Según ha trascendido en los medios, al parecer, las figuras del toreo que están destrozando el toreo por todos los lados, como última exigencia, ahora quieren todos tener un espada por delante para no abrir cartel pero, claro, existe un problema, quieren que sea un toreo aparente pero que nos les cause problemas, es decir, lo que hacía Manolete con Gitanillo de Triana. Soluciones al problema las tienen todas pero, no las quieren porque en un momento determinado tienen que pagar un elevado precio.
Pongo un ejemplo que lo dice todo a las claras. Hace muy poquitos años, Morante, se encandiló de la figura y obra de Pepe Luis Vázquez al que hizo reaparecer, sencillamente para que le abriera cartel pero, lo que Pepe Luis no sabía era que tenía que ser el convidado de piedra. ¿Qué pasó? Muy sencillo, que en Granada le embistió un toro como Dios manda y dejó en ridículo a Morante y allí se acabó la historia. Morante ya no quiso saber nunca más de Pepe Luis Vázquez. Ridículo, espantoso, cruel, pero tan cierto como el sol que nos ilumina.
Las figuras actuales aunque son todos más viejos que Matusalén en el toreo, pese a todo, siguen habiendo toreros que podrían abrirles los carteles pero, ellos quisieran que el que partiera plaza fuera un tonto del culo, que cayera bien ante los aficionados, que los empresarios les pagaran cuatro “duros” y de tal modo tenían el problema resuelto. Fruta madurita y a la vuelta de la esquina, eso no ocurre todos los días.
¿Soluciones? Claro que las hay porque, para nuestra fortuna, siguen habiendo toreros de corte clásico, de enorme relumbrón que, sin duda alguna, ejercerían ese papel con una dignidad extraordinaria y lo que es mejor, dándole fuste y categoría a cualquier cartel. Morante, Manzanares, El Juli y demás señoritos del toreo podrían elegir para el menester que anhelan, entre otros, a Juan Mora, Finito de Córdoba, Curro Díaz, Uceda Leal, amén de otros espadas de gran nivel que, como digo, adornarían y llenarían de vida cualquier cartel que se pueda soñar.
Por dicha razón, por ejemplo en Madrid, cada vez que hay una confirmación de alternativa las figuras se pegan entre ellas para ver quien ostenta el título de padrino que, en realidad, como único logro, éste no es otro que no abrir cartel, algo que les viene como anillo al dedo; en los doctorados ocurre otro tanto de los mismo, en la plaza que fuere porque el toricantano siempre actúa en primer lugar, circunstancia que les viene de perlas a esos espadas ridículos que tenemos y que dicen ser y llamarse figuras del toreo.
Comprobar toda serie de ridiculeces absurdas por parte de los mandones del toreo y, a su vez, tener la certeza de que Juan Mora entrena todos los días como si tuviera que comparecer tres tardes en San Isidro, eso me llena de una pena inmensa. Y digo Juan Mora porque como sabemos, la última vez que toreó en Madrid, cortó tres orejas, formó la mundial, algo que ocurría en la feria de otoño del 2010 y, hasta la fecha no le han vuelto a llamar. ¿Por qué no contratan a Juan Mora? Sencillamente porque este admirado diestro no quiere que se prostituya una profesión tan grande como la suya, algo por lo que deberían de velar todos los toreros pero que, los que debían, hacen la vista gorda mientras que, los empresarios, sabedores que tienen toreros a “cuatro duros” por tarde, declinan contratar a Juan Mora que, además de su inmensa torería esgrime su tremenda dignidad como torero.
Eso sí, para que la desdicha sea todavía mayor, hasta los medios de comunicación se derriten a diario con Morante puesto que, cada tarde de este diestro parece que sea una epopeya inenarrable, bien sea en Sevilla con los burros de Juan Pedro o en cualquiera de los innumerables pueblos donde se anuncia. Morante, lo digo para que los ignorantes tomen nota, donde estuvo cumbre el pasado año fue en Madrid frente a un toro encastado porque, el resto de sus tardes, con ese torio a modo y prefabricado a medida, con la gorra le basta y le sobra para encandilar al personal, pero eso tiene de épico lo que yo de matemático.
Como antes decía, difícil lo tienen artistas como los antes nombrados, casos de Juan Mora, Finito de Córdoba y Curro Díaz, lo digo porque teniendo la vitola de artistas no tienen cabida en el sistema actual porque, el toreo se ha amanerado de tal modo que, conjugar el arte y la verdad, binomio que sería posible entre los diestros nombrados, eso no tiene refrendo empresarial y, lo que es peor, desde las tribunas nadie ha sido capaz de decirlo.
En la imagen un artista consumado llamado Juan Mora que, por veteranía y torería podría abrir muchos carteles pero, las figuras actuales le tienen un miedo terrorífico.