En este país que somos auténtico especialistas en rendirle culto a los muertos, en homenajearles y reconocerles cuando ya están en el otro barrio, el hecho de que los vecinos de Morante, en su barrio de La Puebla le hayan reconocido en vida, eso es de una belleza inenarrable. Sus vecinos, como digo, han puesto una placa en la que se perpetúa el nacimiento del genio en la casa citada. Y lo han hecho ahora, con el artista vivo, ¡qué digo, muy joven porque apenas tiene cuarenta años y está lleno de éxitos!

Morante no es hombre de grandes expresiones y, a su vez, tampoco echa las campanas al vuelo ante ninguna explosión de júbilo, si acaso, esboza una leve sonrisa y ahí quedó todo. Pese a todo, seguro estoy que no cabrá de gozo al comprobar que sus gentes no le han olvidado y, lo que es mejor, que pasados los años, generaciones venideras sepan en qué casa trajo al mundo su señor madre a este genio que ahora nos conmueve a todos.

Mi admiración para las personas que han hecho posible la colocación de la placa en la que se perpetúa el nombre del hijo más ilustre de La Puebla del Rio. Felicitaciones para Morante que, para su dicha, ha sido homenajeado por los suyos gozando de buena salud, en plena juventud y lleno de éxitos.

Este hecho que  comentamos solo tiene una lectura, la buena memoria de los vecinos de La Puebla, la admiración que sienten por el paisano y la gratitud que nace en sus corazones para que, su vecino más ilustre, reconocido en todo el mundo, lleve siempre dentro de su ser el pueblo donde nació, algo que no olvidará jamás porque, aunque no viva en la casa en la que nació, José Antonio Morante, sigue siendo vecino de su pueblo y, lo que es mejor y dice todo de él al apodarse, Morante de la Puebla.

Este año de gracia para Morante ha culminado por todo lo alto puesto que, desde que empezó en Valdemorillo con la ilusión de poder emular a Joselito, incluso en el número de actuaciones, en Ubrique selló su hazaña por llegar a cien corridas toreados, infinidad de faenas de alto nivel, destacando, eso sí, sus faenas de Sevilla y Madrid, justamente las que le dieron el entorchado de máximo artista de la torería actual. Y, como queda dicho, para que su año fuera irrepetible e inolvidable, la casa donde nació ha quedado perpetuada para siempre con una placa que lo certifica.

Como digo, la admiración en vida puesto que, en España, como antes contaba, somos auténticos especialistas en ensalzar a los muertos mientras que, en vida, les destrozábamos por completo. Honor para Morante en todos los sentidos, sí señor.

Morante con sus vecinos de La Puebla en el momento de inaugurar la placa que perpetúa su nombre en la casa donde nació.

Foto cedida por nuestros compañeros de Aplausos.