Simón Casas, en los toros, es el paradigma de Pedro Sánchez en la política porque, ambos, cada cual en su menester nos toman por tontos, el uno para conseguir los votos de los despistados y, el taurino, para hacernos creer que un burro vuela, cosa que quizás pase en Francia, su país, pero en España eso no cuela.

Desde siempre, Simón Casas, al margen de su capacidad como organizador de lo que debe de sentirse muy orgulloso, lleva un tiempo –años- de lamento que, ya nos resulta angustioso. O sea, vender humo para que se lo compren y, hasta algún que otro retrasado encontrará en su camino para ponerle precio y, lo que es peor, pagarle por ello.

La última comparecencia de Casas en la radio ha sido para contar miserias. Según el productor, ser empresario de Madrid es una auténtica ruina, razón por la que todos los empresarios anteriores terminaron en la miseria y pidiendo en Cáritas. ¿Verdad? Por el amor de Dios, que encima que pagamos se nos tome por estúpidos, la cosa clama al cielo.

Alega Casas que, montar una corrida de figuras es carísimo y, le creo; pero al mismo tiempo creo a esos empresarios humildes que son capaces de contratar a las figuras en pueblos con plazas de aforo reducido. ¿Dónde está el misterio? Vamos que, ser empresario de Madrid e ir por los foros pidiendo “limosna” me parece de una crueldad extrema. Claro que, yo iría mucho más lejos y le aconsejaría a Casas que, harto de acumular pérdidas, cualquiera, en su lugar, hubiera desestimado el pliego para que se lo dieran a otro más osado. ¿Cierto?

Convengamos que, por ejemplo, en la feria de San Isidro, un abono con casi treinta tardes y que se llena el recinto en la práctica totalidad de los festejos; o dicho más claro, con un aforo medio de veinte mil personas por tarde que, con dicha entrada de aficionados y la fortuna que hay que pagar imagino que algo quedará, aunque sea para pipas. Las cinco o seis corridas de toros que se montan con las figuras tienen un caché elevado, nadie lo negará pero, en el noventa por ciento de los festejos restantes, la mayoría de los toreros acuden a dicha plaza por el sueldo base. ¿Y se atreve a pronunciar la palabra ruina? Hay que ser atrevido o irresponsable como lo es el tal Simón Casas.

Claro que, en este caso, el que debería de quejarse si las afirmaciones de Casas fueran ciertas, no sería otro que Rafael García Garrido que, en su defecto, es el que pone la “leña”. O sea que, por mal que vayan las cosas, Simón poco puede perder. He conocido a muchos empresarios de Las Ventas y, jamás escuché a nadie decir que la feria era deficitaria. Para colmo, el susodicho, esgrime como hecatombe colectiva las corridas del mes de agosto y septiembre en las que, por causas lógicas, acude muy poca gente pero, en el peor de los casos, pongamos una media de tres mil personas. ¿Cuántas corridas se organizan al año con dicha asistencia de público? Muchísimas, incontables y, para colmo, en muchas de las tardes citadas, hasta hacen el paseíllo las figuras.

Dicho lo cual, imaginemos por un instante el sueldo de Octavio Chacón, Serafín Marín, Damián Castaño y todo esa larga lista de hombres curtidos en mil batallas que acudieron a Madrid para ver si sonaba la flauta y, con tal de que no les costará dinero, que no les costó, con ello se sintieron los más felices del universo.

Yo creo que, en vez de tanto lamento en la oscuridad, Simón Casas debería de hacer públicas las cuentas de su empresa, mostrar con orgullo lo que ha ganado, lo que ha pagado a los toreros, ganaderos, canon de arrendamiento, empleados de toda índole, Hacienda incluso y, sentirse orgulloso de un dinero ganado con honradez. ¿Será acaso que la honradez brilla por su ausencia y Casas la quiere maquillar con sus pérdidas constantes?

¿Se imagina alguien a Fernando Roig, el dueño de Mercadona, llorando por las esquinas diciendo que ha tenido pérdidas, al tiempo que sigue abriendo tiendas en Portugal? Nadie lo imagina porque es sencillamente imposible que, de dicho señor, salga de su boca la menor ignominia pero, en el caso que citamos, regodearse con las pérdidas, al parecer es la táctica que proporciona dinero ¿verdad?

Yo no logro entender nada pero, lo que si me ha quedado claro es que, Sánchez y Casas, cada cual en su parcela, además de mentir, son capaces de seguir vendiendo humo como antes contaba y, lo peor de todo es que siguen teniendo clientes.