Hay una pregunta en el mundo del toro que se la hace todo el mundo a diario y, lo que es más grave, nadie tiene la respuesta. Claro que, el que la tuviere y adivinara, se hacía rico en un instante. Es la siguiente. ¿Por qué eligen a unos y no a otros? Ese es el quid de la cuestión, la farsa que embadurna las ilusiones de muchos chavales que, sabedores de su valía, a diario no dejan de entrenar ni un segundo de su existencia. Salvo a gentes como El Juli en su momento y otros diestros de gran relevancia que, en el acto, desde el momento de su alternativa ya eran figuras, los demás, salvo ese ramillete que todos conocemos, nadie sabe qué será de su vida y mucho menos de su futuro. ¿Es imprescindible ser buen torero para que seas escuchado, atendido y remunerado en lo que a contratos y dinero se refiere? Seguro que no.
Como dije miles de veces, la profesión de torero es la única en la que cada artista pende de un hilo que, se puede cortar en un momento determinado o convertirse en un cabo marinero totalmente indestructible. Digamos que, la práctica totalidad de los diestros tienen que vivir aferrados a la suerte y seguir creyendo que, un día de la vida, en un momento determinado puede hacerse justicia con ellos. En algunos casos así ha ocurrido, pero, ¿por qué a unos se les considera figuras el mismo día de su alternativa mientras que el resto se les ningunea durante años? Es el caso de Emilio de Justo que, el muchacho lleva varios años en todas las ferias del mundo con toda justicia y gracias a sus éxitos conseguidos pero, que nadie olvide que estuvo quince años en el dique seco y, un buen día de la vida, las empresas, se sacan de la chistera el conejo de la suerte y se lo entregan a Emilio de Justo, al igual que ha sucedido con Juan Ortega que, tras un calvario de cinco años, una faena a un toro de Juan Pedro en Linares, al parecer, aquello, al sistema le resultó curioso y, a partir de aquel momento empezaron a darle cuartelillo y, en la actualidad, es un diestro “imprescindible” en todas las ferias de España. ¿Lo entiende alguien? Nadie y, lo que es peor, el que quiera entenderlo enloquecerá por completo porque no hallará una explicación convincente y, al revés de igual modo, toreros que han dado la talla, han triunfado por lo grande y, de la noche a la mañana se les apea del circuito sin saber las razones.
Si de empresarios hablamos, esto funciona a golpe de caprichos que nadie puede adivinar ni comprender. Lógicamente, las empresas trabajan para ganar dinero, decir lo contrario sería una falacia horrible. Pero ese mismo dinero, como se ha demostrado, se gana igual con unos que con otros porque, en la actualidad, el único capaz de llenar una plaza de toros al augurio de su nombre es Roca Rey, el resto de sus compañeros, a nivel de congregación de gentío son todos meros comparsas a su lado. Y, cuidado que, Roca Rey tampoco llena a diario.
Respecto al mundillo de los toros, sinceramente, me queda poca fe, decir lo contrario sería engañarme a mi mismo. Es cierto que, en los últimos años, al torero que se le ha hecho justicia en una temporada ha sido a Borja Jiménez que, de momento lo tiene todo de cara para convertirse en una figura del toreo puesto que, pensar que el año pasado toreó en Sevilla la corrida de los seis toros y, en este momento tiene tres compromisos fuertes en la feria de Abril en carteles de tronío, eso me llena de orgullo; todo, gracias al rotundo éxito de la pasada feria otoñal en Madrid en la que, con todos de Victorino Martín cortó tres justísimas orejas. ¿Qué pasa que, antes de que tuviera lugar ese festejo, Borja Jiménez no era el toreo ilusiónate que es ahora mismo? Memeces al más alto nivel. Es ahora cuando los demás han querido porque, el chaval, desde que tomó la alternativa lo han tenido casi diez años a la sombra y, ahora, ellos sabrán las razones, han creído oportuno invitarle al festín de las figuras. Mucha fuerte para el chaval de Espartinas que, por su entrega absoluta merece todos nuestros respetos.