El mundo de la política y los toros caminan por senderos paralelos, para muestra un botón que no es otro que el de la sumisión. Mientras en política, una vez más, el pueblo español, es decir, su gran mayoría ha optado por la borreguez de la sumisión ante el caudillo Sánchez y todos sus correligionarios comunistas, separatistas, defensores de los etarras y demás gentuza, todos, de forma sumisa, han votado al que ellos creen que es el líder de la libertad y, si Dios no lo remedia –que no lo remediará- estamos en manos de un delincuente llamado Puigdemont al que, con toda seguridad, por aquello de alcanzar el poder, Pedro Sánchez lo traerá a España bajo palio. O sea, un pueblo sumiso ante las mentiras y falsedades del tipo más ruin que jamás anidó en política y, como se ha demostrado, sin ganar elección alguna, de nuevo será investido presidente del gobierno.

Explicado lo del mundo de la política muy pronto comprenderemos que, en los toros sucede lo mismo. Los toreros, salvo esa media docena de privilegiados, todos están sumisos al poder; digamos que ejercen de criados ante sus amos y nadie es capaz de rebelarse ante las injusticias más sangrantes que podamos hallarnos en el camino. Atrás quedaron aquellos tiempos gloriosos en que, por ejemplo, don Antonio Bienvenida era capaz de formular una denuncia ante el colectivo diciéndole a sus compañeros que mataban toros afeitados, todo ello a sabiendas del duro precio que tendría que pagar pero, por encima de todo estaba la dignidad de Antonio Bienvenida en calidad de ser humano; como torero podía haberse callado pero, amigo, dentro de aquel traje de luces se escondía un ser humano de unas dimensiones que, ya las quisiéramos para los que vivimos en los tiempos actuales.

Claro que, el ejemplo más sangrante de la sumisión se llama Fernando Adrián que, en una entrevista que le hizo Antonio Lorca, el chaval, hasta justifica sus miserias cuando, como el mundo sabe, desde los tiempos en que Francisco Arjona Cúchares debutó con picadores, jamás había ocurrido un hecho tan mezquino y lamentable como el que ha sufrido Fernando Adrián, un tema que ya he comentado y que me revuelven las entrañas pero, que sea el propio diestro el que, arrodillado, hasta justifique que no le incluyan en feria alguna, eso es para llorar.

Han pasado siglos desde Cúchares y, jamás se ha conocido un caso igual. Aquello de cortar cuatro orejas en Madrid en apenas veinte días y que no se tenga un solo contrato, es un caso único en la historia del toreo. Se han montado todas las ferias del verano y, Adrián, tiene firmada una corrida en la feria de Albacete con los desdichados de la fortuna; claro que, no existe peor desdichado que él mismo, lo dice su no inclusión en ningún cartel y, lo que es peor, justifica ante los medios de comunicación su propia desgracia.

Fernando Adrián debería de saber que existe un aforismo que dice aquello de mi hambre me rio yo, pero nadie más. Y el pobre ha consentido que de su hambre se ría todo el mundo. La sumisión, dicho diestro, la ha llevado a unos extremos impensables puesto que, no es que le tengan como criado, comodín, chico de los recados, como les sucede a muchos; no le tienen de ninguna manera, por tanto, ¿a qué viene esa sumisión sin esperar nada a cambio? Si tras cortar cuatro orejas en Madrid en apenas un rato nadie repara en ti, el problema es gravísimo porque, ante todo, se trata de un “enfermo terminal” que no tiene el menor atisbo de cura. Ahora, como algo excepcional, dicen que le apodera Maximino Pérez, el empresario de Cuenca que, como se presagia, le pondrá en la feria conquense pero, ¿y después? Confiemos que Maximino tenga la habilidad o sagacidad para vender un buen producto en el toreo llamado Fernando Adrián.

La última barrabasada que hemos conocido, la de Adrián, creíamos que era la última pero, visto lo que sucede a diario todavía podemos esperar más canalladas de este mundo, todavía barruntamos encontrarnos más aberraciones; es difícil puesto que lo de Fernando Adrián no se había conocido en el mundo de los toros tras varios siglos de existencia pero, en los toros, como decía, sucede como en la política, todo se puede esperar. E insisto en la política, ¿alguien podía pensar que, en breve, un delincuente llamado Puigdemont fugado de la justicia de España volverá a nuestro país con honores de “rey”? Atentos que, lo que digo pasará y no tardará mucho tiempo, ya se las arreglará el mentiroso y apestoso de turno para lograrlo. Una vez más, Pedro Sánchez será presidente de España por tercera vez sin haber ganado elección alguna. ¡Viva la democracia y el mundo de los toros!