Acepta lo que la vida y el destino te trae.
En toda acción malintencionada contra nosotros se esconde a veces, sin nosotros saberlo, una píldora de sabiduría y una lección que estando atentos podemos aprender.
A veces nos quieren herir y en realidad nos están haciendo el favor de enseñarnos a ser más fuertes.
Y… Todo esto para crear un relato del que no me quiero justificar, simplemente me quiero dejar de llevar por los sanos dictados del corazón.
Un desorden de pensamientos, de palabras y de frases asaltan mi mente.
Qué magnífica manera de desahogarte con el papel, siempre lo digo, «escribir al papel en este caso al blog es más satisfactorio que una confesión con el mejor cura que exista, además sin límite de tiempo».
Y .. Todo lo escrito hasta esta última letra es para decirte querido sobrino que reflexiones un poco fríamente sobre lo que trato de insinuarte, sé que eres inteligente y me vas a saber captar el mensaje que encierra el relato.
Empezaré por escribirte que torear como bien sabes es un acto del espíritu, es un sentimiento qué aunque no se sepa explicar a los que no lo conocen, todos lo entienden cuando se realiza con verdadera emoción y entrega.
Creo que para torear un festejo uno tiene que ir libre de cargas ajenas a la plaza, no se pueden llevar preocupaciones añadidas a la ya añadida responsabilidad.
Y… Escribo esto porque ahora que se acerca el certamen de la Copa Chenel y otra vez te has quedado fuera, seguramente por hacer estos años de atrás unas declaraciones fuertes por no verte incluido en la programación, te escribo con mi corazón en la mano de que me alegro qué no te hayan puesto y les doy las gracias de todo corazón a los que no se han acordado de ti.
Antes de continuar con el relato te pido perdón sobrino si te ofendo con este texto, pero cuando ahora explique mis motivos y razones por lo que me alegro qué no te hayan incluido en los carteles para torear este año, quizá me entiendas, de no ser así de veras que lo lamento.
Has leído y han leído líneas atrás que no se puede ir a torear a la plaza con cargas y problemas añadidos.
Y tú querido sobrino te ibas a enfrentar a varias.
Iban a estar con mil ojos apuntándote por si se te resbalaba un pie, iban a reprocharte que menos largar en las redes sociales y más hablar delante del toro.
Yo sé y soy consciente de qué si te embiste un toro bordas el toreo, pero también sé que sin apenas estar toreado si te sale un animal muy difícil, no es fácil resolver, aunque también sé que puedes ser hasta capaz de hacerlo.
Los milagros en el toreo apenas existen, pero siempre cabe la posibilidad y esa es la ilusión que uno tiene que tener mientras esté en la profesión.
Miguel, si a ti te hubiesen puesto a torear en ese certamen hubieses tenido que, además de hacer un esfuerzo físico y mental, un gran esfuerzo económico pues hubieras tenido que desembolsar o pedir un crédito para torear y matar toros a puerta cerrada.
En cierto modo eso es lo de menos, porque cuando uno decide ser torero ya sabe todo lo que ello de bueno y malo conlleva.
Yo personalmente quiero que sigas toreando a pesar de lo duro y de lo difícil que es, pero quiero que lo hagas sin más cargas ni responsabilidades añadidas, quiero que salgas a la plaza a torear con un espíritu puro y con ojos que te miren con limpieza y no con odio.
Cuando las cosas no vienen de frente, cuando todo parece venir en un ambiente tenso, es mejor esperar a que vengan si tienen que venir los tiempos más favorables.
Mientras tanto disfruta de tu entrenamiento, disfruta de tu Perú cuando te llamen y sé siempre fiel a tu concepto del toreo y de la vida.
Recuerda lo que nos dijo Bernardo el hijo del maestro Rafael de Paula el día que estuvimos tentando en Salamanca en casa de Sayalero que en paz descanse; «Mi padre tardó catorce años en confirmar en Madrid porque no aceptaba cualquier ofrecimiento».
Sólo me queda dar las gracias a los organizadores de la Copa Chenel por no ponerte y lo digo sin guasas; lo digo como lo siento, cuando las cosas no vienen por derecho desde el principio es mejor pasar página y esperar.
Julián Maestro, torero.
En la primera imagen vemos al autor de este ensayo, Julián Maestro, el día que debutó como novillero en Madrid, acompañado por el maestro Antonio Chenel Antoñete. En las otras secuencias vemos al damnificado de la Copa Chenel, el torero de Madrid, Miguel Maestro, vilmente tratado por la organización del certamen aludido.