En la vida de todo ser humano guarda canciones en el fondo de su alma o en el rincón de su corazón que le transportan a momentos especiales de su vida, «un viaje «, «aquel suceso», «una tragedia», «aquel amor», «aquellas vacaciones», «una madre o un padre», «momentos de la infancia», «amigos», etc. Yo hoy quiero escribir y recordar pasajes de mi vida que me traen los recuerdos de las canciones mientras escuchaba letras que me disparaban directo al corazón.

Un día recuerdo que tendría unos diez años y le pedí a mi padre que como regalo de reyes quería torear una becerra, mi padre ante mi ilusión desbordante accedió a mi petición y me alquiló la bravura de una becerra para torearla en una finca ganadera cerca de Madrid, recuerdo que le costó mi capricho 1500 pesetas de la época. (Unos nueve euros de ahora).

Bueno, pues ante mi corta experiencia o la mucha que tendría el animal, recuerdo que me pegó dos volteretas y que me asusté tanto que me metí en un burladero y no salí más en ese día.

Esa tarde fui acompañado por mi padre como era lógico y por un amigo suyo, a la vuelta mi padre que era muy buena persona y súper prudente no me dijo nada, yo solo hacía llorar desconsoladamente por mi miedo e impotencia que sentí frente ese animal.

A los pocos kilómetros paramos en un bar del pueblo de al lado para merendar, yo rumiando mi disgusto no quise comer nada, de fondo en aquellas máquinas que había en muchos bares donde se introducía unas monedas y elegías un disco de tu música favorita sonaba la melancólica y por entonces de moda canción «niña no te pintes tanto», escuchar aquella canción distrajo un poco mi mente pero no me quitó mi disgusto.

Como escribía unas líneas atrás hay canciones que siempre nos acompañan porque nos traen todo tipo de recuerdos.

De ese mismo cantautor existe una canción preciosa que se titula «Madre cuando quieras voy a verte», en ella habla del cariño y el recuerdo de su madre fallecida, cada vez que la escucho se me saltan las lágrimas acordándome de la mía que tampoco está en este mundo y también hubo momentos en los que yo también como la letra de la canción al pensar en ella parecía que enloquecida al saber que ya no está.

Mi padre que en paz descanse, era un admirador de Rafael Farina y siempre escuchaba en el coche música de ese cantante y de otros de ese género, mi padre siempre nos decía que el día que él se muriese no quería lloros, al revés, de broma nos decía que nos iba a dejar a mis hermanos y a mí mil pesetas para que nos emborracháramos.

Su voluntad siempre fue que el día que él se muriera lo quemásemos, con total tristeza cumplimos su voluntad, el día que fuimos a recoger sus cenizas, en el coche y en homenaje a él pusimos una canción de su ídolo Farina, la canción «Vino amargo», a los pocos días nos reunimos la familia, comimos juntos en recuerdo a él, pero no le hicimos caso en eso de emborracharnos, solo le estuvimos recordando y hablando de sus cosas.

Pero las canciones no solo nos llevan a momentos tristes, también nos llevan a momentos divertidos, recuerdo toreando de novillero en Villarcayo (Burgos) en el año 1980 que cuando vino el mozo de espadas a tocar en la puerta de la habitación para decirme que era la hora de vestirme de torero, estaba medio traspuesto, recuerdo que cuando nos dirijamos a la plaza portátil del pueblo, pasamos por las atracciones de la feria y en la atracción de los coches de choque sonaba la canción del grupo Tequila, «déjenme dormir», yo con mi mente viajaba a la pensión del pueblo y pedía lo que en esos momentos escuchaba, «quién tuviera el poder de dormir en vez de ir a pasar miedo», luego todo pasa y aquel día toreé bien a uno de mis novillos.

En las noches de verano del año 1983 también escuchaba una canción del grupo Mecano, se titulaba «El fin del mundo», mientras la escuchaba en en la terraza de mi casa, mis pensamientos iban hacia el futuro pensando en un mundo mejor en todos los aspectos y en el mío personal en un futuro con más éxitos artísticos.

