Naciste un mes de octubre cuando la temporada empieza a poner su fin y llega la bonita aunque triste estación de otoño, triste porque se empiezan a caer las hojas, triste porque los días empiezan a ser más cortos, triste porque las ferias se acaban y los feriantes recogen sus atracciones, los pueblos y algunas ciudades parecen estar más solos, las plazas cierran sus puertas y los tendidos se quedan vacíos. Las plazas se quedan solitarias hasta la próxima primavera, la alegría del verano empieza a dar paso al también bonito y melancólico otoño que acaba desembocando en el largo invierno.

Quizá algo tenga que ver tu mes de nacimiento con el destino de tu carrera.

Porque tu toreo tiene el sentimiento y el sentimentalismo de los otoños, quizá el otoño es la mejor época para leer y componer poesía, también para recordar y saborear  las grandes faenas toreras del verano.

A veces en los otoños de Madrid cuando la temporada asomaba casi su final de días de toros resurgían toreros olvidados, parece como si el tiempo templado de esa estación otoñal templase e inspirase a esos toreros.

Dicen que el torero nace y luego se hace, estoy totalmente de acuerdo.

Tú naciste torero y te estás haciendo con el tiempo.
Desde muy niño al igual que tus primos visteis vestidos de torear en mi armario, visteis capotes y muletas por casa, vivisteis el mismo ambiente taurino y a ninguno de tus primos les dio por ser torero, solo a ti, por eso creo que es verdad que el torero nace y luego se hace.

Con tres añitos me decía mi hermana (tu madre que en paz descanse) que cuando televisaban un festejo taurino te quedabas como hechizado viendo el televisor.

Tenías tal obsesión por ser torero que un día una de tus profesoras le preguntó a tu madre que si había algún torero en la familia ya que tú en los recreos con tan solo cuatro o cinco añitos te dedicabas a torear y a jugar al toro en el recreo.

Los años pasaron fuiste creciendo, recuerdo que cada vez que venías a casa me decías que te enseñase mis vestidos de torear, bueno tú me decías enséñame tus trajes de torero tío.
Recuerdo que un día te regalé un capote de brega porque ya llevabas mucho tiempo pidiéndomelo.

Yo quería que se te olvidará esa obsesión y el día que te regalé el capote supe que había puesto en tus manos la llave para iniciar tu aventura de querer empezar a querer ser torero, la prueba está que te vi al mes de regalarte el capote y me diste la noticia de que te habías apuntado a la escuela taurina que existía por entonces en Galapagar pueblo donde tu vivías.

Desde aquel lejano invierno hasta la actualidad han llovido unos cuantos años y muchas cosas pasaron.

Entre otras que cuando desapareció la escuela taurina de Galapagar, te apuntaste a la escuela taurina de Madrid.

En ella destacaste pronto y cometieron el error de sacarte de la misma para precipitarte y debutar con picadores excesivamente temprano, un hombre con buenas intenciones pero poco taurino quizá por avanzar tu carrera te la retrasó.

Tú en aquella época tenías muy buen ambiente de novillero sin caballos, después las compañías que tuviste cerca de ti, incluida familia cercana no te asesoraron en aquellos momentos bien, sobre mí te influenciaron mal, te distanciaste de mi posiblemente en el momento que más me necesitabas, tu no eras culpable en aquellos momentos, tú eras un crío y obedecías órdenes.

Después de todo aquello tu carrera fue muy mal tratada, novilladas muy fuertes por la zona de Madrid, mucho mérito el tuyo que sin apenas torear, no solo resolvías difíciles papeletas, sino que además cortabas las orejas a los novillos y dejabas buen ambiente entre los aficionados que te veían.

Siempre has tenido y sigues teniendo muy buen concepto del toreo.

No me gusta darte coba y lo sabes.

Siempre te he dicho y digo lo que considero la verdad de cada momento.

Un día de hace algunos años rompiste con amistades falsas, coberas, y te diste cuenta de la verdad de la vida.

Te diste cuenta que el único amigo de verdad que tienes es el toro y también tu tío.

Sé que vives para tu profesión, sé que respetas el toreo y sus raíces como pocos.

Eres un tío realista, que trabaja, entrena y se sacrifica por los sueños que desde niño te acompañan. Tienes una calidad en tu forma de sentir el toreo que es atemporal.

Admiro tus años de lucha, tu perseverancia, tu bohemia, la clase de tu toreo.

Sabemos que corren tiempos difíciles, sé que a veces en la calle no hemos sabido torear como en la plaza, tú me entiendes, (despachos, empresas, etc.), pero no importa seguiremos confiando en que el tiempo pondrá todo en su sitio y tú ocuparas el sitio que mereces y tanto tiempo llevas soñando.

Miguel, sigue luchando, sigue soñando, sin sueños algo de los hombres muere, mantén siempre vivo tu sueño, que también un día fue el mío.

Algún día llegará tu momento disfruta mientras tanto del romántico y a la vez duro camino.

Recuerda que naciste en otoño y es la estación de los días templados como tú toreo.

PD.- Para Miguel Maestro, mi sobrino y sobre todo gran torero, suerte Maestro.

Julián Maestro, torero