica de Madrid, algo que celebramos con desmedida ilusión. Y digo todo esto porque hoy, como desayuno, un gran aficionado me recordaba que, a tenor de lo que yo había publicado al respecto de dicho diario, sí se pueden leer las crónicas de Lorca en el citado matutino madrileño. Dios quiera que reine la cordura en esa casa y podamos seguir leyendo libremente al admirado crítico que tanto nos apasiona con su pluma.
Yo estaba dolido por aquella decisión arbitral y estúpida de El País en que, en la mayoría de sus secciones, hay que pagar por leer cosa que me parece lógica dentro de lo ilógico que resulta tener que “retratarte” por leer algo en Internet cuando, como se sabe, miles de páginas de toda índole estar abiertas de par en par para que todo el mundo las lea. Claro que, si de toros hablamos, como dije en su momento, todo es más complicado. El aficionado a los toros no suele leer mucho y, si aquello que más o menos le interesa, caso de las críticas Lorca, para colmo, tienes que suscribirte y pagar, la hecatombe está servida, más que nada para el autor de las crónicas que con tanto esmero y verdad escribe.
Hasta el pasado once del mes en curso, las crónicas de Lorca estaban vetadas si no pasabas por taquilla y, repito, mi sorpresa en el día de hoy ha sido grande cuando este insigne aficionado me lo ha recordado y, lleno de gozo, me he puesto manos a la obra para leer al ilustre crítico y, para mi dicha, me he llevado la tremenda alegría de comprobar que, mis letras escritas en el día de ayer por la noche coinciden plenamente con las del autor referido que, dicho sea de paso, la sección que tiene hablando de toros, sin tener nada que ver con las crónicas puras y duras, esa sección sí que sigue abierta para los aficionados pero, muy poca cosa para tan grande narrador que, su grandeza, amén de sus tremendos conocimientos taurinos, llega siempre mediante en función de sus crónicas en las que todos aprendemos alguna que otra lección.
Esperemos, confiemos que no sea toda flor de un día porque de lo contrario la pena nos seguirá invadiendo. Si reina la cordura en esa casa al respecto de lo que digo, eso será todo un éxito porque, si ya eliminaron los toros en el periódico de papel que, a no dudar, serán algunas docenas los que se venderán a diario, como el resto de los rotativos, solo nos queda este medio revolucionario de Internet que, al parecer, muchos quieren tener lectores previo pago de las crónicas y, de toda la vida de Dios, siempre se dijo que, en un periódico, lo menos importante era el costo que pagaban los lectores al comprarlo porque lo que les mantenía vivos era la publicidad.
Al respecto de lo que digo, recordemos que, el diario más leído en España en los últimos cincuenta años ha sido Marca, el rotativo deportivo que congregaba a cientos de miles de lectores, una cifra que ha bajado ostensiblemente como todos los periódicos de papel pero, en su edición de Internet sigue siendo totalmente libre y gratuita de cara a sus lectores. ¿Cómo lo hacen? Con inteligencia y, sin duda, con la publicidad adecuada, la que saben concentrar a sabiendas de que esos cientos de miles de lectores los siguen teniendo, pero desde otro medio, en este caso el cibernético que tanta gente reúne.
Siendo así, como se comprenderá, suena descabellado tener que pagar por este medio cibernético cuando, como explico, la gran mayoría de las publicaciones son totalmente libres, caso de el diario La Razón que, tanto en su edición de papel como en Internet, Patricia Navarro sigue siendo la reina al respecto porque con libertad y sin cortapisa alguna, todos nos deleitamos con su pluma en las dos versiones del medio que dirige Paco Marhuenda. Por cierto, para que aprendan los santones de la crítica actual, Patricia Navarro, como quiera que escribe desde la plaza con su ordenador, a los pocos minutos de acabar el festejo ya tiene colgada su crónica que, en los tiempos que vivimos es lo lógico y natural, nada que ver con aquellos años en que Joaquín Vidal alquilaba una cochera cerca de Las Ventas para escribir su crónica y, mediante un fax, la enviaba al diario.
Seamos serios y analicemos las cosas por su nombre. En la actualidad, pese a la grandeza que les caracterizaba, ¿cree alguien que Navalón y Vidal tendrían miles de seguidores por este medio cibernético si tuvieran que pagar? Ambos críticos todavía pudieron gozar, aunque fuera por un rato, las miles del éxito por este medio cibernético, Navalón lo hacía desde Tribuna de Salamanca y Vidal, desde el mismo periódico El País pero, sin coste alguno y el que quería comprar el periódico de papel lo hacía porque entendía que por el dinero que pagaba le entregaban un presente que, aunque fuera de papel, era la contraprestación al respecto.
En la actualidad, ¿pagará alguien un céntimo por leer a Zabala de la Serna en El Mundo o a Andrés Amorós en ABC? Por todo lo dicho, quiera Dios que reine la cordura y, desde ahora y para siempre podamos seguir deleitándonos en El País con la docta pluma de Antonio Lorca pero así, con total libertad, como lo hacíamos en vida y gloria de Joaquín Vidal Vizcarro.
Y. cuidado que, como dije, ha sido todo flor de un día porque en el día de hoy, hasta en la corrida de rejones, para leer a Lorca hay que suscribirse. Lo tienen clarísimo. Por dicha razón, Patricia Navarro, con su Razón, seguirán siendo líderes de audiencia gracias al talento de Paco Marhuenda.
En la imagen vemos a Patricia Navarro recogiendo un galardón periodístico de los muchos que ha recibido.