La desdicha que nos ha sumido la cruel pandemia que sufrimos, entre tantos males es que nos ha dejado sin toros y, la tristeza es de tales dimensiones que, algunos, ilusionados, hasta quieren intentar que se celebren festejos taurinos sin público. Como idea no está mal pero, de ahí a la práctica existe un abismo insalvable.

Recordemos que, todos los espectáculos, sin público no son nada y, ahora lo entenderán a la perfección todos los organizadores porque si en verdad son honrados consigo mismo comprenderán de una santa vez, la vital importancia del público; primero por su presencia y esencia dentro de los tendidos de una plaza de toros y, previamente, por haber pagado una entrada a precio de oro. Claro que, la pregunta es obligada, ¿de celebrarse una corrida de toros sin público, quién paga los gastos? Lo digo porque tontos ya no quedan y mucho menos el canal de Movistar.

Es cierto que, muchas veces, los toreros, con sus actitudes, parecía que estaban actuando sin público porque no le entregaban el menor de los respetos y, ha tenido que ser ahora cuando todo el mundo ha comprendido la grandeza del aficionado como espectador. Vamos que, hasta el mismísimo Morante ha declarado que no tiene sentido alguna organizar una corrida de toros sin público. Y le asiste toda la razón al artista sevillano que, si no hace ni tentaderos, jamás torearía una corrida sin aficionados que, como todo el mundo sabe, son la sal de la fiesta.

Una corrida de toros sin público, sin aficionados, es como una iglesia sin flores cuando celebra la santa misa o cualquier acto litúrgico porque, como sabemos, cada celebración litúrgica viene adornada por inmensos ramos de flores que son la señal de la pureza y el amor. Ahora, por culpa de la desdicha que nos asola desde hace más de dos meses, los creyentes hemos asistido a la misa por televisión en que, solo el sacerdote oficia la palabra de Dios, algo muy triste y penoso. Siendo así, el que quiera que organice una corrida de toros a puerta cerrada y, aunque la trasmitan por televisión, tras la celebración de la misma le preguntaríamos a los aficionados y ellos responderían.

Como decía, la situación en que vivimos nos hace pensar a todos porque, cada quien y cada cual, en su fuero interno, cree albergar las soluciones que el problema amerita y, nada es sencillo. Hasta escuché por algún lugar que cabía la posibilidad de organizar corridas de toros en invierno, es decir, una campaña invernal, pero sin hacer las américas. Otra ilusión frustrada porque, pese a que existen muchas plazas de toros cubiertas, esa “techumbre” no es suficiente porque, los toros, como el mundo sabe, se organizan al albur de las fiestas del pueblo, llámese Madrid por San Isidro o San José en Valencia.

Desde mi humilde punto de vista, entiendo que solo nos cabe la resignación, de que hemos pedido “el curso” como los alumnos de España y nos queda esperar para el año que viene que, con la bendición divina podamos retornar al ruedo de  nuestras ilusiones y a la arena de la realidad que supone una corrida de toros.

No lo olvidemos, los toros son pura fiesta que se ampara bajo el santoral de cada pueblo. No hay toros sin santos, por mucho que nos pese. ¿Se podría montar una feria en el Palacio de Vistalegre de Madrid por Navidad? Por supuesto. Solo faltaría un empresario ilusionado para ello pero, por mucho dinero que tuviera el empresario jamás se lo jugaría de una forma tan “lúdica” porque en Madrid los toros son por San Isidro y, lo siento por San Silvestre pero, al respecto de los toros no tiene voz ni voto.