Después de tantos años como aficionado a la mejor fiesta del mundo, tras todo lo visto en los últimos tiempos no queda otra opción que aferrarnos a la lúdica. Buscar la justicia, equidad, que todo el mundo tenga igual de oportunidades, todo ello son quimeras inalcanzables, por tanto, no puedo perder más el tiempo anhelando sueños que jamás se tornarán realidad. Es duro lo que digo pero, no queda otra alternativa que aferrarnos a la lúdica que, como la RAE indica: La lúdica es una manera de vivir la cotidianidad, es decir sentir placer y valorar lo que acontece percibiéndolo como acto de satisfacción física, espiritual o mental.
Es cierto que, respecto a los toros podemos ir o quedaros en casa pero, si decidimos acercarnos a la plaza, tengamos claro que lo que soñamos muy rara vez aparecerá en el ruedo, por tanto, para evitarnos disgustos muy serios debemos de aferrarnos a la lúdica y, en cada momento del espectáculo en que encontremos satisfacción, todo eso habremos ganado. Una verónica, un simple o grandioso natural, un pase desmayado, uno de pecho, un derechazo, cualquier matiz nos servirá para alimentar el alma.
Lo que digo no se trata de que me esté aferrando a la derrota, se trata sencillamente de aceptar todo aquello que nos produzca placer y lo encontremos valioso para que lo disfrutemos en plenitud. Por supuesto que, todos los toreros, desde el primero hasta el último, cualquiera de ellos nos pueda regalar un atisbo de placer para el alma. Entre otros, a lo largo de la temporada hemos visto faenas o simples destellos con los que aferrarnos porque, en honor a la verdad, como digo, lo que soñamos siempre quedará en ese sueño que se nos torna inalcanzable. Como explico, buscar más allá de lo que tenemos es tarea ardua, muy complicada. En una fiesta tan cargada de injusticias en todos los órdenes, pretender hallar esa faena con ese toro que soñamos, reitero, no deja de ser una quimera inalcanzable. Y si hablamos de injusticias, mejor no sigamos puesto que, las mismas, en el toreo, con el plato cotidiano en cada amanecer
Aceptemos lo frecuente, como dice la RAE sobre la lúdica, no nos queda otra opción. Denigrar el todo por el toro no sirve para consuelo de nadie. He dicho bien, pretendemos el todo en este espectáculo maravilloso en el que, es el toro el que casi siempre falla. ¿Solución? Quedarnos con los momentos realmente bellos y apartar de nuestras mentes la cruel idea de la perfección de la que, como todos sabemos no existe y mucho más en el toreo que, como siempre se dijo, es el arte más imperfecto que existe sobre la faz de la tierra.
Puesto que de imperfecciones vivimos, aferrémonos a lo poco o mucho, lo que haya, que nos llene el alma. La sombre del fracaso siempre se cierne sobre este espectáculo y buscar la perfección en aquello que manejan los hombres, tanto en la elección de toros como de toreros, es una tarea baladí la que acometemos. Para colmo, muchos, ignorantes al más alto nivel, hemos suspirado por la justicia taurina, lo más alejado de la cruel realidad en que vivimos. ¿Qué hacer? No enloquecer que ya es una buena terapia. El mundo de los toros es como es y no podemos cambiarlo, siendo así, gocemos pues de todo aquello que nos parezca digno.
Pero tras lo dicho no estamos aceptando derrota alguna puesto que, lo contado no es otra cosa que una crítica feroz hacia todos aquellos que con sus acciones no quieren que haya cambio alguno en el mundo de los toros. Y gran parte de lo que digo tiene la culpa los medios de información que, con peores armas que los propios taurinos, todo lo dan por bien empleado y, como se ha demostrado, a remolque de tantos intereses creados, al parecer, a mucha gente le va muy bien. Eso de la defensa de la dignidad del toro queda para cuatro románticos que, como se ha demostrado, todavía no nos hemos enterado luchar por la verdad es una tarea tan baladí como absurda. Como fuere, lo seguiremos intentando.