1952: Se presenta como novillero en Las Ventas, en el mismo “patio de su casa”, Antonio Chenel “Antoñete», con una novillada de López Navalón en la que también actuaron “Boni” y “Carriles”.

1988: Manili da una gran tarde de toros, la segunda de estas características en aquella feria de 1988. Esta vez ante los toros del Puerto de San Lorenzo, de los cuales se llevó una oreja del 1º y otra del 6º, del que tuvo que hacerse cargo por cogida de Paco Machado, que en aquella tarde confirmó la alternativa. También dio una vuelta al ruedo tras estoquear al 4º. Completó la terna Curro Durán.

1994: Ante un toro de impresionante trapío y arboladura, y marcado a fuego con el hierro de Dolores Aguirre, Pepín Liria cuaja una faena épica por la cual es premiado con una oreja. Así lo vio Joaquín Vidal: “Fue el sexto de la tarde, peleó con bronca mansedumbre en los primeros tercios, llegó al último buscando tablas y en esto que Pepín Liria se marchó decidido al centro del redondel, brindó al público en medio de la general sorpresa y desde allí mismo citó a la fiera. «¡Je, toro!». Y se arrancó el toro. Como, una locomotora se arrancó y al cambiarle el viaje el torero para pasárselo por la espalda, pegó un salto echando las manos por delante como correspondía a su catadura de toro manso, violento y malauva. No se inmutó el torero por eso, ni por el alarido de terror que pegó la plaza, y sin enmendarse ni un palmo dio tres pases por alto más. Y se dispuso a seguir toreando… Sólo un torero con un corazón como una plaza de toros podía resolver con ese arrojo y esa gallardía su única comparecencia en la feria, de donde habría de depender que se le abrieran las puertas de la fama y la fortuna. Y a punto estuvo de empezar abriendo la puerta grande. Llega a hacer similar faena con semejante toro cualquiera de las figuras, y le dan hasta el rabo. Pepín Liria hubo de conformarse, en cambio, con una oreja. Una oreja en premio a su valor pero también a su torería pues consumado el alarde, citó al torazo con la verdad por delante, lo metió en la muleta aguantando las tarascadas y los atragantones, se jugó la vida en un breve ensayo de toreo al natural, abrochó las serie scon los pases de pecho, ayudados y trincherillas…”. Aquella corrida, que salió mansa y con mucha casta, fue además de por Pepín Liria, estoqueada por Pepín Jiménez y El Fundi.

1996: Grandiosa corrida de toros lidiada por los Herederos de don Celestino Cuadri Vides, y en la que sobresalió el 3º: el célebre “Poleo”, que fue premiado con la vuelta al ruedo. Buen toreo por parte de Luis Francisco Esplá, que no tocó pelo por la espada. La corrida fue estoqueada mano a mano por Esplá y Víctor Mendes, al sufrir un percance el mexicano Manolo Mejía mientras banderilleaba al 1º.

2004: Tarde apoteósica, otra más, de El Cid ante la corrida de Victorino Martín. Cuajó una faena grandiosa, toda ella sobre la mano izquierda, al 2º de la tarde (al que pinchó); y cortó una oreja al 5º tras firmar otra buena faena.

2008: José Tomás regresa a Las Ventas tras cinco temporadas de ausencia, y provoca el delirio: cuatro orejas a sus dos toros, de Victoriano del Río. Sencillamente sublime.

2009: Luis Francisco Esplá se despide a lo grande de la plaza que siempre le veneró, cuajando una faena sublime a “Beato”, un colorao de Victoriano del Río premiado con la vuelta al ruedo. Así lo vio Enrique Martín desde su Grada del 6: “(…)después de haberle cuidado en su lidia, colocándolo delante del caballo y poniéndole banderillas, empezó a darle una serie tras otra de derechazos hondos, bien rematados y tirando muy bien del toro, y aderezando todo con espléndidos remates, cambios de mano, pases del desprecio o de pecho. Siguió con la izquierda y volvió con la derecha siguiendo la misma tónica. Que Esplá ha sido siempre muy listo no se lo niega nadie, y como dice el refrán, más sabe el diablo por viejo que por diablo. Tenía bien ganada una oreja y algo más, pero puede que no llegara a las dos de una forma rotunda. ¿Qué haría entonces uno de los fenómenos de la modernidad? Pues tirar de bajonazo y a asegurar. ¿Qué haría un torero con la idea del toreo y de la torería como Esplá? Pues alejarse unos metros del toro dando claras señales de que no iba a entrar a matar sin más. Se aproximó un poquito, lió la muleta y citó a recibir. El toro se arrancó y se encontró con una estocada, más de media, algo caída, pero que iba a originar la locura en la plaza. Después una oreja, otra y la vuelta al ruedo al toro y dos del maestro”.

Por Luis Cordón