Ha llegado a mis manos el manuscrito con el que está trabajando nuestro amigo José Luis Cantos Torres al respecto del diestro Manolo Granero y, lo confieso, he quedado emocionado. Como quiera que me fascina la historia y los hombres que la forjaron, gracias al maestro Cantos Torres, en breve conoceremos la magnitud de lo que supuso para el toreo el diestro Manuel Granero Valls, un torero que en un brevísimo plazo de tiempo se encaramó en lo más alto del escalafón y Dios sabe hasta dónde hubiera llegado de no haber encontrado la muerte en la plaza de toros de Madrid cuando apenas contaba veinte años.
Todos los aficionados conocemos, a grandes rasgos, lo que fue la trayectoria del experto en tauromaquia más singular que ha dado Valencia, un fenómeno en todos los sentidos, un privilegiado por su arte, tanto en los toros como en la música. Si hablamos de Manolo Granero tenemos que convenir que se trataba del más genial de los toreros que, a la postre, era un virtuoso del violín, todo un academicista en todo aquello en que se desenvolvía. Nadie podemos imaginarnos como hubiera sido la vida de este hombre de no haber entregado su alma a Dios tan joven; si con veinte años rayó en lo más alto en todos sus quehaceres, cerremos los ojos, pensemos y comprenderemos la magnitud del personaje.
Al margen de que, como decía, conocemos lo que fueron las “líneas maestras” de tan hermoso personaje, gracias al maestro Cantos Torres, cuando este manuscrito que tengo entre mis manos salga a la luz, -algo que sucederá en breve-, los aficionados se estremecerán al conocer en profundidad la vida y obra de este valenciano que, hace cien años entregó su alma a Dios. Fijémonos pues, en aquellos años tan difíciles y amargos, que una chaval con apenas veinte años lograra todo lo que consiguió, estamos hablando de un genio en el más amplio sentido de la palabra.
No soy capaz de expresar todo lo que Cantos Torres me ha hecho sentir con sus letras, lo que auguro que le sucederá a todo el mundo cuando lean el libro. Lo que ha logrado este narrador con varios años de trabajo al respecto de Manolo Granero, eso no tiene precio; es imposible cuantificar todo lo que nuestro amigo ha logrado tras un “buceo” inmenso en hemerotecas y demás lugares donde se adentró para conocer la magnitud de tan grande ser humano como fue Manolo Granero. El estudio que ha realizado Cantos Torres para que todos conozcamos las raíces de la vida y obra de Manolo Granero es todo un ejercicio de humildad por parte del narrador que, adentrándose en las profundidades de lo que supuso la vida de tan magno torero nos ha emocionado hasta la locura.
Todos y cada uno de los detalles, hechos, acontecimientos, y valores que adornaron la vida de Granero, todos los hallaremos en tan apasionado libro en que, como decía en el introito, Manolo Granero ha vuelto a la vida para que cien años después, los aficionados actuales conozcamos en plenitud sus rasgos más apasionantes que, sin duda, fueron todos los que le adornaron en su breve existencia.
¿Cómo un ser humano podía estar dotado de tantas virtudes en una España llena de carencias de todo tipo y sin apenas medios para los estudios ni nada que pudiera asemejarse? La respuesta a esta pregunta la tendremos en este libro sobre su vida en el que, Cantos Torres se ha vaciado por completo para que ni el más mínimo detalle se nos escape de un torero que, un siglo después, muchos nos preguntamos en qué era mejor si como torero o como músico con su violín del que era un virtuoso.
Yo me descubro ante este narrador genial que, más que un cronista es un historiador en toda la extensión de la palabra. Lo digo porque si se me apura, un novelista crea a su antojo y da vida a los personajes que cree oportunos y de la manera que se lo imagine. Ahora bien, aquello de adentrarse en la vida y obra de tan carismático personaje como Granero, buscar en innumerables sitios, hacer miles de consultas al respecto, tratar de conversar con sus descendientes, visualizar documentos de aquellos años, recabar decenas de fotografías del diestro que, en aquella época, tener una foto era cosa de privilegiados. Miles de gestiones por parte de Cantos Torres, años de indagación para que, ahora, cuando Manolo Granero regrese al “mundo de los vivos” todos le conozcamos en profundidad para venerarle mucho más que cuando estaba entre nosotros.
Para mi suerte, José Luis Cantos Torres, sabedor de mi pasión por aquello de aprender en la dura escuela de la vida, me ha encargado incluso, como un honor al más alto nivel, un prólogo para dicho libro que, tras haberme emocionado con su manuscrito, barrunto que me saldrá del alma narrar unas humildes letras para satisfacer al amigo y, sin duda para para sentirme un poquito arte y parte de algo que no me corresponde porque, en realidad, un prologuista no es otra cosa que el hombre que abre la puerta de toriles para que, el auténtico protagonista, el diestro de turno nos ofrezca lo mejor de su ser. Es el caso de Cantos Torres que, reitero, ha escrito un libro bellísimo del que desde aquí le auguro un gran éxito y, lo que es mejor, que todos aprenderemos, como me ha sucedido a mí, una espléndida lección de tauromaquia, en este caso, para conocer en profundidad la vida y obra del valenciano más ilustre que engrandeció al mundo de los toros y, sin duda alguna, a toda la grey musical de aquellos años que, de haber estado grabado sus conciertos todos quedaríamos anonadados al respecto.
No tengo más palabras, amigo José Luis Cantos Torres, con decirte que he quedado emocionado creo que es más que suficiente para que termines cuanto antes esa bella tarea que Dios te encomendó con la que, a no dudar, nos emocionaremos todos. Millones de galanuras por acordarte de este soñador que, gracias a personas como tú me cabe el honor de aplicarme el maravilloso refrán que nos dice, muriendo y aprendiendo. Ese es mi caso.