Han pasado catorce años y El Pana está enterrado pero, jamás olvidaremos aquella memorable tarde del 7 de enero de 2007 en El Embudo de Insurgentes en que, Rodolfo Rodríguez, hastiado de la vida y de sus gentes, se despedía para siempre en el coso capitalino de México. Como sabíamos, era una despedida ingrata, la que nunca hubiera deseado El Pana en que, para quitárselo de encima, Rafael Herrerías escogió una corrida de Pepe Garfías a sabiendas de que, dichos toros, en aquellos momentos no los quería nadie, razón de por más para hundir en la miseria para siempre al bueno de Rodolfo.

Pero amigo, arriba de Dios no vive nadie, por ello, como si de un milagro se tratare, los toros de Garfías quisieron colaborar con El Pana y, tanto Rey Mago como Conquistador, elevaron a lo más alto al diestro de Apizaco que, en lo que era su última tarde como torero, por arte de magia, que la hubo por doquier, las lanzas se tornaron cañas para que El Pana se inmortalizara a sí mismo para la eternidad y, así sucedió.

Las connotaciones del festejo tuvieron una singularidad nada habitual en lo que a festejos taurinos se refiere; era normal, actuaba El Brujo de Apizaco y con semejante personaje todo se podía esperar; desde lo más grande hasta lo más bufo, como tantas veces sucediera en su vida. Sus faenas, en aquella ocasión, eran de cuatro orejas y dos rabos, que solo cortó dos por los fallos con la espada; pero su caudal de creatividad allí quedó esculpido para siempre. Pero, para si algún aficionado no pudo ver aquella corrida, amén de los trofeos logrados, El Pana dio siete vueltas al ruedo en el coso capitalino, algo que no había ocurrido jamás en dicha plaza y, dudamos que vuelva a suceder.

Lógicamente, en La México se han llevado a cabo faenas memorables, rotundas, inolvidables pero, las de El Pana en aquel 7 de enero de 2007 barrunto que han superado todo lo que allí había sucedido. Se trataba de un hijo del pueblo, desahuciado por el taurinismo, despreciado por el poder empresarial, arrinconado por las fuerzas vivas del toreo y, de repente, como si todo fuera una explosión de magia al más alto nivel, El Pana conquistó a propios y extraños para, con su arte inacabable, encandilar a casi los veinte mil correligionarios que se dieron cita en aquella tarde para despedir a su ídolo. Serafín Marín sabe muy bien lo que digo puesto que, el diestro catalán confirmó su alternativa en aquella mágica tarde para El Pana.

En aquel evento que citamos se dieron cita Rodolfo Rodríguez y su personaje, como él dijera, El Pana. Si el personaje estuvo genial, único, arrebatador, artista y todos los epítetos que le queramos añadir, Rodolfo Rodríguez estuvo magistral con su brindis a las señoras de vida alegre, un brindis que nadie olvidaremos jamás, sencillamente porque resultó genial desde la primera palabra hasta la última. Lo que podría parecer una frivolidad por parte del diestro, tras el festejo, resultó ser el brindis más emotivo en la historia del toreo, algo que dio la vuelta al mundo por sus connotaciones geniales y épicas.

Tras aquella tarde memorable, de repente, como si de un milagro se tratare, El Pana no pudo retirarse; no pudo porque era reclamado desde todos los lugares del mundo, entre ellos España que, más tarde, hasta nos obsequiaría con alguna que otra faena sublime. Volvió a torear varias tardes más en La México con el entorchado de ser el torero más interesante en aquellos momentos en el país azteca, incluso en un mano a mano con Morante en que, para su desdicha, El Pana cayó herido tras llevar a cabo una faena soñada por Morante.

Muchas fueron sus actuaciones en México tras aquel acontecimiento que cambió la vida de El Pana pero, su ilusión más grande, confirmar su alternativa en Madrid no pudo ser, pese a que, El Pana, incluso toreó otro mano a mano con Morante en Vistalegre de Madrid que, para su infortunio, los toros no quisieron colaborar para que el diestro de Apizaco se alzara con otro triunfo memorable. Desde el momento de su “descubrimiento” por parte delos taurinos, El Pana no dejó de venir todas las temporadas a España para actuar en algunos de nuestros ruedos con categoría de artista.

Insisto, El Pana murió con la pena de no haber culminado su obra que no era otra que su confirmación en Las Ventas, algo que le negó la empresa Chopera porque decían que era viejo y, ya ven, le mató un torito a modo en un pueblo de México, un deceso que tuvo lugar un 2 de junio de 2016 como consecuencia de una dramática cogida de unos días antes en Ciudad Lerdo de la que quedó tetrapléjico y, por ende, aquello le condujo a la muerte.

Tras aquella explosión de júbilo en la corrida capitalina del 7 de enero de 2007, en México se escribió un libro que inmortalizaba todavía mucho más la legendaria vida de un diestro irrepetible que, para nuestra fortuna, hasta nos cupo la dicha de novelar su vida, VA POR TI, que es su título y la que nos dejó un sabor inigualable, todo ello por la grandeza de un diestro tan singular como Rodolfo Rodríguez El Pana.

Por eso digo que, pese a todo, El Pana sigue “vivo” entre nosotros porque se trata de un torero que ha dejado páginas inolvidables en el toreo, algo que los aficionados no olvidaremos jamás. Por ello, como sentenciara el maestro Facundo Cabral, solo muere el que no ha podido dejar leyenda en el mundo, razón inequívoca por la que El Pana sigue tan vivo como siempre porque su leyenda sigue viva en nuestros corazones.

Pies de fotos:

El Pana en nuestro despacho el día que nos obsequió con su visita.

El derechazo arrebatador del torero de Apizaco.

El trincherazo sublime de Rodolfo Rodríguez El Pana.

Imagen del triunfador de la tarde, El Pana.

Rodolfo Rodríguez El Pana besa la arena como prueba de gratitud hacia su público.