Cuando acabó mi temporada del año 1995, decidí irme de vacaciones a Asturias con mi mujer Marisol y mi hija Rocío, Natalia aún no había nacido, fueron unas vacaciones muy tranquilas, visitamos muchos lugares y paisajes, una tarde viendo el mar, veía como estaban ancladas las barcas y la brisa del mar las mecía, cuando se acabaron las vacaciones y de regreso a casa escuchaba una canción de Antonio Vega que se titula «La hora del crepúsculo», en ella hablaba del vaivén de las barcas y de la paz que el soñaba, yo me acordé y a veces me acuerdo de aquel mar en un día gris y sus barcas y barcos anclados y del bonito y relajante ruido de las olas.

Otro día de 1989, íbamos a torear a Bélmez (Córdoba), toreé en la cuadrilla del entonces novillero colombiano y posterior matador de toros «El César», en su BMW viajábamos otro compañero y yo, el resto de la cuadrilla creo recordar que eran de aquella zona, en el viaje de Madrid a Bélmez, íbamos escuchando la marchosa canción de CC Catch que lleva por título «Cause You Are Young», aquel viaje fue rápido y divertido, íbamos con la hora justa para estar en el sorteo de la novillada y parecía como si esa música animarse al conductor y al propio coche a correr a más velocidad, llegamos gracias a Dios bien y a nuestra hora, todo salió perfecto y nuestro Torero a la vuelta nos invitó a una buena cena.

La música siempre me trae todo tipo de recuerdos este es un poco más amargo y más reciente, en el año 2015 mi mujer fue hacerse una prueba médica que sólo era para estar en el hospital unas horas, la prueba era un CPR, un error médico la perforó el duodeno, aquello fue muy duro, pensábamos que se moría, estuvo ingresada dos meses, iba todos los días a estar con ella al hospital y cuando llegaba a casa acababa tan agotado sicológicamente que no me quedaba ningún ánimo para nada, un día me dio por escuchar una canción de un cantante de principios de los 80, creo que llevaba por título «Vuelve», decía en su letra cosas bonitas y tristes a la vez, le hablaba a su amor del riego de las plantas, de lo vacía que estaba la casa sin ella, de las persianas bajadas, la suplicaba una y otra vez vuelve, eso mismo quería yo, que Marisol volviera y un día después de tanto rezo y de su fuerza de voluntad, además de tener unos órganos muy sanos la virgen milagrosa en la que creo firmemente la trajo a casa y gracias a Dios está ya bien.

Y para no alargar mucho más este escrito voy acabar por decir que la música y sus letras siempre han estado muy presentes en mi vida, en aquellos viajes de invierno cuando trabaje temporalmente con una furgoneta de mi hermano haciendo repartos, recuerdo un viaje a Sevilla donde tenía que hacer una entrega y me acompañó en ese largo viaje mi amigo Pablo (Torero y amigo desde siempre), ese día se echó una cinta de Radio Casete de los Secretos y fuimos acompañados por esas magníficas canciones en la ida y en la vuelta de aquel viaje.

Esa música me acompañó también a Arnedo en algunas ocasiones que fui  allí a torear, también me acompañó un día sin suerte una canción de Manzanita que se llama «Espíritu sin nombre», creo que es la letra de un verso de Gustavo Adolfo Bécquer.

En mi rehabilitación por un percance en una corrida de toros, me acompañaba la canción de Malú «Blanco y negro», sonaba esa canción en el hilo musical que escuchábamos todas las tardes en las duras y a veces dolorosas sesiones de rehabilitación en aquella sala llena de pacientes

Cuando mi hija mayor Rocío se independizó, la mandaba por Internet la canción «Vuelve a casa amor», interpretada magníficamente por el gran Dani Daniel, es ley de vida que los hijos un día vuelen y se vayan del hogar.

Remato con la canción «Los diez mandamientos», de «El Fary» que en gloria esté, la letra va de súplicas que le pide que le conceda Dios, habla de sus equivocaciones y que quiere volver al buen camino, le pide a Dios que le conceda lo que le pide, esa canción me trae el recuerdo de una tarde que toreaba yo un festival en Febrero de 1983 en las Ventas, en mi trayecto del hotel a la plaza le pedía a Dios también que me concediera lo que le pedía, en cierto modo me lo concedió pues ese día estuve bien en Madrid, di una vuelta al ruedo después de pinchar creo que en dos o tres ocasiones al novillo.

La vida, nuestra vida, en cierto modo lleva en nuestros corazones y en nuestras almas trozos de letras de canciones.

 Julián Maestro, torero