Gracias a Victorino Martín hemos despedido el año taurino con una grandeza inenarrable puesto que, sus toros han dado un juego extraordinario que, como explico, el ganadero de Galapagar ostenta el título de ser el protagonista de esta corrida del siglo que, a no dudar, ha refrendado un año apoteósico para el ganadero que, en la feria de Cali ha lidiado una corrida para el recuerdo. No sé si habrá sido suerte o que Victorino sabía lo que traía a Cañaveralejo pero, la gran verdad es que ha rematado el año emocionando a todo el mundo taurino. Entre otros criadores de burros con cuernos deberían de tomar nota, por ejemplo Juan Pedrito al que, una vez más Victorino le ha mostrado y demostrado cómo y de qué manera debe ser un toro de lidia. Como digo, si aparece el toro en la arena el espectáculo es inenarrable, inolvidable y, por encima de todo, haciendo afición. ¿Quién podría discutir toda la gloria amasada esta tarde por tan ejemplar ganadero? Lo de menos son la muchas orejas que se han cortado por la nobleza que dichos toros han tenido; ojo, nobleza pero con ese atisbo de casta que diferencia a los Albaserradas con los toros propios de las figuras que, a diario prefieren que salgan muertos por toriles para no exponer en lo más mínimo. Como siempre dijimos es el toro el que engrandece a la propia fiesta y, para colmo, si en la arena hay toreros como Luis Bolívar y Emilio de Justo, podemos decir que hemos tocado la gloria con nuestras manos.
Tres vueltas al ruedo a los toros de Victorino, un rabo cortado por Emilio de Justo amén de las orejas que cada diestro ha logrado, todo un acontecimiento que, con los toros habituales de la rama Domecq es imposible que eso suceda. Gracias Victorino Martín por habernos mostrado en Cali y para el mundo una corrida memorable, como digo, la corrida del siglo en que vivimos.
Hoy es de esos días que sobran todos los comentarios, si acaso, los narradores, hacemos nuestro trabajo por el disfrute personal de todo aquello que hemos sentido al ver una auténtica corrida de toros que, por ejemplo, los cuatro primeros ejemplares han sido de una bravura incontestable. Estos festejos hacen afición, crean admiración hacia los toreros y, todo el mundo se pone de acuerdo para cantar una gesta tan hermosa. Insisto que, tras este festejo maravilloso plagado de verdad y de emoción, se acuerdo uno de los toritos enclenques de las figuras del toreo y, por dicha razón aumenta nuestra admiración hacia el toro de verdad; ese toro que, como ha ocurrido hoy en Cali es capaz de propiciar el triunfo de los toreros vendiendo cara su vida.
Me ha emocionado Luis Bolívar, un torero caleño conocido en España, harto de matar corridas duras y siendo despreciado por los mandones del toreo relegándole siempre a un oscuro lugar y, como ha demostrado es un torero importantísimo. Sus dos primeros enemigos le han permitido expresar su sentimiento frente a los toros, su calidad como torero y su arte singular. Creo que Bolívar llevaba un par de años sin torear por falta de contratos, claro; pero ello no ha sido obstáculo para que el diestro mostrara su categoría como torero ante sus dos primeros todos llenos de casta, bravura y emoción con los que ha estado sensacional. Cuatro orejas apenas han sido nada para lo mucho que Bolívar nos ha ofrecido, todo un recital de torería al más alto nivel. Ya, en el tercero de su lote le ha salido ese toro Victorino bronco, tobillero y que pide el carnet de torero, el que Luis ha mostrado con orgullo desmedido. En definitiva, apoteósico Luis Bolívar tanto con el capote como con la muleta en la que ha bordado el natural. Contento, dichoso, feliz se marcha Luis Bolívar de su feria en la que le ha demostrado al mundo su torería infinita, la que tantas veces le negaron pero que él, con su verdad, ha vendido sin rubor.
Emilio de Justo sí puede presumir de ser una gran figura del torero porque lo ha demostrado muchas veces, alcanzando en el día de hoy su cenit más grande al respecto. Le hemos visto a De Justo tardes inolvidables pero ha tenido que ser en Cali donde ha firmado su tarde más emotiva del año que ahora termina. Todo un recital de torería en sus tres toros que, si en sus dos primeros ha estado magnífico, sensacional y apoteósico, en el último de la tarde como le ha sucedido a su compañero se ha jugado la vida sin mácula alguna, no sin antes haber inundado el ruedo de Cañaveralejo con su torería infinita. De justo sí tiene categoría de figura del toreo porque es capaz de jugarse la vida y, en ese intermedio, crear páginas inolvidables como ha sido el caso del día de hoy. Todos los epítetos que le queramos añadir a De Justo siempre serán pocos para definir la grandeza de la que ha sido artífice. El diestro extremeño tiene derecho a sentirse feliz, pletórico, dichoso porque ha hecho lo que los demás sueñan, unos porque no pueden y otros porque no lo intentan. Cinco orejas, rabo, puerta grande en una tarde para el recuerdo. Festejo como el que hemos vivido son los que le dan grandeza y sentido a este espectáculo inenarrable cuando está revestido de belleza y verdad.
Toreros y ganaderos han salido por la puerta grande en lo que ha sido el debut de Victorino Martín en Colombia, concretamente en la plaza de toros de Cali. Bien hallados sean todos los que, con sus legítimos éxitos engrandecen la fiesta de los toros. Como dije, hemos visto la corrida del siglo otra vez y, como ocurriera en aquellos años ochenta , con los toros de Victorino Martín.
Por Pla Ventura