En estos días la noticia en el mundo de los toros no es otra que la marcha de El Juli como torero en activo. Sin lugar a dudas, su carrera es digna de mención puesto que, treinta años como torero entre novillero y matador, dan para mucho y, en su caso, un hombre con una técnica perfecta, con unos vastos conocimientos de toro de lidia envidiables, ayuno de ángel y con una afición desmedida ha formado parte de ese elenco de toreros que, en los últimos cinco lustros han copado el escalafón.

Si de cifras hablamos, nadie puede discutir las que adornan la carrera de este diestro, casi dos mil corridas de toros, éxitos por doquier, algún que otro percance pero, sobresale ante todo en su carrera sus triunfos en todo el mundo, especialmente en Sevilla que, hasta teníamos la impresión de que era su plaza talismán. Un hombre con mucha personalidad que, para su suerte, le eligieron figura el mismo día que se doctoró, otros cientos de toreros no pueden decir los mismo; es cierto que, lo demás lo puso él pero, un contemporáneo suyo, López Chaves, artísticamente mucho mejor que El Juli y, se marcha el hombre esta temporada después de arrastrar una vida de miserias matando las corridas de la heroicidad, esa es la diferencia, de que te elijan o que tengas tú que buscarte la vida.

Se marcha El Juli, en realidad dice que abandona la profesión temporalmente, lo que nos hace sospechar que, un día pueda volver para embarrarlo todo como lo han hecho Talavante  y Castella y, cuidado que no convenzan a Ponce entre todos y la ruina será de época. Fijémonos que, para montar todas las ferias de España hacen falta seis toreros, no más. El Juli es uno de ellos que, durante cinco lustros ha colapsado toda posibilidad de que otros jóvenes pudieran ingresar en ese circuito. Al marcharse, más de uno se alegrará aunque nadie lo confesará pero, la gran realidad es que existe otro puesto para ser ocupado por algún que otro torero tan válido como El Juli. Claro que, lo desesperante es que, en estos días, al respecto de este diestro he leído frases lapidarias como que nadie podrá sustituirle por la gran huella que deja en el toreo. Asalariados los hay en todos los oficios.

O sea que, Joselito que era el rey de los toreros en aquellos años veinte fue sustituido; Manolete en los años cuarenta encontró quien estuviera a su altura; Paquirri en los ochenta fue sustituido por otros diestros de su categoría; quiero decir que, por muy importante que sea un torero, siempre, por lógica, encuentra un análogo a su personalidad, por tanto, para ocupar el puesto que otro ha dejado. Ahora, la nómina de jóvenes que tenemos es excelsa, por tanto, que no se preocupe nadie que El Juli será sustituido con toda dignidad y, si se me apura, con toreros más artistas que el madrileño que, a falta de ángel, como antes decía, puso esa técnica fantástica al servicio de su profesión.

Todos lo que tienen más de veinte años en calidad de matadores de toros, por decreto ley, deberían de abandonar la profesión y, exculpo de esta ley a esos hombres luchadores durante toda una vida y, en la actualidad, todavía siguen soñando con poder comprarse una casita para vivir. Pero los que han ganado fortunas inmensas, han cerrado el paso de los jóvenes, han toreado hasta en plazas humildes quitando sueldos a chavales necesitados; todos esos deberían de abandonar porque, con la vida resuelta, se evitarían sufrir alguna que otra voltereta que pueda amargarles la vida.

Andrew Moore nos muestras unas imágenes de El Juli en Madrid.