La lectura que podríamos darle a la alternativa de Isaac Fonseca en el día de ayer podría ser una más, de las muchas que vemos a diario pero, algo me dice que en Dax había una mano negra dispuesta para que el aguerrido mexicano no lograra el éxito, algo que le ha acompañado siempre desde el primer momento que se vistió de luces. No se puede comprender que, el mejor novillero de la actualidad llegue al doctorado y, como premio mayor, éste no fue otro que una aclamada vuelta al ruedo.
Por supuesto que no fui testigo presencial del festejo aludido pero, los datos que manejo dan la medida exacta de lo que allí ocurrió, un dislate sin precedentes que, por supuesto a sus compañeros de cartel les trae sin cuidado pero, a Isaac Fonseca le han buscado una ruina de mucho cuidado. Era el día más esperado de su carrera, digamos que, el refrendo a todo lo bueno y grande que ha llevado a cabo desde que empezó su singladura taurina. Y, su gozo en un pozo. No quiero imaginar la carita de tristeza de este muchacho que, por las razones que fuere, le han llevado al ostracismo en una tarde tan transcendental como emotiva.
Se lidiaron “borregos” de Núñez del Cuvillo, lo digo porque no tenían el menor atisbo de fuerza, su invalidez era notoria, razones todas que abocaron al fracaso más absoluto de una tarde en la que Fonseca lo esperaba todo y se tuvo que marchar sin nada. Insisto que, tanto a Manzanares como padrino y a Roca Rey en calidad de testigo, lo que ocurrió no les quitó el sueño porque, a fin de cuentas, era una tarde más que nos les dañará en lo más mínimo. Claro que, toreando Roca Rey y que este hombre cosechara silencios como Manzanares y el propio Fonseca que, al margen de la cariñosa vuelta al ruedo, ese resultado lo dice todo porque, como es sabido, Roca Rey le corta las orejas a una farola y se queda más contento que unas castañuelas en pleno repique.
No, no quiero imaginarme a los “cuvillitos” en cuestión porque pierdo el humor. Otra rama más de los Domecq, de esa sangre que pierden el culo todos los toreros y, llegado el caso como el día de ayer, no es que presentaran problemas los animalitos, es que deseaban la muerte y no querían saber nada de semejante fanfarria. ¿Habría de verdad una mano negra para frenar en seco al mexicano que venía arreando muy fuerte y había que pararle? Nadie lo podrá afirmar, pero sí todos tenemos el derecho a barruntar que, lo sucedido ayer en Dax no es nada normal.
Respecto a las corridas de toros auténticas, en muchas ocasiones salen alimañas, toros difíciles, complicados, de los que piden la acreditación a los toreros pero, en el caso citado, los animalitos en cuestión no pedían nada, entre otras cosas porque no tenían el más mínimo peligro ni por supuesto el menor atisbo de emoción. Sin lugar a dudas, tardes como la citada se dan con mucha asiduidad pero, las figuras, el día siguiente, lo arreglan con otro festejo similar en el que sale el animalito santificado. Como explico, la corrida de Núñez del Cuvillo pudo haber salido difícil, complicada, incluso dura; pero no, aquello, como ha contado todo el mundo fue un desfile de borregos sin emoción ni nada que se le pareciere. ¡Cómo sería la cosa para que todo el mundo coincida en la nefasta corrida!
Uno recuerda los toros de Núñez del Cuvillo precisamente en la tarde en que, ilusionado como nadie en el mundo se presentó en España, en Madrid en su plaza de Vistalegre, Rodolfo Rodríguez El Pana que venía a nuestro país con todo la aureola del mundo tras su apoteosis en El Embudo de Insurgentes y, dichos toros arruinaron la vida de El Pana que, junto a Morante en aquel mano a mano, prácticamente, allí murieron todas las ilusiones del diestro de Apizaco. Lógicamente, aquella farragosa tarde no le dañó para nada a Morante pero, insisto, aquellos burros de aquel momento aludido, frenaron en seco al diestro más carismático de México.
Quiera Dios que a Isaac Fonseca no le suceda lo mismo porque, como dije hace pocas fechas, abogaba yo para que el diestro azteca tuviera huecos en las próximas ferias porque, en realidad, si alguien se lo ha ganado ha sido él con sus triunfos apoteósicos en todas las plazas en las que ha toreado. Tras todo lo visto, han dejado a Isaac Fonseca en un callejón sin salida porque, si en su primera tarde todo se ha torcido no le queda más remedio que rezar porque, como es notorio, sus condiciones toreras no le servirán para nada.