Al final, respecto a lo que está siendo la temporada taurina, en realidad, apenas queda todo en una quimera porque, como se demuestra, de realidad tiene muy poco. Confieso que soy de los que albergaba muchas ilusiones cuando comprobé que se anunciaban toros en distintos lugares de España, siendo Ávila al punto de partida para llenar nuestros corazones de placer ante tan magnífico arte por parte de los toreros.

Claro que, la realidad que suele ser caprichosa e inexorable nos ha demostrado que, apenas era todo un sueño. Ciertamente, las condiciones que tenemos para dar toros no son las más apropiadas y, como en el caso de Ávila, estar viendo una corrida de toros con apariencia de un entierro de tercera, la verdad es que resultó muy poco apasionante. Mejor ha sido la práctica del fútbol que, desde el primer momento se sabía que no habría espectadores y, de tal modo, los aficionados balompédicos ya sabían a qué se atenían.

En los toros no cabe esa opción, pero de ninguna manera. Ver los tendidos sin apenas gente en las gradas, la decepción no puede ser mayor y, lo peor de todo es que así será durante el resto de la temporada en todas aquellas corridas que tienen programadas. ¿Es bueno o malo que se celebren corridas de toros en los momentos que vivimos? Siempre es alentador pero, del modo que lo tenemos que hacer, el espectáculo queda revestido de una tristeza que, en realidad, mejor sería que no se hicieran.

¿Qué papel juegan los protagonistas en estos eventos, ante todos los empresarios? Que se lo digan a José Montes que, el hombre, con una ilusión que le desbordaba ha tirado por la borda las cuatro perras que tenía ahorradas. Y, cuidado que tanto ganaderos como toreros, otro tanto de lo mismo. Quizás que, los criadores de toros, antes que llevarlos directamente al matadero, si al pasar por la plaza les han dado un poco más, alabado sea Dios pero, al fin y al cabo, miseria y compañía, que respondan los toreros que, al respecto, tienen mucho que decir.

Mientras vivamos recordaremos este nefasto año en curso porque todo lo que ha sucedido será muy difícil de olvidar, para todo el mundo, pero para los toros con mucho más dolor porque, como hemos visto, ha sido un sector castigado por la pandemia y, azotado de forma cruel por el apestoso gobierno de España. Aquello de ver y comprobar que se han cancelado todas las ferias de España nos rocía de un dolor inexplicable. Desde el otro extremo miramos que, si se dan toros en cualquier pueblo, ¿cómo es posible que no se puedan celebrar toros en los grandes cosos de España? Creo que la respuesta la tengo en mis manos, más vale perder que más perder.