Desde su torerísima tarde del domingo de Resurrección en Madrid, no habíamos vuelto a saber de Curro Díaz y, de repente, le vemos acartelado en Linares –Y otro en Daimiel con toros de Victorino Martín- en un mano a mano con su paisano Adrián de Torres con toros de Victorino Martín, un cartel de tronío por excelencia. Digamos que, si de justicia empresarial hablamos, el cartel citado es lo más justo del mundo; primero porque Curro Díaz, al margen de ser un artista consumado, en Linares tiene trofeos Manolete para dar y tomar, todos conseguidos por sus éxitos inenarrables en dicha plaza, alguno de ellos compitiendo junto a José Tomás.

Soy totalmente contrario a que los toreros estén en activo tantísimos años pero, exculpo de Curro Díaz de tal “delito” porque no le han dejado reflejar en los ruedos el auténtico esplendor que luce su arte. Fijémonos cómo es de criminal el mundo del toro que, un día se marchará Curro Díaz, seguramente aburrido del sistema y le recordaremos como un gran artista, pero nunca como ese torero que debería de haber formado parte de todas las ferias del mundo. Siempre diré que, si de injusticias hablamos, la que se ha cometido contra Curro Díaz no tiene nombre.

Por razones sustentadas por su arte, me gustaría que Curro Díaz estuviera en activo hasta la edad en la que lo estuvo Antoñete que, dicho sea de paso, nadie le cuestionó nunca su edad, pero todo el mundo disfrutó con su torería inigualable. Recordemos que, pese a la edad, Curro Díaz le queda mucho por decir en el toreo, otra cosa es que lo permitan, algo que nada tiene que ver con su excelso arte. Puesto que de edad hablamos, se marcha El Juli, cosa que me alegra porque deja un puesto que otros ocuparán, pero no me sentiré nada feliz el día que Curro Díaz decida abandonar su profesión porque, para mi suerte, he sido testigo de algunas de sus faenas en distintas plazas en la que, pasados los años, sigo inspirándome en este artista supremo; es decir, el calado de su obra sigue en mi recuerdo como lo estarán en todos aquellos aficionados que han tenido la suerte de verle para admirarle.

Ahora, para que la gloria fuera toral, Victorino Martín debería de enviar a Linares una corrida como la que lidió en Cali de la que guardaremos un recuerdo imborrable porque, como todo el mundo sabe, en la tarde de Cañaveralejo embistieron los seis toros de ahí el gran éxito que lograron Luis Bolívar y Emilio de Justo. Hago esta puntualización porque, barrunto que, Victorino, como nadie, sabe lo que envía a cada plaza, razón por la que debería ser generoso para con dichos toreros y, ante todo, con la afición de Linares; es más, Curro Díaz ha lidiado varias corridas de Victorino Martín y, hasta ha tenido la fortuna de mostrar su arte frente a dichos bovinos, algo que en Linares debería ser la norma por completo siempre y cuando los toros así lo decidan; más que los toros, el propio ganadero que, como dije, sabe lo que tiene que lidiar en cada ruedo en el que participa.

Me alegro por Curro Díaz y, por supuesto, por Adrián de Torres que, el hombre, en sus últimas comparecencias ha demostrado un valor tremendo y una torería ejemplar. Sin dudas, el binomio me parece fantástico para Linares con sus toreros paisanos que, como explico, no actúan por razones de paisanaje como ocurre con algunos diestros en sus pueblos; actúan por sus éxitos en dicha plaza tanto un diestro como el otro y, para que todo sea más verdadero, Curro Díaz auspiciado por su arte y, De Torres, por ese valor sin cuento que le hace acreedor a dicho festejo, algo que ha reflejado en Madrid sin ir más lejos.