Pese a la oreja que ha cortado Talavante en el quinto, cuando estaba lidiando su toro Tomás Rufo, una voz en el tendido se alzó pidiendo que saliera un toro y, tenía razón el espectador. Los toros de Justo Hernández – o sea, Garci-burros-han sido una auténtica pena y, menos mal que el quinto, repito, ha salvado de alguna manera al ganadero; no era el toro al que Escribano le cortó las dos orejas, más bien era un amiguete que embestía con enorme nobleza y Talavante lo ha entendido a la perfección, nada que objetarle, pero sí criticarle que, con esos animales es muy difícil conseguir el triunfo. La corrida, en general, ha estado carente de todo, especialmente de fuerzas y bravura. Un fiasco que, en realidad es lo que sucede de forma habitual, lo extraordinario es que salga un toro tan bravo como el que triunfó de forma rotunda Emilio de Justo en el día anterior.
El Juli es un especialista en la lidia de estos toros y, tiene razón cuando se apunta a dicha divisa porque, en alguna que otra ocasión sale un buen toro, que se lo digan a él que ha tenido esa suerte pero, reitero, lo normal es el bodrio de hoy que en definitiva es lo habitual en las figuras. Toros sin alma, sin casta, sin apenas nada que reseñar. El Juli ha pasado como alma en pena por Sevilla. Y no hablo de la suerte de picar porque entonces si se me revuelven las tripas.
Talavante en su primero ha estado voluntarioso, tanto como vulgar porque el animal era de pura pena. Lo triste de la cuestión es que lo que hemos visto esta tarde es el denominador común de una corrida de figuras del toreo. Ha salido el quinto de que comentábamos en que Talavante ha estado muy variado, muy torero puesto que el animalito tenía más de santidad que de bravura pero, esa es la condición a la que aspiran las figuras, que el toro repita por completo sin que tenga el mínimo de casta porque, la casa es la que suele joder a los toreros. ¿Solución? La que llevan a cabo. Que salgan hermanitas de la caridad y todos contentos. Ha matado de una gran estocada y le han dado una generosa oreja. Nadie se acordará del paso de Talavante en esta feria de la que faltaba hace cinco años pero que si no hubiera venido nadie le habría echado en falta.
Tomás Rufo ha contemplado en su primero la gran realidad. Lo digo porque el chaval ha estado “sensacional” con el enemigo, ha toreado como ha querido puesto que, el toro apenas le ha causado problema alguno; como sus hermanos, si se me apura, la falta de fuerzas pero, pese a que los palmeros de turno, los palabreros de la ”tele” pronosticaban un triunfo de clamor, tras matar de una gran estocada nadie ha dicho esta boca es mía. Su segundo era más destartalado, un toro penoso al que Rufo ha molido a mantazos puesto que, la vulgaridad ha sido la norma en este diestro al que, han colocado en el olimpo de las figuras y nadie sabemos los motivos.