Cualquier medio de comunicación, el que fuere, tiene que estar dolido cuando cierra sus puertas una revista de la talla de 6Toros6, todo un emblema periodístico de los últimos treinta años que, de forma semanal nos informó con todo lujo de detalles de los aconteceres taurinos que se celebraban por el mundo. La citada revista, ha sido la primera víctima que nos ha dejado la cruel pandemia debido al confinamiento que privó a los aficionados salir a la calle para adquirir tan linda publicación.

Dentro del mundo de los toros estamos ahora lamentando el primer “cadáver” que, en este caso ha sido informativo pero, cuando se haga balance de toda la hecatombe que nos ha dejado la pandemia y sus consecuencias al respecto, hablaremos de cifras dantescas a las que nadie hará caso y, sin duda, mucho menos quien debiera que es el gobierno de España. Dentro de todos los males han dejado morir al sector y, repito, al finalizar el año y cuando dispongamos de cifras sobre el asunto que nos compite, seguro que moriremos de pena.

Ante una crisis, ¿quiénes son los primeros que caen? Los más vulnerables, sin duda alguna y, el sector de los toros y todo aquello que le rodea, incluidos los medios de comunicación son de una vulnerabilidad que aplasta. Nosotros, el mundo taurino hemos sido los viejecitos de las residencias de ancianos que, sin apoyo de ninguna clase hemos caído en el fulgor de la batalla. ¿Qué apoyo ha tenido el mundo de los toros en este año cruel y horrendo? ¡Ninguno! Y  si ese sector que tanto dinero aporta a las arcas del estado ha muerto, le han dejado morir, poco puede aportar a los medios que lo representan.

Me duele en el alma el cierre de 6Toros6 porque, como aficionado, he comprado esta revista durante toda mi vida, la misma que ésta ha tenido. Podría estar de acuerdo o en desacuerdo con dicha publicación, dependía de muchas circunstancias pero, la labor de José Luís Ramón y Alfonso Santiago era indiscutible. Es más, información de rabiosa actualidad al margen, publicaban reportajes de otras épocas que eran la admiración de todo aficionado que quisiera aprender y, en mi caso, como alumno, disfrutaba con desmedido frenesí. Aquellos números especiales dedicados a Juan Belmonte –el último- a José Gómez Ortega “Joselito”, a Manolete, como monográficos, eran documentos de un valor inenarrable porque aportaban datos, fechas, fotos y elementos periodísticos de todo tipo que los aficionados no conocíamos. Fueron muchos los datos recopilados al respecto en torno a otras épocas del toreo que, sin duda, tan felices nos hicieron a los aficionados.

Una pena que, los toreros con poder económico no hayan sido capaces de romper una lanza a favor de esta emblemática publicación que, sin otro apoyo que alguna que otra página de publicidad y lo que pudiera ser el recaudo por su venta, nadie ha reparado en que, un día, como así ha sucedido, nos pudiéramos quedar sin ese baluarte hermoso que tanto nos gratificaba. Era ahora repito, cuando las figuras del toreo tenían que haber respondido con una fuerza desmedida para aportar lo que hubiera hecho falta para dicha revista que, en las manos de quiénes la dirigían, el acierto habría sido un éxito de clamor. Pero no, los toreros suelen decir aquello de que cada palo que aguante su vela cuando no han sido capaces de comprender que ellos “viajaban” en dicho barco, justamente el que ellos han dejado hundir.

Desgraciadamente, y eso lo sabemos todos, ninguna publicación del mundo podría sostenerse con solo la venta de sus ejemplares y, en los toros, el problema se acentúa mucho más. Pensemos que, si un día de la vida cerró Interviu, la revista más vendida en muchísimos años, vamos, desde el día que nació y, cuando mermó la publicidad de la misma, por las razones que fuere, no quedó otra alternativa que cerrar. Y si cerró esta revista que vendió millones de ejemplares, ¿qué podemos esperar nosotros, pobres aficionados que no tenemos nada que llevarnos a la boca? Repito que, cualquier medio de comunicación se sostiene por la publicidad y sin ésta nada sería posible. Y, como desdicha mayor, aquello de anunciarse en una revista de toros, toreros al margen, otro tipo de publicidad estaba mal visto, razón por la que nadie quería que su firma apareciera en este tipo de publicaciones. Triste, pero cierto.

Nos queda reiterarnos para darles las gracias  a José Luís Ramón y Alfonso Santiago, lo que ha sido su dedicación, su tiempo, su talento y toda su entrega, la que nos han “regalado” durante casi treinta años que, para cualquier aficionado será un tiempo inolvidable. Ahora, con más razón, guardaremos los ejemplares como si de un tesoro se tratare puesto que, con el paso del tiempo, esas revistas serán tesoros en manos de aquellos que las conservaron. No me cabe la menor duda de que, estos hombres apasionados por los toros, con toda seguridad muy pronto encontrarán acomodo para seguir contándole al mundo todo aquello que saben y que, como digo, durante tanto años nos han extasiado.