Tras todo lo acontecido en este año nefasto para España y la humanidad y no digamos para el mundo de los toros, todo ha quedado en una mera hipótesis en la que solo nos deja margen para la suposición de todo aquello que hubiera sido pero que no ha ocurrido. Es triste lo que digo, pero tal real como la vida misma. Es verdad que, por ejemplo, el hule de los quirófanos no se ha manchado pero, pese a esta salvedad, muchas cosas han quedado en el camino, entre ellas, millones de ilusiones de hombres apasionados que, auspiciados por el mundo de los toros tanto tenían para ofrecernos.

El mundo de los toros se ha quedado inerte, sin alma, sin sentidos, sin argumentos de ningún tipo para que pudiéramos pronunciarnos al respecto. Todos hemos quedado mudos ante la falta de espectáculos y, como se comprueba, solo la ilusión por contar nos alberga para que, de alguna manera, dentro de lo poco que tenemos, que sigamos contando historias que, la gran mayoría, se ciñen sobre nuestros recuerdos.

Nosotros, nuestra casa de forma muy concreta, somos muy afortunados puesto que, a diario, como se comprueba, tenemos ensayos por parte de nuestros colaboradores que, amparándose en su libertad, claridad de ideas, acumulación de recuerdos e historias de todo tipo, entre todos hemos saciado el hambre y la sed de nuestros lectores para que nadie quede huérfano de todo aquello que recordamos.

La hipótesis a la que aludimos nos ha dado poco margen, más bien ninguno, refiriéndonos a las cuestiones artísticas de todo aquello que pudo haber sido y no fue. No es menos cierto que, aunque nos haya pesado en el alma, hemos tenido que echar mano de nuestras letras, nuestra única forma de expresión, para criticar todas las necedades que nuestro gobierno ha cometido contra la fiesta de los toros que, sin necesidad de hipótesis alguna, lo dicho ha sido una realidad aplastante, hasta el punto de llegar a la congoja más absoluta al ver nuestro mundillo desamparado y solo asistido por la mano de Dios a la espera de un milagro que pueda llevar a cabo para que la gran mayoría de los profesionales taurinos no se mueran de hambre.

Como se ha demostrado, hemos tenido que versar sobre aquello que jamás hubiéramos imaginado porque, como es notorio, en una publicación taurina lo que nos ocupa y preocupa es la información al respecto del mundo de los toros; sus más y sus menos, sus triunfos, sus fracasos, sus veleidades de todo tipo pero, ¿quién nos tenía que decir que, a lo largo de la temporada, nuestras críticas irían todas encaminadas hacia el gobierno que nos denosta, maltrata y desoye? Nadie lo hubiéramos imaginado pero, ha sido la tónica dominante contra un gobierno al que se lo hemos dado todo, refiriéndome al mundo de los toros y, para desdicha irreparable, a la hora de la verdad no hemos recibido nada.

De que España está sumida en un caos horrible, eso lo saben hasta los niños de pañales y, como muchas veces dije, lo peor está por venir, es decir, la hecatombe la tenemos a la vuelta de la esquina. No es menos cierto que, la pandemia aludida, la que ha tenido que cerrar miles de empresas, éstas se han visto favorecidas por la concesión de los ERTES consabido y, de alguna manera, se ha mitigado el hambre. Es decir que, innumerables colectivos se han visto amparados por el gobierno, menos los toros que, como se demuestra, somos un colectivo de apestosos que, pese a estar enclavados en el Ministerio de Cultura nadie nos ha escuchado; será por eso, por ser tan “cultos”, razón por la que nuestro gobierno ha entendido que, con la cultura ya tenemos más que suficiente, motivo por el que se nos ha negado el pan en este tiempo de confinamiento y lo que queda por delante que, nos parecerá una eternidad hasta la llegada del próximo año si es que, nuestras autoridades, las que no nos han dado ni las gracias, tenemos que seguir rezando para que en el año venidero se puedan dar toros.

Como dijes miles de veces, sigue siendo sangrante cuando vemos a diario los noticieros en los que nos cuentan que, nuestro gobierno, esquiva el mundo de los toros. Ninguna fuerza de izquierdas es capaz de apiadarse de nuestro mundillo; más que de apiadarse, darles lo que de verdad les corresponde y, lo dicho no es ninguna hipótesis, más bien una realidad latente y de puro manifiesto. Para la izquierda, el mundo de los toros es algo que les apesta, aunque no es menos cierto que, los apestosos son ellos, los que amparándose en fuerzas criminales de todo tipo lograron un gobierno bolivariano del que, al paso que vamos, España lo recordará mucho tiempo; no por la pandemia, sino porque ellos son la propia pandemia puesto que, del contagio masivo saldremos algún día, pero de donde jamás saldremos será de las garras de estos descerebrados que, no es que quieran acabar con la fiesta de los toros, lo que les satisface es destruir España, algo que lo están logrando por completo.