Me sitúo dentro del mundo de los toros, me pongo en el papel de cualquier protagonista de la fiesta y me entran los sudores de la muerte. Como dije hace unos días, ilusión la tienen  los taurinos pero, todo hace presagiar que todo será papel mojado. No soplan buenos vientos de cara a la fiesta de los toros; más bien, todo lo contrario. Como sabemos, dentro del sector, son ya miles de familias que viven en la más absoluta miseria debido al problema ocasionado por la pandemia que, sin duda, es el detonante de todo lo que está ocurriendo.

Si desde dentro del mismo gobierno alienten a tipos asquerosos como el tal Pablo Hasel, imaginemos nosotros la ayuda que podamos recibir de dichos personajes cuando hablamos de la fiesta de los toros. Es absolutamente irreal que el mal nacido de Hasel dijera tras la muerte de Víctor Barrio que, si las corridas de toros terminaran cómo acabó el día de la muerte de Barrio, Hasel iría a todos los festejos. O sea, la crueldad más exacerbada por parte de un tipo deleznable que, para mayor inri, encontró todo el apoyo del mundo por parte de nuestros gobernantes y demás energúmenos que lo secundan, caso de actores de mierda que, como único bastión artístico, éste no es otro que el odio hacia los toros y todas las personas honradas de este país.

Tenemos la duda existencial al respecto de si habrá toros o todo lo contrario, un dilema que nos está matando por completo. La esperanza es mucha pero, en realidad, ¿quién arregla todos los males contraídos y que nadie ha remediado? Es posible que, si de pronto tornásemos a la normalidad pudiéramos dejar el hambre pasada en el camino pero, si ocurre lo contrario, es decir, si no llegamos a lo que pudiéramos desear como una temporada normal, ¿qué futuro nos espera, refiriéndome a los profesionales del sector? Negro, muy negro es nuestro futuro porque, a diferencia de otros sectores de la industria de España, los toros no han recibido la menor ayuda por parte del gobierno que, como sus hechos demuestran, lo que les place es que ese mundo desaparezca por completo sin reparar, por un instante, la enorme fuente de ingresos que representa la tauromaquia para este país que antes se llamaba España.

El destino se ha tornado criminal de cara al mundo de los toros que, como miles de veces dije, si no teníamos bastantes problemas que resolver dentro de nuestra misma “casa”, tuvo que llegar ese maleficio llamado pandemia para que todo se destruyera sin remisión. Ante todo lo visto, nos queda rezar, no cabe otra opción porque esperar algo positivo de nuestros dirigentes es como ilusionarnos para encontrar la aguja en el pajar.