Cuando teníamos la esperanza de que, una vez llegada la feria de San Isidro, justamente en Madrid, de nuevo reinara la cordura, hemos podido comprobar que nos hemos equivocado. Es más, yo diría que estamos tocado fondo por parte de la autoridad que, según los datos que tenemos parece que “trabajan” para favorecer a los toreros olvidándose de los aficionados. Ayer, sin ir más lejos tuvimos un claro ejemplo. Los toros de Morante –juego al margen- fueron impresentables de una plaza como Las Ventas. ¿Qué pinta el presidente y todo el equipo veterinario ante estos desacatos? ¿No tendrán ojos en la cara? Lo digo porque lo del trapío es muy sencillo de adivinar; vamos que, cualquier aficionado de Madrid que le preguntaran a la hora del sorteo lo adivinaba por completo.

Claro que, Morante, en el pecado llevó su penitencia, algo que no le importará ni afectará para nada pero, los aficionados se sintieron engañados porque dichos toros eran para otro tipo de plazas donde no hay la menor exigencia. Y menos mal que todavía sigue existiendo el tendido siete que, en el peor de los casos pone las cosas en su sitio recriminando todo aquello que los claveleros aplauden.

Sin lugar a dudas, el torero que más respeto infunde en la actualidad si de figuras hablamos, no es otro que Emilio de Justo que, como dije en mi crónica, para mí estuvo sublime, hasta el punto de que, en su primer toro, un enemigo declarado al que le plantó batalla junto al viento, el mérito de este hombre es inenarrable que, de no haber fallado con la espada su triunfo hubiera sido de clamor. Sensacional estuvo en su segundo enemigo al que, posiblemente, si se me apura, le faltó otra tanda por el pitón derecho, pero sí él creyó que la faena estaba hecha de él era el protagonismo. La estocada entrando a ley le cayó baja. Afloraron los pañuelos con ímpetu desmedido para que, como todos creíamos, le otorgarían la oreja mientras que el presidente, por su cuenta y riesgo le entregó las dos. ¿Cabe ignominia mayor? Por Dios que estábamos en Madrid y, repito, De Justo es merecedor de todos los éxitos, pero nunca se le debe engañar con falsos triunfalismos que nunca ha tenido.

Y para que la gota colmase el vaso, el día anterior, es decir, en la corrida de La Quinta, átame esa mosca por el rabo, dos de los toros lidiados, uno por El Juli y el otro por Roca Rey, fueron rechazados en Sevilla por falta de trapío. Hemos tocado fondo, no se puede caer más bajo porque en su momento criticamos a Sevilla, con toda la razón del mundo de que en La Maestranza se han lidiado toros que, en Madrid no pasarían como novillos. Eso ha sucedido miles de veces. Pero que se lidien en Las Ventas toros que se han rechazado en Sevilla, como explico, estamos ante el final de la fiesta y, lo que es peor, que Madrid se convierta en una plaza de talanqueras por la absurda decisión de la autoridad que, presionados por el poder o ejerciendo como auténticos bobos, han consentido el peor descrédito que pudiera sufrir Las Ventas, hasta que jamás había sucedido en toda su historia.

Claro que, esto no ha hecho nada más que empezar. Cuidado con todo lo que nos pueda venir encima que, las figuras tienen más tardes contratadas y, aberraciones como las que hemos contado nos pueden caer por todos los lados. Recordemos que, en la corrida de La Quinta, -casualidades del destino, lo digo porque si todavía queda algún tonto que lo crea- a Álvaro Alarcón le “tocaron en suerte” los dos toros más destartalados del festejo mientras que, los rechazados en Sevilla los lidiaron El Juli y Roca Rey. No quiero pensar todo lo que pueda caernos encima. Que Dios nos pille confesados.

En la imagen mostramos el parte de «guerra» que corrobora nuestras palabras.