Tenemos que agradecerle a Canal Sur que, las últimas corridas que nos han ofrecido han sido todas un éxito de clamor y, en esta ocasión, en Úbeda, esa ciudad Patrimonio de la Humanidad, hoy ha sido patrimonio del arte gracias a ese artista singular y único llamado Curro Díaz que, por segundo día consecutivo ha triunfado por lo grande en la ciudad histórica.

Se han lidiado ejemplares de Garcigrande y de Román Sorando y, la buena clase de los ejemplares ha propiciado que, como decía, el arte resplandeciera en Úbeda, pero ha sido a lo grande. En realidad, un espectáculo inolvidable que, alejado de lo que sucedía en Madrid en la corrida en la que se ha despedido y ha salido en hombros El Juli, en esta ciudad andaluza, fuera de los focos mediáticos, para suerte nuestra, hemos visto torear a placer a un arista singular al que, las empresas han tratado este año peor que a Lama de Góngora, por citar a uno de los que ha toreado muy poco. Lo que han cometido contra Curro Díaz este año ha sido un acto criminal porque, amigos, tras lo visto en el día de hoy y, como cuentan, el sábado pasado, ver que este hombre ha estado parado desde que toreó en Madrid hasta el pasado mes de agosto, la barbaridad no puede ser mayor.

Hoy le ha caído en suerte un toro de Domingo Hernández que tenía bravura para parar mil trenes y, Curro Díaz lo ha acariciado en una faena sublime. Vaya manera de torear. Tras ver la actuación del diestro, cualquiera ya puede morirse tranquilo porque, insisto, mientras los demás toreros millonarios y famosos pegan muchos pases, Curro esculpe el toreo en sus manos y sentidos para crear, como hoy, otra obra perfecta, genial y cuantos epítetos queramos añadirle puesto que, con este artista, definir el arte se nos antoja complicadísimo. Lo hemos disfrutado y ha saciado nuestro corazón de aficionados los que hemos quedado henchidos de placer. Si el toro era colaborador, Curro Díaz ha brillado a una altura insospechada. No se puede torear mejor salvo que lo haga Curro Díaz que, por cierto, lo ha logrado en su segundo enemigo. Dos orejas al de Garcigrande que era su primero y dos y rabo al cuarto de Román Sorando, un toro si se quiere con mayor entidad por su tamaño, pero de mucha nobleza y encastado que, en realidad, es lo que soñamos que nos ofrezca un toro. La naturalidad por ambas manos ha sido la tónica dominante en su trasteo que, como digo, si creíamos que no se podía torear mejor tras ver su primer toro, estábamos equivocados porque el linarense ha firmado otra obra perfecta y rotunda si de arte comentamos. Gusto, cadencia, empaque natural, torería al más alto nivel, en definitiva, arte puro en las manos y sentidos de Curro Díaz. Y menos mal que no le han dejado torear en toda la temporada hasta que llegó agosto. Vamos que, si a Curro Díaz le ponen en las ferias con las figuras, los aplasta a todos. Por esa razón procuran obviarle.  Puerta grande y catarsis colectiva la que ha producido un torero que, pese al triunfo del año pasado en esta ciudad, entró en esta ocasión, el domingo pasado para sustituir a Morante, mientras hoy se daba la misma circunstancia.

De que Emilio de Justo es un torero cabal donde los haya, eso no lo niega nadie puesto que, ha dado una altísima dimensión de su toreo durante toda temporada y, Úbeda no iba a ser una excepción. Ha pechado en su primero con un animal gazapón que le costaba embestir pero que, De Justo, con su ciencia lidiadora  ha logrado llevar a cabo una faena más emotiva que artística pero, ha dejado el regusto de su inteligencia, la que le ha llevado al lugar de privilegio que ocupa entre la torería andante. Su segundo, de mejor condición, ha dejado que Emilio de Justo mostrara su faz más hermosa que no es otra que su poderío como lidiador y, en calidad de tal, llevar cabo una faena interesantísima por ambos pitones que no ha dejado indiferente a nadie. Una oreja en cada toro ganas con honradez y torería.

Juan Ortega ha tenido un primer Garcigrande con muchas teclas que tocar y me ha gustado mucho su técnica adquirida en los ruedos puesto que, más que un artista, hoy ha estado en lidiador porque, insisto, el primer bicorne no era para echar cohetes, pero Ortega ha podido con él, al margen de enjaretarle algún que otro pase marca de la casa. No es mala cosa que Ortega vaya aprendiendo en los muchos festejos en los que torea puesto que, con esa vitola de torero artista siempre será bien recibido. Su segundo, de Román Sorando, un animal con mucha clase pero, la misma que la escasez de fuerzas pero que, el diestro de Sevilla ha dibujado muletazos de una belleza fantástica. Si el toro hubiera tenido la fuerza adecuada, su faena se habría convertido en un auténtica obra de arte, que la ha sido, pero sin la valoración debida puesto que el animal no tenía fuerzas, por tanto, emotividad. Le han dado al chaval tres orejas en total porque, dicho sea con justicia, ha matado muy bien.

Ya digo, muy alejados de lo que hacían las figuras en Madrid y Sevilla en la que, al parecer, Castella ha salido por lal puerta del Príncipe, mientras todo eso ocurría, nosotros, espectadores en Úbeda hemos paladeado el arte de Curro Díaz en dos obras monumentales, por eso decía que, en el día de hoy, Úbeda ha sido patrimonio del arte, además de la Humanidad.